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lunes, agosto 14, 2006

Arcoiris: Mi ex amiga vive en un closet.


Sonia, mi ex amiga, es una lesbiana incomprendida, incomprendida por ella misma, porque que aún no sale del closet. Incomprendida por su familia, porque no pueden concebir esa manera de amar propia de ella. Sonia es un personaje en la ciudad, sus grandes zapatos son el remedo de los de un militar en un desfile cívico, su traje oscuro siempre, un pantalón, un saco sastre, un llavero en las manos con pocas llaves como sus amistades. Y como la cereza de la torta… un rostro hombruno, tosco, feo. Sus carcajadas son horrendas, las de un camionero pueden ser más frágiles. Y su voz la copia fiel de la de un viejo coronel en retiro.

Sonia trabaja en una clínica, ayuda a la cajera, revisa a hurtadillas las páginas lésbicas que la red le provee y detesta a los hombres por su simple naturaleza. Ella es amante de los crucigramas, gusta de las fiestas y bebe ron y cerveza, fuma a menudo mientras mastica su pena. Ella fue una buena amiga, fue cuando aún no había entre los dos esta distancia que hoy acompaña su dolor.

Sé que debe sufrir mucho por la dura sociedad que la mira mal cuando descubre sus pasiones, cuando descubre que Carmen Sonia se siente más José que Carmen… ella prefiere ser Sonia, esa O la hace sentir masculina. Se desliza en la noche en pos de una víctima, juega a abrazar a sus casuales amigas, las toma en sus brazos en juego menudo, las invita a cenar, ella paga la cuenta, es un caballero. Sus ojillos agudizan su mirada en las noches. Es un ser desconfiado. Yo hasta podría quererla, sé que sufre mucho metida en ese cuerpo enteco. Debo reconocer que hace ejercicios para mantenerse en forma, en forma amorfa pero en forma. Los sábados muy temprano monta su bicicleta y se va por la avenida, sabe que si quiere ser un hombre debe fortalecer sus piernas. Va a nadar con una camiseta y un pantalón corto, los trajes de baño son cosa de mujeres y ella no es una nena. Siempre va a la piscina en el primer turno, cuando el sol aún no ha salido. A esa hora las sombras abundan, las mujeres gordas y los hombres escuálidos, los aprendices y los que prefieren la soledad se sumergen, a esa hora nimia en la que pocas personas se hunden en la cálida agua termal.

Fisgonea silenciosa las formas de alguna chiquilla, secretos deseos anidan en su mente, juega con el agua y escupe su pena. Pero el panorama en el mundo ha cambiado, un escritor bisexual hace gala de su buen humor cada domingo en la televisión y como si fuera poco ocupa el segundo puesto en el prestigioso premio planeta. Una abogada lesbiana triunfa profesionalmente en la capital y más aún se lanzó a la política. Un prestigioso estilista edita la revista más importante de moda en Lima y su centro de belleza es un éxito rotundo. Un gay confeso es un conocido y respetado economista. Pero todos ellos salieron del closet, se lanzaron al ruedo y el mundo los empezó a respetar o a odiar. Su bandera de colores, colores del arcoiris. Los homo fóbicos dieron alaridos de repudio, los puritanos se persignaron. Sonia desde su secreta atalaya contemplaba con temor el escenario. Y contemplaba con temor porque ella nunca saldrá de ese ropero que la oculta, porque ella prefiere seguir usando ese disfraz de amiga buena, de confidente. Esperando un descuido para arruinar hogares, para arrebatar felicidades y destruir relaciones. Su traje oscuro, oscura su alma.

Ayer hemos vuelto a encontrarnos, de casualidad, en una calle en penumbra. Nos miramos como cuando éramos amigos, sus ojillos inyectados de odio me miraron distantes. Su risa sonora inundó la autopista, sus gruesos pies zapatearon el bailecito de siempre. Después de tanto tiempo me tenía frente a frente. Su ocasional víctima, una chiquilla que iba camino al cadalso junto a ella la miraba asustada. Su traje oscuro era el de siempre. Su mismo odio, el mismo que nació una mañana cuando se sintió descubierta. Ese odio que germinó hace tres años y medio. Pero tampoco te olvido, ex amiga, por eso esta mañana, te pienso y te escribo. Aún te pienso Carmen Sonia o Sonia, pero si prefieres… Pepe.

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