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jueves, marzo 22, 2007

Sólo para transeúntes




Amanece lloviendo como cada mañana de la última semana, vivir en Cajamarca se ha tornado cada vez más complicado. Los drenajes de las calles no se abastecen para cumplir su función apropiadamente. Las veredas que hace poco fueron reconstruidas se han convertido en un peligro, todas fueron pulidas en un acto de barbarie, la lluvia las convierte en superficies lisas y resbaladizas que pueden causar accidentes.

Amanece lloviendo y la ciudad se inunda de hombres y mujeres con paraguas, de niños con paraguas, de ambulantes con paraguas, de vendedores con paraguas. Cada gente que camina en la ciudad húmeda tiene un paraguas que se torna en un peligro por las varias puntas de metal que tiene. Caminar por la ciudad se ha convertido en un fastidio. Hay que bajarse de las aceras para estar protegidos de los cientos de paraguas que surcan las veredas, hay que bajarse y caminar por la orilla de las pistas para evitar darse un resbalón y caer sentado en esas veredas pulidas y peligrosas. Hay que arriesgar la vida caminando por la orilla del asfalto que ha empezado a quebrarse.

Posiblemente las autoridades, el alcalde, los regidores… nunca se darán cuenta de que las veredas cuando llueven se convierten en jabones. Ellos nunca lo sabrán porque se movilizan en camionetas y aún de saberlo tampoco les importaría mucho probablemente, al final las veredas ya están hechas.

La mañana sigue avanzando y con ella la lluvia y la gente con sus paraguas, las cientos de personas que se compraron un paraguas y que a decir verdad no los saben usar, por lo menos la gran mayoría no saben usarlo, se desplazan con el paraguas erguido por el centro de la acera y uno tiene que pegarse a las paredes cual insecto disecado para evitar ser rasguñado por una de esas puntas peligrosas.

Los paraguas se han convertido en armas peligrosas y sofisticadas capaces de herir a los transeúntes, la ciudad está infestada de paraguas y de veredas resbalosas. La lluvia sigue cayendo.

Vivir en la ciudad se va haciendo más complicado cada día, existe mucha gente en la ciudad con un paraguas erguido y extendido que no sabe usarlo. Los paraguas ya han malogrado dos de mis casacas y me han arañado dos veces más en el rostro y una en el cuello. El arañazo en el cuello me trajo un problema mayúsculo, porque mi novia no me quiso creer que un paraguas había arañado mi cuello.

Los paraguas pueden causar heridas en el rostro y causar distanciamientos inútiles. Las veredas húmedas pueden causar golpes dolorosos como aquellos que ya he sufrido. Los paraguas pueden causar rompimientos conyugales o en su defecto evitar que se concreten matrimonios.

Los paraguas y las veredas mojadas pueden causar tantas cosas que el alcalde y sus regidores nunca van a saberlo porque ellos andan en camionetas y yo soy simple ciudadano de a pie.

lunes, marzo 19, 2007

De toros, corridas y otras costumbres ancestrales



"Eso que entre un señor vestido como una señorita y un animal que no se sabe el guión y que puede llevar la muerte encima, me parece una cosa absolutamente emocionante, no me gusta que maten a los animales pero hasta que se prohíban las corridas, que acabarán prohibiéndolas, yo seguiré yendo todas las tardes a ellas.
Joaquín sabina

Debía tener seis años cuando vi una corrida de toros por primera vez, y confieso que me gustó. Algo había en ello, que me hacía concentrarme en esa lucha desigual que me fascinaba a esa edad. Hay costumbres que se heredan y las corridas de toros era una de ellas. El tiempo fue avivando esa pasión y ese gusto por los encierros donde un hombre armado se enfrenta a un toro inerme y asustado.
En la plaza de toros de esta ciudad, aquella que estaba ubicada en Chontapaccha un grupo de muchachos aprendía a torear los sábados por la tarde, tenían las herramientas necesarias y hasta la cabeza de un toro con una especie de carretilla que hacía las veces del bravo animal. Los descubrí un día cuando me interné en ese ruedo buscando un poco de paz que mis quince años adolescentes no alcanzaban a encontrar. Eran todos jóvenes y parecían expertos en la tauromaquia, los pases que hacían eran logrados con destreza. Un hombre mayor con gorrita tipo Jorge Chávez les daba indicaciones. La peregrina idea de ingresar a esa escuela surcó mi mente una brevedad, idea que felizmente nunca maduró.

He seguido asistiendo a las plazas de toros durante el resto de mi vida, he seguido viendo los programas taurinos que pasan en la tele y hasta siguiendo ciertas trayectorias de algunos toreros. Algo de sadismo debe haber en lo profundo de mi alma al seguir disfrutando de estos actos de tradiciones arcaicas, casi romanas, algo así debían sentir aquellos hombres que veían morir a los cristianos en el Coliseo Romano. Algo como disfrutar viendo a dos hombres con guantes golpeándose mutuamente en un cuadrilátero hasta hacerse sangrar y derribarse.

Un toro debe tener tres a cuatro años para ser sacrificado en una plaza, su costo está sobre los dos mil dólares, en el ruedo apenas duran casi quince minutos. Con esa cantidad de dinero (siempre son donaciones), se podría alimentar a una persona que vive en extrema pobreza por 5 años, se podría comprar 4, 375 kilos de arroz ó 70 mil panes.

Tal vez sea momento de empezar a tomar conciencia de lo que significan en realidad algunas costumbres que nos fueron impuestas en unos casos y malamente heredadas en otros. Probablemente las corridas de toros nos hagan indolentes, probablemente muchos las disfruten, otros las detesten, las repudien y para otros sólo sea un acto que pase desapercibido.

Tal vez ya va siendo hora de que nuestros ojos empiecen a posarse en costumbres que nos hagan formar hábitos más grandes que el matar a un animal en público con un toque de valentía que sólo es el grito mudo de nuestro primigenio salvajismo, como la mancha mongólica de un ancestral rabo que hemos perdido en la evolución física pero no en nuestra esencia.

domingo, marzo 18, 2007

Un pionono, Lori y su tristeza




Hace tres años que la conocí, se encontraba en una prisión de máxima seguridad. No fue fácil llegar hasta aquel lugar como visita, hubo que hacer mil coordinaciones previas para poder conseguir ingresar hasta aquella prisión resguardada al milímetro.

