En la famosa cumbre de UNASUR los presidentes sudamericanos se reunieron en Bariloche para tratar una compleja agenda en la que todos los países involucrados tenían algo que decir, unos más que otros, otros simplemente menos, límites, tierras y armamentismo, incursiones, mar, tratados y otros problemas fueron la médula del encuentro que estuvo lleno de sarcasmos y situaciones conflictivas.
En su discurso en la Cumbre de Unasur, por ejemplo, el Presidente Alan García dirigió principalmente sus dardos al venezolano Hugo Chávez. Refiriéndose a temores venezolanos por la presencia de militares estadounidenses en Colombia, García dijo que si es por el peligro de “que puedan dominar el petróleo (de Venezuela), hombre, para qué van a dominar el petróleo si usted se lo vende todo a los Estados Unidos”.
La frase provocó sonrisas, incluso del propio Chávez. García dijo de inmediato que se trataba de una broma.
Por su parte el engorilado Chávez expresó: Qué cosa tan horrible! Horrible, un chiste de los malos. Él llegó con ganas de ser gracioso. Después se dirigió a mí con unas expresiones que fueron tomadas por algunos medios de comunicación como sátira. Yo no le hice caso, porque yo iba a lo mío en la cumbre”, señaló.
Luego de todo el barullo, concluyó la reunión y los presidentes de todas partes se regresaron a sus países de origen sin saber que entre ellos y en esa cumbre también estuvo reunida la influenza AH1N1, esa gripe que se expandió por todos los países del mundo y que le da lo mismo la pobreza extrema o la supereconomía de cualquier potencia, que no diferencia entre libremercado o bloqueos económicos, entre izquierda radical, centro o ultra derecha, entre nacionalismo o inversionismo extremo, entre ingles, español, indú, alemán, japonés malayo, quechua, aymara o cualquier guerrilla centroamericana.
Y fue así que el presidente colombiano, Álvaro Uribe, la contrajo sin saber como ni cuando pero sí con la certeza de que fue en Bariloche, entre fastuosas cenas y urticarias conversaciones.
Todos los presidentes al llegar a sus países de origen empezaron a enterarse de la incómoda noticia, todos a tomar sus precauciones, a llamar a sus médicos y examinar también a la familia presidencial de cada uno.
El virus de Bariloche fue más incómodo que cualquier comentario rebuscado, que cualquier aseveración capciosa de políticos viejos o dictatoriales, de oportunistas o felones, de vulgares disfrazados de andinos lanzando escupitajos a la soberanía de sus vecinos. El virus de Bariloche hizo algo que no consiguió la UNASUR y fue el de unir a todos los mandatarios en una desinfección profunda, y claro, pensar también en que nada es eterno y que nadie está libre de acabar en un ataúd víctima de la mal llamada gripe porcina o quizás en este caso, nunca tan bien llamada.