Hace unos días llegó a mis manos el libro “El Folclore de mi Pueblo” del doctor Manuel Silva Rabanal, celendino de pura cepa, amante virtuoso de su tierra, sus costumbres y su noble gente. Muchos libros se han escrito en los últimos años sobre la sociedad celendina y sus principales atractivos, muchos con datos estadísticos precisos y que muestran una investigación concienzuda, sin embargo, el libro de Silva Rabanal traspasa las lindes de la estadística y el recuento arqueológico y turístico y pone en evidencia la historia de un pueblo, esa que se forja con la investigación en fuentes orales, de casa en casa con la gente más añeja.
El autor consigue entretener y enseñar, el libro es un conjunto de historias que narran los hechos más relevantes de una de las provincias que a lo largo de su historia ha demostrado tener cualidades sobresalientes por el talento de su gente, la pasión por el arte y por la grandiosidad de sus escritores. Celendín es una ciudad trazada con pulcritud, sus calles sin duda las más elaboradas de la región, en donde convive la modernidad con la tradición, sus largos balcones, sus puertas románticas. La salchicha se vende por metros, algunas balanzas usan pesas de piedras y es un pueblo en los que aún todos se conocen y la amabilidad de su gente la convierte en la provincia más destacada de la región Cajamarca.
El doctor Silva narra historias y leyendas por demás interesantes, es imposible dejar de encantarse con la trama y la buena ilación que lo convierte en un narrador prominente, comparable a sus paisanos: Garrido Malaver, Jorge Díaz Herrera, Gregorio Díaz, Nazario Chávez, entre otros reconocidos hombres de letras de esa tierra. La narración es fluida y carece de tecnicismos, es un libro de fácil lectura, de aquellos que cuando se los empieza es imposible dejarlos hasta llegar a la última página, un libro de los que nos quedamos con esas ganas de querer seguir leyendo aún más.
Leyendas religiosas desatacan en la obra, como las del Niño de Púmarume icono de religiosidad en Celendín, El Padre Eterno de Sorochuco, EL Cristo Negro, además de historias pueblerinas, personajes de la época, orígenes de Celendín, potugueses y judíos, el libro es la síntesis biográfica de una provincia única en la región.
Este tipo de bibliografía es la que rescata a los pueblos, gracias a escritores como el de Manuel Silva Rabanal la historia se rescata, se escribe y sirve para las generaciones que vienen, esas que tienen la necesidad y la obligación de conocer la historia de sus orígenes para proyectar con amor y con la frente en alto el futuro siempre incierto.
Después de leer “El folclore de mi pueblo” hay unas ganas irremediables de querer haber nacido en Celendín y de agradecer al autor por tan magnífica obra.
El autor consigue entretener y enseñar, el libro es un conjunto de historias que narran los hechos más relevantes de una de las provincias que a lo largo de su historia ha demostrado tener cualidades sobresalientes por el talento de su gente, la pasión por el arte y por la grandiosidad de sus escritores. Celendín es una ciudad trazada con pulcritud, sus calles sin duda las más elaboradas de la región, en donde convive la modernidad con la tradición, sus largos balcones, sus puertas románticas. La salchicha se vende por metros, algunas balanzas usan pesas de piedras y es un pueblo en los que aún todos se conocen y la amabilidad de su gente la convierte en la provincia más destacada de la región Cajamarca.
El doctor Silva narra historias y leyendas por demás interesantes, es imposible dejar de encantarse con la trama y la buena ilación que lo convierte en un narrador prominente, comparable a sus paisanos: Garrido Malaver, Jorge Díaz Herrera, Gregorio Díaz, Nazario Chávez, entre otros reconocidos hombres de letras de esa tierra. La narración es fluida y carece de tecnicismos, es un libro de fácil lectura, de aquellos que cuando se los empieza es imposible dejarlos hasta llegar a la última página, un libro de los que nos quedamos con esas ganas de querer seguir leyendo aún más.
Leyendas religiosas desatacan en la obra, como las del Niño de Púmarume icono de religiosidad en Celendín, El Padre Eterno de Sorochuco, EL Cristo Negro, además de historias pueblerinas, personajes de la época, orígenes de Celendín, potugueses y judíos, el libro es la síntesis biográfica de una provincia única en la región.
Este tipo de bibliografía es la que rescata a los pueblos, gracias a escritores como el de Manuel Silva Rabanal la historia se rescata, se escribe y sirve para las generaciones que vienen, esas que tienen la necesidad y la obligación de conocer la historia de sus orígenes para proyectar con amor y con la frente en alto el futuro siempre incierto.
Después de leer “El folclore de mi pueblo” hay unas ganas irremediables de querer haber nacido en Celendín y de agradecer al autor por tan magnífica obra.