En aquellos días el Internet se había impuesto como una novedad tecnológica capaz de brindar las más insospechadas oportunidades, dentro de ellas la venta de productos por la red era un negocio naciente. En aquel penal se fabricaban artesanías diversas además de contar con una panadería. La empresa para la cual entonces trabajaba estaba dispuesta a comercializar por Internet todo ello.

El día que llegué a aquel penal tuve que firmar muchos papeles, poner huellas digitales en varios documentos, tomarme dos fotografías y someterme a una exhaustiva revisión y obviamente dejar el celular y la cámara fotográfica. Luego de atravesar varias rejas ingresé a un patio soleado rodeado de altos muros con alambres de púas y largas y afiladas puntas en media luna.

Desde aquel lugar se veía el cielo azul como una expresión de libertad detenida en ese instante. En un campo de fútbol cercano un grupo de internos jugaba un partido acalorado lleno de expresiones ligeras y de gritos ensordecedores. Más allá, un conjunto de habitaciones y pasadizos. Mi compañero y yo no podíamos evitar examinar con ojos curiosos cada rincón que se aparecía a nuestra vista. Nuestro guía nos llevó hasta la panadería del penal, previamente se nos había advertido que no debíamos tratar temas políticos con la administradora de aquel centro de panificación. Al ingresar un grupo de hombres con mandiles blancos y gorros impecables nos examinaban con curiosidad. Luego de unos segundos apareció ella, aquella mujer que hace unos años vi por primera vez en televisión cuando se la había detenido. La captura de Lori Berenson hizo historia en aquel entonces por tratarse de una norteamericana joven y bella que estaba involucrada con un grupo armado que pretendía tomar el Congreso de la República.

Sus ojos tenían un brillo casi apagado, su mirada dilatada, parecía que el tiempo y las horas de la prisión habían marchado ligeramente sus facciones. Cuando nos saludamos, nos dimos la mano, su piel era suave y el color de sus ojos casi un enigma. Nos habló de su trabajo, del número de internos para los que se hacía el pan cada día. Era noviembre y preparaban masa para panteones. Mientras nos hablaba de su trabajo tomó dos piononos de una mesa y nos cedió con gentileza. Ese mandil blanco le daba un aire de ternura que la hacía más bella. Nos habló de las tortas y bocaditos que hacían para atender algunos pedidos, nos mostró las máquinas que habían traído desde Japón, de las temperaturas y de las recetas del pan cotidiano.

Luego de tomar nota de los precios y de los productos tuvimos que despedirnos, No hubo tiempo para hablar de su tristeza y de su soledad. Ella trataba de aparentar ser una mujer dura, vano intento. Su mirada la delataba como un alma llena de ternura. Nos dimos la mano y el brillo de sus ojos pareció turbarse. Nos agradeció y nos despedimos, ella se quedó en ese mundo extraño.

Al salir al patio un ave surcaba el cielo con las alas abiertas, sin saber que desde lo bajo los hombres que la contemplaban la envidiaban.

viernes, marzo 16, 2007

El 70% del agua de Cajamarca se pierde en el mar… ¿De parte de quién?




Es el slogan de una campaña que se ha emprendido en favor del agua, todo lo que se haga a favor del líquido elemento siempre será aplaudido, pero siempre y cuando no haya manipulación, no se puede ser juez y parte, aunque una vez más ha quedado demostrado que sí se puede, pero no se debe.

Las cifras son meros elementos subjetivos. En nuestra patria se dice que no hay inflación, pero ahora con un sol se puede comprar ocho panes y hace unas semanas con un sol se compraban diez. No nos interesa que nos digan que estamos creciendo económicamente si la realidad nos demuestra lo contrario. Lo mismo sucede con el agua.

Hace unos años en Cajamarca el agua no se racionaba, ahora sí. Hace unos años el agua era limpia, ahora es un agua con cloro, lechosa, debemos esperar unos segundos mientras desaparece esa lácteo color. EL agua que nos llega a cada vivienda es un agua turbia, para descubrirlo sólo hay que ponerla en un vaso transparente a trasluz y observar sus impurezas.

“El 1% del agua existente en Cajamarca es usada por la minería, el 4% es utilizada en nuestro consumo, el 25% en agricultura y el 70% se va al mar”, así se publicita la campaña emprendida. Es un deber de cada cajamarquino el velar por la pureza del agua que tenemos, el agua es el mayor tesoro de la humanidad y cada día hablamos de ella porque se está convirtiendo en una carencia, hablamos de lo que nos falta y el agua ha empezado a faltarnos. No es suficiente con decir que el 70% del agua de Cajamarca se va al mar, es importante, es verdad, pero también es importante denunciar que el agua que se usa en la minería, aunque sea un 1% es agua contaminada irreversiblemente, causando daños ecológicos, exterminando especies y sembrando la muerte a su paso.

Hay lujos que no podemos darnos ya a estas alturas en que el planeta ha empezado a calentarse de un modo dramático. Nunca entendí para qué sirve el oro, nunca entendí ese proceso económico que genera que un poco de metal tenga un precio tan alto y que llene de ambición a la humanidad y a lo largo de la historia haya sido causante de tantos desastres. De hecho nadie puede comer un poco de oro. Pero sí sé que el agua es la fuente de vida de la que depende la humanidad, de la que depende la naturaleza y de la que depende nuestra posteridad.

Dicen que las guerras en el futuro serán por agua, cada día que pasa me siento más cerca de ese futuro. El oro que tenga la humanidad entonces no servirá de nada, tal vez en ese mañana se guarde el agua en bóvedas resguardadas y tener un poco de ella signifique todo.

