El término publicherry es una palabra que no está registrada en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, vocablo que ha llegado gracias al consenso y se ha diseminado entre los medios de información incursionando en casi todos los ámbitos. El publicherry es la nota periodística que quiere pasar por noticia, pero que tiene intenciones publicitarias escondidas.
En el periodismo existe una modalidad de informar y de publicitar que es válida y aceptada llamada publirreportaje, donde a través de un reportaje se hace publicidad a un determinado tema, sea este de carácter comercial, político o de otra índole.
Durante las épocas fujimontecinistas, cuando la corrupción de los medios de comunicación se convirtió en prostitución editorial y la prensa solo fue un títere, el publicherry fue el arma más eficaz del gobierno dictatorial que demolía a sus contrincantes políticos a través de campañas en donde participaron el 90% de medios de comunicación masiva, desprestigiando a sus oponentes a través de la difamación y la calumnia.
El publicherry es una noticia solapada y disfrazada, lambiscona y franelera. Funciona de modos diversos y es uno de los ardides más usados por los periodistas que fungen de pulcritud y transparencia, aquellos que se rasgan las vestiduras por la ética y la moral, los que manejan el doble discurso mejor que nadie, los que tienen ganancias fabulosas y a los que su sueldo solo les significa una propina con respecto a sus ganancias totales.
Las mismas empresas son las que utilizan carnadas en busca de un publicherry. Por ejemplo, una fabrica de radios hace una conferencia de prensa en la que obsequia a cada periodista un radio como un acto de cortesía ¿El periodista hablaría mal de ese producto?
Luis Aguirre, reconocido periodista dice sobre este tema: “La naturaleza del publicherry es maleable: puede ser una nota larga o pequeña, puede ser una mención de refilón o una nota de portada, puede tener palabras serias o altisonantes. Es un terreno donde las fronteras entre lo relevante y la publicidad no están bien definidas. Corrección: es un terreno donde las fronteras están bien definidas -definidas por la ética, esa cosa que no sirve para nada o, como dijo nuestro filósofo más caro, que no se come-, pero que el ejercicio transpirado de un cierre o un posteo pasa por alto porque, bueno, hay que cobrar la quincena”.