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martes, noviembre 17, 2009

Réquiem por un poeta



La muerte llegó no de lejos, pero sí lo hizo a pausas, hace unas semanas se fue de entre nosotros Marco Antonio Corcuera. Tenía 92 años y hacía ya muchos que los pasó en una silla de ruedas. Fue Cajamarquino y fue uno de los más grandes poetas. A él le debe la poesía el descubrimiento de tantos poetas brillantes del Perú. El poeta es el creador de los Cuadernos Trimestrales de Poesía y ganador del Concurso Poeta Joven del Perú (que premió a poetas como Javier Heraud, César Calvo, Manuel Ibáñez, Juan Ojeda, Luis Hernandez, Jesús Cabel, José Watanabe, Antonio Cilloniz, Jorge Eslava, Bethoven Medina, Luis Eduardo García, etc). (No ese premio que algunos insensatos quisieron piratear y autoentregárselo por Internet, sino ese premio que era entregado a poetas de verdad)

Nos habremos de encontrar/ algún día en el que muera /la luz que entibia los ojos/de nuestra inútil materia. / Ese día, no lejano/ nos miraremos de cerca,/y nos daremos la mano/ como si todo volviera.

Escribía el poeta en unos versos tristes cuando recordaba a su madre, hoy podrá por fin reunirse con ella sin la torpeza y la inutilidad de la materia. Sus años y su enfermedad le impidieron venir a los patios azules, apenas si llegaba algún poema y la siempre fuerte presencia de su hermano Arturo.

Y fue Corcuera quien le devolvió al tiempo la poesía de los grandes poetas de Cajamarca, aquellos que fundidos en distancia se alejaron en busca de otras vidas, como lo hizo Imaña, su hermano Arturo, Florián, Orrego y otros más.

Una silla de ruedas lo había atado hacía años a esa estancia que confiere la enfermedad cuando la muerte llega a plazos, en cuotas, como la misma poesía. Y si la muerte llega en tomos, ¿por qué no podemos hacer de la poesía una secuencia de escalones para llegar al cielo?

Dicen que se muere como se vive, eso no es cierto, la muerte aunque anunciada siempre es inesperada, odiada. Pocos hombres fueron como el viento y nadie como ese huracán hecho poemas que fue Marco Antonio Corcuera. Aquel que no dudó en hacerle recordar a dios que existía el hombre y que él lo había olvidado.

Descansa en paz es solo una frase vacía, decir lo siento es una hipocresía como aquellas que se dan en la misa cuando uno da el pésame, la verdadera pena se lleva en la tarde y el luto verdadero es más negro cuando se lo viste en el alma.

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