No sé si las estadísticas de esta campaña sean correctas en cuanto al agua, pero creo que si son correctas en cuanto al oro de Cajamarca El 1% se queda en Cajamarca, el 4% con el Estado Peruano, el 25% con las altas gerencias mineras y el 70% se va… se va… a un mar desconocido del que quizás nunca sabremos.

miércoles, marzo 14, 2007

Valeriana: Su lenta extinción y nuestra indiferencia




La Valeriana es una planta de tallo largo y gruesas raíces, suele crecer en los lugares húmedos, sus flores pueden ser blancas o rosadas. En los meses de otoño generalmente se extraen las raíces de esta planta y se las ponen a secar, cuando han secado despiden un olor fuerte que atrae a los gatos por lo que también se le conoce como “La hierba del gato”. Una infusión de Valeriana es un excelente remedio para la ansiedad, depresión y básicamente para el insomnio, regula los problemas de arritmia cardiaca. La planta está distribuida prácticamente por todo el mundo. En el siglo II A.C. Galeno la recetaba como un eficiente somnífero.

La Valeriana la podemos encontrar en Cajamarca en sus formas más diversas, en cápsulas, en filtrantes, en destilados, extractos, comprimidos, spray, en raíz. etc. La formas pueden variar pero no la eficacia de esta milenaria raíz cuya fama es reconocida en todo el mundo.

Una de las maneras más prácticas de prepararla es a través de los filtrantes que venden en cualquier bodega o centro comercial, los venden bajo el nombre de “relajante natural” y es recomendada por los profesionales de la salud como una de las formas más naturales para tratar el insomnio. Sin embargo hay personas que no toleran el olor ni el sabor ligeramente dulzón y amargo y prefieren las cápsulas de la raíz pulverizada. Las contraindicaciones que tiene son escasas, no se indica el suministro a menores de tres años, pues puede producir somnolencia ni a personas que conducen vehículos, por la misma razón. Tampoco a mujeres en estado de gestación.

En nuestros pueblos la Valeriana ha sido y es una planta muy conocida, su crecimiento es silvestre y hasta donde sabemos no hay en Cajamarca, ni en las provincias lugares donde se siembren estas plantas con el objetivo de industrializarlas, sin embargo algunos laboratorios farmacológicos están comprando a gran escala Valeriana, Manzanilla, Matico, Chancapiedra, Romero, Mejorana, Pimpinela, entre otras plantas, lo que ha generado una depredación inconsecuente para estas especies que se han visto mermadas casi hasta la extinción.

Tal es el caso de la Mejorana, planta aromática que se usaba en el Jamón ahumado que en las décadas de los sesenta dio inmensa fama al jamón de Hualgayoc que eran carnes de cerdo adobadas con menjunjes y mezcladas con salitre y Mejorana, planta que en la actualidad ha desaparecido y que apenas se puede encontrar en minúsculas cantidades casi extintas por la zona de Chetilla.
Somos poseedores de una cuantiosa riqueza que la hemos venido depredando sin miramiento alguno. Medio kilo de raíz de Valeriana cuesta cincuenta céntimos de sol, 200 gramos de raíz de valeriana, en un frasco, con una marca y un registro, en presentación de cápsulas cuestan 35 soles.

Nosotros somos los herederos de un legado que desconocemos, las plantas nativas que despreciamos por ignorancia, son adquiridas por laboratorios que registran la marca, la fórmula y hasta nuestras especies, luego nos las devuelven convertidas en fármacos que cuestan 60, 70 y quien sabe cuantas veces más, al valor que nosotros hemos vendido nuestro patrimonio natural. Es hora de tomar medidas, nuestras especies nativas se extinguen, mientras nosotros bailamos y bebemos alrededor de una unsha, de un árbol al que cortamos con un hacha o machete y cantamos…cantamos… como ya no podrán hacerlo en breve muchas especies.

martes, marzo 13, 2007

Del agua, sus funcionarios, botellas descartables y una ambiciosa minera




Cuando llueve a veces nos sentimos incómodos porque debemos cruzar las calles con no pocas precauciones, porque debemos tomar un carro para llegar a nuestro centro de trabajo o simplemente por el malestar que causa el mojarse bajo la lluvia. Ignoramos que esa lluvia que detestamos quizás un día sea la única fuente de agua dulce que podamos encontrar sobre la tierra.

El agua ha empezado a desaparecer del planeta, el agua ha empezado a ser cada vez más turbia y sucia. Hace unos años vivía en el barrio Chontapaccha, en una casa donde no había agua potable como en muchas casas del vecindario, cada casa tenía un pozo con una larga soga y un balde con el que se extraía el agua, esos tiempos se extinguieron, como se han extinguido varios manantiales ya en esa zona.

Hace unos años se abrían los caños y un agua limpia y cristalina fluía por los caños, siempre nos dijeron que el agua era insípida e incolora, nos mintieron, el agua de aquellos tiempos tenía un olor a pureza a limpia y beberla era tan agradable como acariciar el cielo, su olor era el llanto de la tierra llorando de alegría. Hoy por las mañanas un agua lechosa corre al abrir las llaves, agua turbia y otras veces sucia.

La calidad del agua ha bajado cada día, mientras sus funcionarios pelean y se acusan mutuamente. Siempre me he preguntado si ellos tomarían esa agua potable que nos venden o acaso serán como esos profesores que trabajan en un colegio y matriculan a sus hijos en otros. Estoy convencido que los funcionarios de la empresa que nos vende el agua “potable” tienen sus casas llenas de bidones de agua de marca.

Yanacocha dice que no contamina y es algo que ni siquiera ellos creen. Yanacocha se ampara en las políticas del Estado para seguir trabajando, el Estado Peruano le hace las leyes a la medida cual sastre oficioso y amigo. El Perú recibe millones a cambio de ello y nos conformamos con eso. La Municipalidad recibe tantos millones que no tiene o no sabe en qué gastarlos. También la universidad y otras instituciones. Somos los nuevos ricos que se ganaron la lotería y nos comportamos como tal.

Antes los alcaldes y regidores trabajaban ad honoren y pocos o casi nadie querían ser alcaldes. Luego los alcaldes y regidores empezaron apercibir un sueldo y a todos de repente les nació un amor repentino por la patria y por los pobres, por la tierra donde uno vive, luego vinieron las dietas de regidores y el resto ya todos conocemos.
Quizás en un mañana cercano les contemos a nuestros hijos que habían ríos y que eran como carreteras de agua que cantaban y que esas piedras redondas, oblongas son testimonio de que el agua corría, y que conocimos especies de aves que ellos ya no conocerán excepto por los libros.

