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martes, noviembre 17, 2009

El circo




Una congresista de vestuario estrafalario y no es desden a lo autóctono, pero de la huachafería a un traje típico milenario sólo hay un espacio muy breve y eso lo saben bien nuestros congresistas, esos mentirosillos empedernidos que de tanto mentir hicieron de ello una forma de vivir.

Una congresista de polleras y sombrero consulta en pleno congreso a la hoja de coca, la consulta con actitud de quien convoca a los apus más sagrados de la historia para resolver un conflicto que puede estallarle en las manos, en ese instante recibe una llamada telefónica a su moderno celular imperialista, ese con pantalla digital y con botones que dicen HOME y END y cuyo menú está en inglés, ese idioma si lo saben leer perfectamente, aún siendo quechuahablantes y sufridos analfabetos.

Hace sólo unos días cuando Hilaria Supa fue descubierta con unos apuntes en los que su ortografía no era la mejor, el Perú la defendió con vehemencia, pero ese pensamiento cambió cuando se la vio lucir sus grandiosos artefactos imperialistas mientras boicoteaba el diálogo en el Congreso.

El congreso es un circo, una zona peligrosa en la que un grupo de peruanos que fueron elegidos para legislar sabe que el Perú entero los contempla y que es preciso comportarse con esas dotes actorales que siempre tienen los políticos. Allí están los grandes comedores de pollos a la brasa, los que contratan a sus empleadas domésticas como asesores de sus despachos, quienes reciben del Perú absolutamente todo y casi nunca retribuyen lo que obtienen.

El Congreso es un circo, con damiselas de cabellos amarillos, con ancianas que han perdido todo decoro y de rufianes que niegan a sus hijos porque son gorditos y no se les parecen. Los que entran al Congreso olvidan todo pasado inmediatamente, toda promesa electoral se esfuma al pasar por vez primera por esa puerta histórica de vergüenzas históricas.

Se pasan los días en viajes pagados por el Estado, en cenas pagadas por los impuestos, presentando proyectos que el pueblo desdeña, pero que es vital para los intereses de quienes los plantean. El Congreso está lleno de auténticos comediantes, es la imagen viva del salón de un colegio secundario cuyo profesor se encuentra ausente.

Se acerca julio y la época de circos va llegando, sería hermoso ver en vivo ese circo fabuloso desde cerca, desde las barandas donde la prensa observa. Ver a los padres de la patria discutiendo con discursos interminables o ver cuando los más cobardes ceden su tiempo a sus congéneres, cuando se insultan, cuando entran a la pista con sus carteles, su coca, sus trajes ridículos y sus modernos celulares, sus computadoras, ver cuando toman café o verlos dormir, o cuando beben wysky en tazas de café para no despertar sospechas… Pero me temo que para ese circo no va alcanzarme el dinero para comprar una entrada.

Balcon Interior

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