Amanece lloviendo como cada mañana de la última semana, vivir en Cajamarca se ha tornado cada vez más complicado. Los drenajes de las calles no se abastecen para cumplir su función apropiadamente. Las veredas que hace poco fueron reconstruidas se han convertido en un peligro, todas fueron pulidas en un acto de barbarie, la lluvia las convierte en superficies lisas y resbaladizas que pueden causar accidentes.
Amanece lloviendo y la ciudad se inunda de hombres y mujeres con paraguas, de niños con paraguas, de ambulantes con paraguas, de vendedores con paraguas. Cada gente que camina en la ciudad húmeda tiene un paraguas que se torna en un peligro por las varias puntas de metal que tiene. Caminar por la ciudad se ha convertido en un fastidio. Hay que bajarse de las aceras para estar protegidos de los cientos de paraguas que surcan las veredas, hay que bajarse y caminar por la orilla de las pistas para evitar darse un resbalón y caer sentado en esas veredas pulidas y peligrosas. Hay que arriesgar la vida caminando por la orilla del asfalto que ha empezado a quebrarse.
Posiblemente las autoridades, el alcalde, los regidores… nunca se darán cuenta de que las veredas cuando llueven se convierten en jabones. Ellos nunca lo sabrán porque se movilizan en camionetas y aún de saberlo tampoco les importaría mucho probablemente, al final las veredas ya están hechas.
La mañana sigue avanzando y con ella la lluvia y la gente con sus paraguas, las cientos de personas que se compraron un paraguas y que a decir verdad no los saben usar, por lo menos la gran mayoría no saben usarlo, se desplazan con el paraguas erguido por el centro de la acera y uno tiene que pegarse a las paredes cual insecto disecado para evitar ser rasguñado por una de esas puntas peligrosas.
Los paraguas se han convertido en armas peligrosas y sofisticadas capaces de herir a los transeúntes, la ciudad está infestada de paraguas y de veredas resbalosas. La lluvia sigue cayendo.
Vivir en la ciudad se va haciendo más complicado cada día, existe mucha gente en la ciudad con un paraguas erguido y extendido que no sabe usarlo. Los paraguas ya han malogrado dos de mis casacas y me han arañado dos veces más en el rostro y una en el cuello. El arañazo en el cuello me trajo un problema mayúsculo, porque mi novia no me quiso creer que un paraguas había arañado mi cuello.
Los paraguas pueden causar heridas en el rostro y causar distanciamientos inútiles. Las veredas húmedas pueden causar golpes dolorosos como aquellos que ya he sufrido. Los paraguas pueden causar rompimientos conyugales o en su defecto evitar que se concreten matrimonios.
Los paraguas y las veredas mojadas pueden causar tantas cosas que el alcalde y sus regidores nunca van a saberlo porque ellos andan en camionetas y yo soy simple ciudadano de a pie.