Quizás les hablemos de que antes las botellas eran todas de vidrio y que había que regresarlas para cambiarlas por otras, les hablaremos de antes, de ese antes feliz que vivimos, antes de que aparezcan las bolsas plásticas, las botellas descartables, los platos descartables, las cucharas descartables… y la ambición por el oro. Todas aquellas cosas que fueron destruyendo el mundo que algún día nos fue prestado.

Carta de Pablo Neruda luego de la muerte de Javier Heraud





Javier Heraud Pérez, retorna al Perú luego de un periodo de residir en Cuba, presuroso por el régimen político que en esa época se vía en nuestra patria, hizo su ingreso por la frontera con Bolivia ya como integrante del ELN el 15 de mayo de 1963, cuando fue sorprendido por un grupo de militares peruanos y luego de un fugaz tiroteo, Heraud, rendido e inerme fue acribillado con más de treinta balazos. Tenía 21 años y una larga lista de poemas que habían quedado como parte de un proceso poético trunco como su vida. Luego de la violenta muerte varios intelectuales de la época hicieron llegar sus condolencias y sus apreciaciones del hecho a los familiares del poeta y a los compañeros de estudios y de arte, así fue que entre las cartas recibidas figura una de exquisita factura, perteneciente a quien más adelante sería catalogado como uno de los más grandes poetas de América y el mundo. Neptalí Reyes, conocido ya en el mundo de las letras como Pablo Neruda no pudo mantenerse distante de lo que había acontecido en un país que era parte de la América que él amaba, es por eso que envió esta carta a un círculo de poetas peruanos: A continuación la copia textual de la misiva.
Universidad de Chile



ISLA NEGRA, Julio de 1963



He leído con gran emoción las palabras de Alejandro Romualdo sobre Javier Heraud. También el valeroso examen de Washigton Delgado, las protestas de Cesar Calvo, de Reinaldo Naranjo, de Arturo Corcuera, de Gustavo Valcárcel. También leí la desgarradora relación de Jorge A. Heraud, padre del poeta Javier.



Me doy cuenta de que una gran herida ha quedado abierta en el corazón del Perú y que la poesía y la sangre del joven caído siguen resplandecientes, inolvidables.



Morir a los veinte años acribillado a balazos “desnudo y sin armas en medio del río Madre de Dios, cuando iba a la deriva, sin remos...” el joven poeta muerto allí, aplastado allí en aquellas soledades por las fuerzas oscuras. Nuestra América oscura, nuestra edad oscura.



No tuve la dicha de conocerlo. Por cuando ustedes lo cuentan, lo lloran, lo recuerdan, su corta vida fue un deslumbrante relámpago de energía y de alegría.
Honor a su memoria luminosa. Guardaremos su nombre bien escrito. Bien grabado en lo más alto y en los más profundo para que siga resplandeciendo. Todos lo verán, todos lo amarán mañana, en la hora de la luz.


Pablo Neruda



Así concluye la carta que si bien es breve es también profunda, este documento ha quedado casi en la sombra por el tratamiento que se le dio al tema de la muerte de Javier de Heraud en aquel entonces, compañero de Antonio Cisneros, César Calvo, Rodolfo Hinostroza y otras celebridades del verso peruano que han forjado los pilares de la poesía peruana.

“Dios es peruano”: Obra magistral de Daniel Tittinger




EL LIBRO: Editorial: Planeta, ISBN 9972278468, edición: Lima 2006, páginas 181, formato 14 x 22

SINOPSIS: ¿El pisco es peruano? ¿El cebiche es peruano? ¿Dios es peruano?
Este libro cuenta seis historias verdaderas que explican la naturaleza de la peruanidad a través de personajes y productos de bandera. Dios es peruano habla de la belleza, el sabor, el picor y la revancha. Le duela a quien le duela.

Ambrogio Cortesi, párroco de la parroquia Jesús Divino Maestro de Huacho. En una de sus exposiciones luego de la lectura del libro logra resumir de manera excepcional la obra de Tittinger “…La "ópera prima" del joven escritor Daniel Tittinger (1977) se imprimió el mes pasado por el editorial Planeta. Se trata de un conjunto de seis ensayos sobre la realidad peruana de la actualidad, escritos en un género a mitad entre el reportaje periodístico y la narración, que pretenden explicar “la naturaleza de la peruanidad a través de personajes y productos de bandera”


En la primera parte, “Así en la tierra”, en efecto se analizan tres insumos simbólicos de la mesa peruana: el Pisco: muy comentado y poco saboreado
El cebiche: sustantivo de origen y ortografía incierta, para definir una elemental comida de pescadores que se ha ganado las mesas nacionales de manera contundente
La Inka Cola: la única bebida en el mundo capaz de derrotar en ventas a la Coca-Cola.
En la segunda parte, “Como en el cielo”, el autor pasa a presentar personajes:Sixto Paz Welles: representante del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias (sic)
María Julia Mantilla: Miss Mundo 2004, una sonrisa con cuerpo de mujerManuel Cuba: el ingeniero que cree posible llegar al cielo con un elevador.


¿Mi apreciación?
Empezamos por lo mejor: la primera parte del libro, y en especial el entusiasmante capítulo sobre el Pisco. En ello el autor suelta su brío dando a reflexionar con tesis hasta chocantes para espíritus patrióticos. Por ejemplo cuando declara sencillamente que “en Lima el pisco era ignorado, y se rechazaba con la misma repulsión que al perro calato -es una bebida para pobres, que asco-”. O sea que, antes de la guerra comercial con Chile para la obtención de la Denominación de Origen, el pisco no tenía ninguna consideración por la mayoría de los ciudadanos.En contra, me decepcionó la segunda parte, sobre todo por la elección de personajes medio raros y en verdad poco representativos de la vida de los peruanos (exceptuando a la Maju, obvio)…”

Es así como Ambrogio Cortesi, muestra una apreciación interesante y minuciosa, apreciación que compartimos cabalmente dada la certeza con la que se ha detallado la obra. Tittinger ha logrado excepcionalmente construir un libro que induce a la reflexión con ironía y pensamientos entretenidos y locuaces.

