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lunes, agosto 14, 2006

ALFREDO BRYCE. El loco genial de la literatura.


La escritura de Alfredo Bryce Echenique se caracteriza por un estilo que favorece el lenguaje oral, el humor y la ironía. Su obra pertenece a la nueva narrativa hispanoamericana surgida alrededor de los años sesenta y setenta, que - conforme con la nueva realidad de los países hispanoamericanos - comienza a integrar, en mayor medida, los espacios urbanos, la cultura popular, y las expresiones culturales de los medios de comunicación de masas, en sus textos.
Alfredo Bryce Echenique es ligeramente posterior a los autores asociados con el Boom. Sus textos podrían denominarse realistas - aquí no hay referencias míticas o elementos mágicos - y corresponden a un contexto contemporáneo, urbano.
El narrador peruano Alfredo Bryce Echenique nació en Lima en 1939, en el seno de una familia acomodada y de apellido ilustre, siguió estudios de Letras en la Universidad de San Marcos, y viajó en 1964 a París.
Se doctoró en la Sorbona, universidad de la que luego sería maestro por varios años, así como en las de Vincennes y Montpellier. Posteriormente, pasó a vivir en Madrid, donde se ha convertido en un autor auténticamente popular. Hace unos años regresó a nuestro país con intenciones de volver a establecerse aquí. En 1968 ganó el Premio Casa de las Américas por su libro de cuentos Huerto cerrado, publicado ese mismo año. Un mundo para Julius (1970), su primera novela, es considerada como la mejor de todas por el exacto equilibrio entre la ironía crítica y el sabor nostálgico con los que evoca el mundo de la alta burguesía limeña —algo venida a menos pero no por eso menos aristocratizante o menos celosa de sus buenas maneras—, desde el que el protagonista sale a descubrir una realidad muy distinta. En 1974 apareció su segundo libro de cuentos, La felicidad ja, ja. Sus siguientes novelas son amplias narraciones con héroes peruanos trasplantados a Europa, cuyos vagos proyectos literarios se disuelven en una especie de bohemia internacional y en frustradas aventuras sentimentales. Ejemplos de eso son Tantas veces Pedro (1977), La vida exagerada de Martín Romaña (1981) y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (1985); las dos últimas son parte del díptico titulado Cuadernos de navegación en un sillón Voltaire.
En los últimos años ha publicado las novelas La última mudanza de Felipe Carrillo (1988) y No me esperen en abril (1995); libros de narraciones como Magdalena peruana y otros cuentos (1986) y Dos señoras conversan (1990); sus "antimemorias" Permiso para vivir (1993)…
El escritor ha hecho de su doble experiencia, la de limeño criado según las costumbres tradicionales de la vieja burguesía, y la de escritor latinoamericano insertado en el ambiente cosmopolita europeo, la base de historias cuyo encanto es el humor, la espontaneidad del trazo narrativo y la cualidad oral del lenguaje. Bryce tiene el don natural del narrador: entretener, inventar tramas, crear personajes. Sus relatos están sobrecargados de incidencias y peripecias que, teniendo referentes reales (y muchas veces autobiográficos), adquieren un sesgo delirante. Podrían considerarse ejemplos de "realismo burlesco", por la alegre despreocupación vital de sus personajes y las situaciones grotescas en las que se ven envueltos. Pero bajo su amena superficie, se percibe una suave melancolía, una resignada elegía por los dorados tiempos de la infancia, por la juventud perdida o por el amor siempre fugitivo.

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