Nuevamente el Congreso de la República se encuentra en el ojo de la tormenta, una vez más se hace noticia gracias a los informes policiales que salen desde el hemiciclo y no precisamente son crónicas que deban llenarnos de orgullo.
La improvisación caracteriza al Perú, los políticos outsider han sido el emblema de las elecciones en las últimas décadas. El Perú carece de una casta política, una clase que siga un estándar ético definido. Por eso Susy Díaz llegó a ser congresista y Tongo pretendió una curul y el Mero loco, seguramente que de aquí seguirá Melcochita, Florcita Polo y hasta Keiko puede llegar a ser presidenta del Perú, de hecho Monique Pardo ya se lanzó a la arena política buscando ser la alcaldesa de un distrito limeño.
Este parlamento tiene cifras vergonzosas. Todas las bancadas se han visto inmersas en hechos dolosos, del total de congresistas que tenemos en la actualidad, 23 han sido materia de escándalos, 9 de ellos fueron suspendidos y tres afrontan juicios por causales distintas. Solo en las dos últimas semanas el asesor de la Congresista Nancy Oregón fue detenido por posesión de 140 kilos de cocaína, la congresista Rosario Sasieta por abuso de autoridad y maltrato laboral y Ricardo Palma ha sido denunciado por violencia y acabó nada menos que apuñalado por su propia esposa quien alega que lo hizo en defensa propia.
Otros casos sonados son el de Walter Menchola y su relación con una practicante a quien el congreso le pagaba 3 mil Nuevos Soles, la afición desmedida del congresista José Anaya quien supuestamente gastaba 400 Nuevos Soles por pollos a la brasa en una cena, Edgar Núñez y su caso de filiación que hizo que reconozca a su hija después de 10 años.
El artículo 93 de la Constitución es preciso, los congresistas representan a la nación, es decir a todos los peruanos. Deberían diferenciarse por su talento, inteligencia, ética y por su modo de conducirse dentro de la sociedad, lamentablemente en el Perú sucede todo lo contrario. La institución congresal se ha visto socavada por escándalos permanentes, comportamientos vergonzosos que son la prueba de que los partidos políticos son simples coyunturas que buscan financiamiento económico y no afianzamiento ideológico.
Los congresistas fueron elegidos por nosotros, ellos ocupan una curul gracias a los votos que les dimos. Y nosotros escogemos de las opciones que los partidos políticos nos brindaron. Dicen que un pueblo tiene los gobernantes que se merecen, seguramente que eso no se ajusta a nuestra realidad. Los peruanos no merecemos una estirpe de cínicos redomados en el congreso, con las excepciones del caso, con las más honrosas y ya casi extintas excepciones.