La tierra, el planeta en el que vivimos, ese lugar al que llegamos a conocer sin saber a ciencia cierta de qué manera, más allá de los temas evolutivos o creacionistas, es el mundo que nos fue entregado por anteriores generaciones. El lugar que nos ha sido prestado y el que debemos devolver en determinado momento, y al cual pasaremos a formar parte de él cuando nuestro último signo vital haya terminado.
El día de la tierra se internacionaliza en 1990 pese a que ya desde dos décadas atrás se había hecho un llamado a la reflexión por temas ambientalistas que empezaban a preocupar como lo hizo el activista ambiental estadounidense Gary Nelson. El deterioro de nuestro planeta en las últimas décadas ha sido descomunal.
La velocidad con la que avanza la destrucción de los bosques amazónicos es más rápida que la que crecen los árboles milenarios de la selva. En este preciso instante se fabrican miles de motosierras eléctricas que irán a depredar la vegetación existente en la amazonía y en los pocos bosques europeos y norteamericanos.
Millones de bolsas de plástico se fabrican a cada minuto, bolsas que si bien facilitan la vida, contaminan terriblemente el planeta. El mundo era más hermoso cuando había que ir a la tienda llevando una botella de vidrio y reemplazándola con otra llena, cuando no existían los embases plásticos que hoy se han desperdigado por las jalcas más inhóspitas, por los páramos más solitarios y por las playas más distantes, por cada rincón del mundo.
El planeta es un gran caramelo envuelto en plástico. Todo viene envuelto, todo está cubierto de una capa de polietileno, nos hemos alejado cada día más de la naturaleza. Hemos cubierto el mundo de cemento y concreto, con la ilusa idea de que vamos a vivir mejor. ¿Qué va a ser de nosotros cuando el último centímetro cuadrado del planeta sea asfaltado ya no pueda respirar? ¿Qué va a ser de los millones de personas que se ven afectadas por el cáncer a la piel? ¿Cómo le vamos a explicar a nuestros hijos que fuimos los causantes de la muerte de las especies en el aire, la tierra y el mar?
El mundo que nos dio agua, aire, plantas, naturaleza, vida, ha empezado a morir. Nosotros, como los ácaros, vivimos aún de su propia muerte, somos las hienas que mordemos de él lo poco de vida que le queda. Mañana será tarde.
Hoy 22 de abril 2009, muchas especies pueden ser salvadas, depende de cada uno de nosotros. No es necesario que nos llevemos todo en una bolsa de plástico. Empecemos por eso, por no aceptar inútilmente las bolsas de plástico, por boicotear esa industria maléfica depredadora y asesina del polietileno.