Juego de infancia



Fue un día de escuela cuando descubrí ese juego inocente que en ocasiones terminaba en combates sangrientos. Una pequeña lata giraba a miles de revoluciones por minuto sostenida en un eje hecho con una cuerda liviana. El artefacto era de sencilla construcción, bastaba una chapa, esas tapas metálicas de las bebidas gaseosas. Para fabricarlo había que trabajar arduamente. El trabajo empezaba al martillar la chapa con golpes constantes hasta convertirla en una delgada lámina. Luego se quitaba esa plomiza esfera plástica que servía de empaquetadura, quedando la plateada circunferencia desnuda. No sé a ciencia cierta el misterio de la eficacia, pero las chapitas de Coca Cola y de la cerveza Cristal eran las más recomendables para tal fin. No sé si eran de un material distinto o la simple psicología de la niñez que así lo creía.
El trabajo de afilar era minucioso, se afilaba en una piedra frotando la metálica lámina con insistencia, poco a poco se iba convirtiendo en un filoso instrumento capaz de tajar un lápiz. Era fabuloso probar su filo en cualquier madera y ver su eficacia tajando briznas, desastillando maderas. Dos agujeros menudos y equidistantes en el centro terminaban con la construcción de ese juguete que entrañaba siempre algunos peligros. Pero para echarlo a andar se necesitaba de un accesorio final, un hilo que atravesaba por los pequeños hoyos previamente elaborados con un delgado clavo. Una vez ensartada la lámina se anudaba los cabos. La cuerda se sujetaba con los pulgares y la lámina esférica quedaba al centro. Los movimientos repetidos hacia delante de los pulgares, con el fin de torcer el hilo para conseguir un efecto de propulsión venían luego. Cuando los hilos estaban lo suficientemente torcidos se tiraba con los pulgares hacia afuera y la lata empezaba a girar y girar. Entonces su sonido se escuchaba como un canto nocturno zur…zur… zur…zur… una y otra vez. Estaba listo para la lucha, zumbando, girando. Era un arma peligrosa si no se tenían ciertos cuidados.
El oponente, provisto de un arma similar blandía su filosa hoja buscando cortar el hilo que sostenían los pulgares del contrincante. En el fragor de la infantil batalla se encontraban las chapitas en esquivas cabriolas y a veces unas chispas relucían en combativa muestra de la vehemente lucha.
Aquellos combates en ocasiones se alargaban por minutos como dos espadachines en encarnizada querella. Otras veces el ataque frontal y el afán continuo de cortar los hilos del oponente acababan cortándole los dedos o lastimándole la mano, Pero finalmente un certero corte rompía los hilos del rival liquidando el combate y la filuda lata se caía en rápida huída rodando casi avergonzada. Ese era el epílogo de la batalla. Entonces el perdedor quedaba con los hilos enredados en los pulgares y con la vergüenza clavada en el alma. El vencedor seguía haciendo zumbar el zurzur victorioso mientras esa onomatopeya de su grito repetía ese sonido tenue: zur… zur…
Hoy otros combates nos atañen, otras derrotas, otras heridas más grandes y menos visibles. Porque la infancia se marchó como aquella chapita que huía despavoridamente avergonzada cuando el juego terminaba.

“Grandes Miradas” Alonso Cueto narra aspectos desconocidos de la mafia Fujimori-Montesinos



El LIBRO: Editorial PEISA, Edición Lima 2003, 328 páginas, formato 13,5 x 21,5 cm.

SINOPSIS: Guido Pazos es un juez probo que se ha enfrentado a la corrupción en el Perú de Fujimori y Vladimiro Montesinos. Cuando Guido es asesinado, su novia Gabriela decide tomar venganza. Ella descubre de pronto su zona de penumbra y de violencia interior y se sumerge en todo aquello que siempre había rechazado: el sexo, la violencia, las trampas y mentiras. Este cambio despierta la admiración y la alarma de su amigo Javier, un periodista sumiso a la administración del gobierno de Fujimori y Montesinos, que va a acompañarla a los últimos estados de su búsqueda obsesiva. "Grandes miradas", del novelista y cuentista peruano Alonso Cueto (Lima, 1954), muestra cómo la solidaridad, la compasión y la vocación de justicia pueden alzarse y prevalecer aún en los peores momentos de la historia.

TEORIA: Cueto manifiesta “Hay una frase de George Elliot que dice que si nosotros estamos aquí, si estamos donde estamos, se debe a que alguien en algún lugar cumplió con su deber, hizo algún gesto heroico, alguien en algún lugar hizo lo que tenía que hacer. Y bueno a esta gente le debemos que las cosas no estén peor de lo que están. Es gente de la que nadie nunca se enteró que hicieron lo correcto y que hoy día descansan en tumbas que nadie visita. Reconocer eso, entenderlo y dar cuenta de ello es una manera de explorar los extremos a los que puede llegar la conciencia de los seres humanos. La novela es una ocasión para explorar en la práctica hasta dónde pueden llegar las personas”. Es por ello que tomó la decisión de poner como protagonista de su novela a un juez que en la vida real fue asesinado en el año 2000. El juez en cuestión, refiere Cueto es un personaje que era la antítesis de Montesinos, Mientras Montesinos sabía que filmando a las personas que eran sobornadas se hacía de cartas bajo la manga, el juez era una persona que hacía su trabajo con rectitud y seriedad, un hombre limpio que se convirtió en una molestia para el sistema que operaba en esa dictadura, por eso fue asesinado.

La trama es complementada con una comparación de las personalidades de Fujimori y Montesinos, sin querer mostrar al juez como un ángel y al corrupto dúo como demonios, sino que según manifiesta Cueto lo que hacen Montesinos y Fujimori es una manera de vengarse de su pasado, un pasado angustioso y lleno de carencias. Eso es lo que marca la historia del Perú. Concluye.
La Novela fue llevada al cine por Francisco Lombardi, luego de que Giovanna Pollarolo le hiciera un guión cinematográfico excepcional.

Alonso Cueto (Lima, 1954) es uno de los narradores peruanos más fecundos no sólo por la natural frecuencia de sus cuentos y novelas, sino porque ha convertido a la clase media limeña en un espacio de exploración fluida que apasiona, se ha convertido en uno de los novelistas contemporáneos más destacados, sus libros se reimprimen y han empezado a traducirse a otros idiomas.

viernes, marzo 09, 2007

ISABEL ALLENDE: La Peruana que acabó siendo una de las chilenas más representativas.




