La semana pasada, el centenario y venerado árbol de La Cruz del Molle fue mutilado sin previa autorización de su propietario, pese a encontrarse dentro de la propiedad privada una grúa se las ingenió para perpetrar ese crimen. La algarabía en un grupo de vecinos de religión sectaria fue general, pues veían en el vetusto árbol un icono pagano ya que este era considerado como un altar para un grupo de personas que al rezarle o venerarlo no hacían mal a nadie, excepto a los dogmáticos, excepto a los que se rasgan las vestiduras y que se creen dueños y poseedores de la verdad absoluta.
La causante del aberrante acto fue una compañía que provee de luz a la ciudad, compañía que para mover un poste de su alumbrado, postes mal ubicados o que implican riesgo a los transeúntes, hace un trámite burocrático que tarda meses, además de los estudios previos que realiza, pero que no tiene ningún reparo en cercenar el patrimonio cultural de Cajamarca como lo era el añoso molle.
La Beneficencia Pública de Cajamarca se ha unido a ese grupo de antiecologistas y ha derribado varios árboles de nuestro cementerio, que por cierto, se encuentra en una fase de reciclaje, pues como hace varios años que ha quedado sin cupo alguno, la Beneficencia optó por invadir la parte más débil, aquella que esta densamente ocupada por los cadáveres de la gente más humilde de nuestro viejo cementerio, para construir nuevos pabellones de nichos. Al fin y al cabo los pobres nunca van ser escuchados y menos aún si están muertos.
Hace unos meses un proyecto intestino del Municipio pretendía arrasar con las garzas que habitan el también centenario árbol de la plazuela Amalia Puga. Empezaron por cortarle unos brazos so pretexto de una poda, pero ante los reclamos de los ciudadanos que defienden la ecología, el proyecto se detuvo. Los gases tóxicos fueron otra propuesta clandestina de algún desquiciado. ¿Pero que es lo que aducen los exterminadores ecológicos en cuanto a estás bellas aves? La respuesta es simple… Las aves defecan y han hecho de la plazoleta un lugar en el que hay que pasar velozmente y no sin dejar de tomar ciertas precauciones. Entonces las aves merecen morir porque tienen una actividad fisiológica normal como la tiene cualquier ser vivo. Entonces, si ese es el crimen, ¿vamos a dejar el mundo vacío?, vacío de seres humanos, vacío de animales, vacío de seres vivos.
¿Dónde están los ecologistas? ¿Cuál será el próximo atentado a la ecología? ¿Serán las palomas que se pasean en el atrio de la Iglesia San Francisco? Una sociedad que no vela por su naturaleza y la destruye sin misericordia va camino hacia la nada.
El molle es uno de los árboles más representativos de Cajamarca, el capulí fue casi exterminado en las unshas. Se corta un árbol, se lo vuelve a parar, se lo viste con serpentinas, se baila enloquecidamente alrededor de él, y otra vez se lo vuelve a derribar con un hacha o un machete. Esa es nuestra cultura. Quizás no sea mala idea cortar todos los árboles, como se hizo en la avenida de los héroes para sembrar en su lugar postes de cemento que nos alumbren. Para poder contemplar con claridad nuestro final, nuestra regresión evolutiva, nuestro descenso hacia la nada.