Una de las revistas más importantes de Chile reconoce que el nacimiento de Isabel Allende se produjo en Lima. Aquí un extracto:

Nació en 1942 en Lima, Perú donde su padre se desempeñaba como diplomático. Abandona Chile tras el golpe de estado que en 1973 derrocó al Presidente Salvador Allende Gossens, su tío. Mientras miles de sus compatriotas mueren asesinados en los primeros días del golpe, cientos de miles son encarcelados, cerca de 2.500 desaparecen durante los años de la dictadura del general Augusto Pinochet y muchos son obligados a tomar el camino del exilio. Isabel Allende es una de ellos; primero se exilia en Caracas, Venezuela, actualmente vive en California, Estados Unidos.
Periodista de profesión, tuvo durante 15 años una columna humorística en su país y más tarde en Venezuela. Hizo televisión, escribió crónicas periodísticas que abarcaron diversidad de temas, obras de teatro y cuentos infantiles. Hoy es sin duda la novelista latinoamericana más leída en el mundo."En mis libros -ha dicho Isabel Allende- he querido contar la tragedia de este torturado continente y la esperanza de los hombres y mujeres que luchan por un mundo mejor."
Toda su obra literaria ha sido escrita en el exilio, aunque Chile es el centro geográfico de la mayor parte de sus historias. "La casa de los espíritus" la sitúa como una de las más importantes escritoras del continente. Narra Isabel Allende en su primera novela sus recuerdos de infancia, aquellos que poblaron la vieja casona habitada por sus abuelos, aquella que le abrió el mundo de la fantasía y el mundo de los libros. Vivió Isabel Allende los primeros momentos de la dictadura y aparece esta vivencia en la novela, así como también aparece la visión de la historia de Chile a través de las mujeres, personajes claves, que componen esas cuatro generaciones de la dinastía de los Trueba.
Le sigue "De amor y de sombra" en la cual relata la aparición en una mina del norte de Chile de los cuerpos de campesinos asesinados por los servicios de seguridad de la dictadura. Meses más tarde la ficción se transforma en realidad cuando efectivamente se dieron a conocer los detalles sobre el descubrimiento de uno de los primeros cementerios clandestinos en el país.
En 1987 publica "Eva Luna" a la que le siguen "Los cuentos de Eva Luna", primeras obras en las que no aparece directamente reflejada la temática de la dictadura. En 1991 aparece "El plan infinito", basada en la vida de William Gordon quien le confió sus secretos y quien es hoy su marido. Más tarde, "y para no volverme loca" según propia confesión, escribió "Paula" en la que describe la terrible enfermedad que terminó con la joven vida de su hija. El 21 de abril de 1998 presentó "Afrodita" en Barnes & Noble en New York y dijo: "escribo porque soy una comunicadora, al comienzo fui periodista, necesito contar mis historias, necesito de la otra parte de mis libros, de ustedes, los lectores, sin los cuales mi obra no estaría completa".

Anécdotas de Facundo Cabral contadas por él mismo



"El ahijado"


El poeta indio Tagore, que bautizara "mahatma", es decir, alma grande, a Ghandi, decía que cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, más cuando el hombre canta Dios lo ama.


Mi madre poco antes de morir, me dijo: muero contenta porque cada vez te pareces más a lo que cantas.

Juan Francisco, mi ahijado, dice, a sus dos años de edad, que soy artista porque canto, y que canto para poder comprarle chocolates, que es lo más razonable que escuché sobre mi oficio.


Borges

Cuando le pregunté a Borges porqué no había libros suyos en su biblioteca, me dijo: porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura.


Cuando le pregunte qué le había parecido Arreola, que acababa de visitarlo, me dijo: es un verdadero caballero, me dejó dos o tres silencios.


Cuando le pregunté por Cien años de soledad, que le habían leído, me dijo: los primeros cincuenta años son memorables...


Al verme asombrado por su presencia en mi concierto, Ray Bradbury me dijo: me asombra que se asombre de encontrar un Bradbury viniendo de un país que tiene un Borges que es asombroso.


La Madre Teresa de Calcuta
Pregunté a la Madre Teresa en Calcuta: ¿cuándo descansa? y me dijo: Descanso en el amor. Le pregunté: ¿cuál es el lugar del hombre? y me dijo: Donde sus hermanos lo necesitan. Le dije: nunca la escuche hablar de política, y me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política, una sola vez me detuve 5 minutos a escuchar un político, y en esos 5 minutos se me murió un viejecito en Calcuta.


Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.
Una señora, impresionada por verla bañar a un leproso, le dijo: yo no bañaría a un leproso ni por un millón de dólares, a lo que Teresa contestó: Yo tampoco porque a un leproso solo se lo puede bañar por amor.


El viejo Tarahumara, el campesino chino


Pregunté a un viejo Tarahumara porqué no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo: Si las armas fuesen necesarias, habríamos nacido con ellas. Me dijo un campesino chino: Si quieres ser feliz un día emborráchate, si quieres ser feliz una semana cásate, si quieres ser feliz toda la vida sé jardinero.
El regalo de la libertad
Cuando me fui de mi casa, niño aún, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero fue darte la vida, el segundo la libertad para vivirla.

martes, marzo 06, 2007

NEREIDA IRENE VILCA SAURO: La profesora que obtuvo veinte en la evaluación de profesores



Este jueves se celebra “El día internacional de la Mujer” es propicia la oportunidad para resaltar a aquellas mujeres que han dado brillo a su género en medio de una sociedad que aún no se ha despercudido del insensato machismo. El viernes 23 de febrero Nereida Irene Vilca Sauro obtuvo la nota más alta entre todos los profesores del Perú al obtener un rotundo 20, ella recibió una condecoración del Estado Peruano, lo que demuestra que algunos maestros peruanos sí están dispuestos y pueden trabajar en este nuevo sistema educativo. La educación del Perú es la peor a nivel de Latinoamérica, estadísticamente sólo comparada a la de Haití.
El 32.6% de los profesores de colegios estatales tiene un nivel cero en comprensión de lectura, y el 15.9%, un nivel uno. Esto quiere decir que el 48.5% de los docentes no entiende lo que lee o, simplemente, entiende poco. El resto (el 51.5%) tiene un buen nivel de comprensión.
Pero la situación es realmente dramática cuando se menciona la capacidad que tienen los profesores para entender los problemas lógico-matemáticos. El 85.7% de los evaluados no está en la capacidad de resolver las más elementales operaciones y todo se complica cuando se le presentan ecuaciones. Ahora se entiende claramente las pataletas del SUTEP para rendir el examen.
Nerida Vilca Sauri posee dos especialidades y es una permanente estudiosa, tiene una elevada autoestima por el nivel de auto confianza y sana actitud, que según sus amigas, muestra. El Estado a través del Ministro de Educación José Chan y del propio presidente de la República le ha hecho llegar su beneplácito y reconocimiento a su contribución a la educación Peruana.
Nacida el 5 de abril de 1975 en el anexo Chilata (3 mil metros s.n.m.) distrito de Puqina, prov. General Sánchez Cerro departamento de Moquegua.

Estudios: primaria en la escuela estatal Nº 43083 de Chilata, secundaria colegio Padre Fancois D’ate de Arequipa. Universitarios UNSA (Universidad Nacional de San Agustín) logrando el título de licenciada en Educación especialidad de Físico Matemática. Tiene una segunda especialidad en Ingeniería Informática logrado también en la UNSA.

Nombrada en el 2003 en el Colegio José Manuel Ubalde Zeballos como profesora de Físico Matemática en donde laboró hasta el año pasado para luego ser reasignada el último 9 de febrero al Colegio Técnico de Chacahuayo que es un lugar más cercano a la ciudad de Arequipa. Es casada con un profesor secundario con quien tiene un hijo de 3 meses de edad.

Los primeros puestos correspondieron a Irene Vilca, Alberto Yampufe, Ana Bravo, Julio Rentería, Silvia Deza, Javier Benites, Noemí Carpio, Raúl Mucha, Liler Acuña., quienes enseñan en el interior del país y fueron distinguidos con la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos.
García señaló que los docentes tendrán una capacitación de 220 horas y de acuerdo con sus necesidades. A los profesores que ocuparon los 100 primeros lugares se les dará becas para que sigan maestrías en las mejores universidades del país. Nereida Vilca ha dado lustre a la mujer peruana y ha demostrado que aún muchas cosas en nuestra patria son posibles.

lunes, marzo 05, 2007

Me he divorciado de Tito, mi ex-cuñado






Cuando Lena y yo decidimos divorciarnos creíamos que era un trámite sencillo como lo fue el casarnos. El amor había envejecido y como una flor que es arrancada de su tallo se había convertido en un racimo de días desabridos que era preciso terminar por bien de la salud mental de los tres, pues teníamos un hijo de tres años al que amábamos mutuamente.

La familia de mi ex esposa, una familia modesta, recibió con algarabía la noticia pues en realidad siempre hubo una inquina prodigada con veladamente, inquina que en honor a la verdad era mutua. Antes del matrimonio siempre había pensado que la familia de mi pareja era un asunto secundario, craso error, la familia de nuestra pareja es la sombra perpetua, la tradición con un apellido, la manera de ver la vida, de vestir, de compartir, de comer, de pensar.

Nuestra ruptura matrimonial se firmó por mutuo acuerdo al comienzo, luego tuvo una variante hacia una demanda formal. Cierta trágica mañana Lena en un acto de locura y arrebato que había sido planificado fríamente con su familia, llegó quejumbrosa hasta la casa en la que vivía con mi pequeño. Quiero ir de día de campo con el niño me pidió con la voz entrecortada, me pareció que era un derecho que no le podía negar. Entonces vestí a nuestro hijo y nos abrazamos esperando vernos el día siguiente. Han pasado más de tres años desde ese día y el día de campo no ha terminado, no he vuelto a saber nada de mi hijo pese a mis infructuosas búsquedas diarias.

Pero como todo había sido calculado con frialdad, mi ex esposa (ahora ex todo) había dejado un poder notarial a su hermano, un tipo parco que apenas articulaba frases coherentes como su representante para seguir con el juicio de divorcio.

Cierta mañana me llegó una notificación por debajo de la puerta, en ella con letras mecanografiadas decía: Demandante Tito Flores Rosas, Demandado: mi nombre, Causa: Divorcio. No pude evitar el sonrojarme al leer tan infamante papel. Un hombre me pedía el divorcio, me decía que nuestra vida era insostenible y que nuestras grandes diferencias habían dilapidado el amor que alguna vez nos ató… En mi país suceden cosas así, son los vacíos legales que existen y que permanecen vigentes en códigos que siempre tienen una doble interpretación.

Mi hijo desaparecido, al que no veo tres años y unos meses y del que no sé absolutamente nada fue arrebatado de sus días de jardín, sus clases de inicial mutiladas. En las comandancias no me aceptaron denuncia alguna porque entre padres el secuestro ni el rapto existe. Continuamente me siguieron llegando notificaciones de divorcio de mi ex cuñado. Ahora estoy divorciado, Tito cobra la pensión de mi hijo y ahora me ha exigido un aumento, pese a negarse a informarme sobre el paradero de mi hijo. Sólo en el Perú pueden pasar tales aberraciones.

Ahora estoy legalmente divorciado, pero siempre me asaltan las dudas jurídicas y me pregunto si realmente me divorcié de Lena o ciertamente de quien estoy divorciado es de Tito. Cuando lo encuentro en la calle y veo su rostro salpicado de viruela pienso que tan mal gusto no he podido tener y que no es posible que me hayan divorciado de un hombre con el que nunca me casé… Sólo en el Perú verdaderamente pueden pasara estas cosas.

domingo, marzo 04, 2007

La alegría de Pamela




Para Pamela ha llegado un día muy importante. Pamela ha cumplido seis años y tendrá una fiesta, ella es una niña que ha heredado los ojos de su madre y el carácter de su padre. Algunas veces la he visto deletreando en un libro de cuentos o inventando historias de hadas y duendes, conoce a personajes animados de la tele que yo desconozco en absoluto, fue por ella que supe que Bob Esponja era una esponja marina y que Calamardo era un calamar, y que Bob y Patricio eran los mejores amigos de ese mundo sumergido. Sé que tiene una fascinación enorme por Barney, ese personaje rechoncho que no me agrada mucho porque me parece aburrido.

Pamela es la hija de mi hermano, con el que compartí toda mi infancia, mis juegos, mis disgustos. Cuando éramos niños él tenía una jaula diminuta para insectos en ella atrapaba moscas, arañas, grillos… que a veces secretamente liberaba. Siempre fue muy hábil para crear toda clase de sistemas, inventaba trampas para que cuando alguien entrara a casa en carnaval un balde lleno de agua se le vaciara en la cabeza, él entonces contemplaba con alegría desde un lugar distante y era feliz. Inventaba trampas para cazar gatos que en la nocturnidad de la casa se adentraban en la cocina, los examinaba largas horas después en su cautiverio y luego los domesticaba.

Coleccionaba toda clase de cachivaches porque veía en ellos siempre una utilidad o una ganancia. Alguna vez los bolsillos de mi hijo llenos de pequeños y extraños objetos me harían recordar a los bolsillos de mi hermano.

Cuando somos niños nuestras preocupaciones son distintas, pero cada una de ellas es un mundo que nos maltrata, un diez en la libreta o una pelota rota puede significar largas horas de tristeza y de silencio. En aquellos tiempos mi hermano y yo no sabíamos qué vendría después, la jaula de insectos quedó en el ayer para siempre una mañana, mi juego de ajedrez se quedó detenido en cualquier parte, y llegaron nuestros hijos como la luz a un nuevo día. Esa luz para mi hermano se llama Pamela, ahora ella tiene seis años, esa edad que nosotros ya nunca volveremos a alcanzar y ella tiene una piñata que nosotros con nuestra altura no podemos tocar.

Mi hermano dejó los elementales sistemas para cazar insectos y gatos, ahora es un ingeniero de sistemas y hace complejos programas; del ayer solo queda el recuerdo.

Pamela un día recordará este día y también a su piñata, sus amigos, sus gorritos, la mirada de su madre acariciándola en la tarde, los abrazos de su padre enseñándole el mundo por delante. Un día cuando las palomas de esta tarde hayan volado para siempre, cuando nuestras miradas envejecidas vean otras tardes también ella recordará sus tardes de niñez. Por ahora es feliz cantando una canción que aprendió en la escuela, ha descubierto que el mundo tiene formas y colores.

Después de tantos años el recuerdo vuelve como olas a la orilla de esta tarde, hoy la tristeza me busca para jugar a las escondidas, yo aún sigo liberando a los insectos y escribiendo los días en el silencio de las horas. A todos nos pasa que alguna vez queremos volver a tener seis años y cerramos los ojos para sentirnos queridos.

Pamela ha cumplido seis años y ella lo sabe, sus ojos felices brillan como el agua. Pamela tiene seis años y Dios también lo sabe.

viernes, marzo 02, 2007

“Las pequeñas memorias” Libro del escritor portugués José Saramago relata su infancia y pre-adolescencia.



Primero pensó en titularlo “El libro de las tentaciones”. Porque para un niño el mundo entero se ofrece como una gran tentación. Sin embargo, al final, José Saramago optó por titularlo “Las pequeñas memorias”.
A continuación, partes del capítulo en el que el Premio Nobel de Literatura 1998 narra el episodio que él mismo ha definido como su primer y más traumático recuerdo:


"La madre y los hijos llegaron a Lisboa en la primavera de 1924. En ese año, en diciembre, murió Francisco. Tenía cuatro años cuando una bronconeumonía se lo llevó. Fue enterrado en la víspera de Navidad. Hablando con el mayor rigor, pienso que las llamadas falsas memorias no existen, que la diferencia entre éstas y las que consideramos ciertas y seguras se limita a una simple cuestión de confianza, la confianza que en cada situación tengamos en esa incorregible vaguedad a la que llamamos certeza. ¿Es falsa la única memoria que guardo de Francisco? Tal vez lo sea, pero la verdad es que ya llevo ochenta y tres años teniéndola por auténtica...


Estamos en un sótano de la calle E en el Alto do Pina, hay una cómoda debajo de una abertura horizontal en la pared, larga y estrecha, más tragaluz que ventana, rasante con el pavimento de la calle (veo piernas de personas pasando a través de lo que supongo que será una cortina), y esa cómoda tiene dos cajones inferiores abiertos, el último más hacia fuera de manera que hace una especie de escalera con el siguiente. Es verano, tal vez el otoño del año en que Francisco va a morir. En este momento (el retrato está ahí para quien lo quiera ver) es una criatura alegre, sólida, perfecta, que, por lo visto, no tiene paciencia para esperar a que el cuerpo le crezca y los brazos se le alarguen para llegar a lo que se encuentra sobre la cómoda. Es todo lo que recuerdo. Si la madre apareció para cortar de raíz las veleidades alpinas de Francisco, eso no lo sé. Ni siquiera sé si ella estaba en la casa, si habría ido a fregar las escaleras de algún edificio próximo. Si lo tuvo que hacer después, por necesidad, cuando yo ya era lo suficientemente mayor como para comprender lo que pasaba, es más que probable que lo hiciera entonces, cuando la necesidad era mayor. El hermano de Francisco nada podía hacer para amparar en la caída al osado alpinista, en caso de producirse. Debía de estar sentado en el suelo, con el chupete en la boca, con aquel su poco más de año y medio, ocupado, sin que pudiera ni imaginar que lo estaba haciendo, en registrar en cualquier lugar de su pequeño cerebro lo que estaba viendo para poder venir a contárselo después, una vida después, al respetable público. Ésta es, pues, mi memoria más antigua. Y quizá sea falsa...
Falsa, sin embargo, no es la que viene ahora. El dolor y las lágrimas, si pudieran ser llamados aquí, serían testigos de la violenta y feroz verdad. Francisco ya murió, yo tendría, creo, entre los dos y los tres años. Un poco alejado de la casa (todavía estamos viviendo en la calle E), había un montículo de caliza abandonado de alguna obra. A la fuerza (mi débil resistencia de nada podía servirme), tres o cuatro niños ya crecidos me llevaron hasta allí. Me empujaron, me tiraron al suelo, me bajaron los pantalones y los calzoncillos y, mientras unos me sujetaban los brazos y las piernas, otro comenzó a introducirme un alambre.

Balcon Interior

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