El indulto al
expresidente Alberto Fujimori ha polarizado al país en un momento en que más de
250 conflictos sociales explotan como una olla de maíz perla por todos lados y cuando
son más los que nacen que los que se solucionan debido a una política de
resolución de conflictos fallida hasta el momento.
Los fujimoristas
creen tener la razón en cuanto al pedido de indulto, los grupos de Derechos
Humanos – aquellos que el Cardenal Juan Luis Cipriani dijo textualmente “que
eran una cojudez”- han mostrado su cara más grotesca contra la
posibilidad de un indulto y hasta los organismos internacionales han condenado
la posibilidad de que se otorgue un indulto a un violador de derechos humanos y
condenado por crímenes de lesa humanidad.
Y es que a Alberto
Fujimori no le fue suficiente con tener una cárcel dorada con todos sus
caprichos como recibir visitas a la hora que se le antoje y en el número que él
pueda atender, o celebrar su cumpleaños con Los Iracundos cantándole en vivo y
una serie de generosidades que ningún reo en el Perú nunca la tuvo. Por eso
harto de ello solicitó – a través de sus hijos – el pedido
de indulto por razones humanitarias.
Resulta contradictorio
que hable de razones humanitarias quien mandó ejecutar selectivamente a decenas
de personas a través del grupo Colina, a quien permitió la instalación de un
cuartel de torturas en “El Pentagonito” en donde se construyeron celdas, salas
de tortura y hasta un crematorio para desaparecer los cadáveres de las personas
que eran asesinadas y que nunca tuvieron la facultad de pedir un indulto a las
indecibles torturas a las que eran sometidas antes de morir y de ser cremadas
por los agentes a su servicio.
Muchos de los nazis
que fueron parte de la SOS y que ejecutaron a miles de judíos en los campos de
exterminio y a los que luego cremaban para convertirlos en jabón, cuando
concluyó la Segunda Guerra Mundial huyeron a los confines del mundo, muchos
llegaron a América a pasar sus últimos días, viejos, enfermos, con dolencias
perpetuas; pero cada uno de ellos que fue capturado purgó condena hasta el
último de sus días, como era debido.
Lo mismo sucedió
con otros genocidas como Augusto Pinochet, Sadam Hussein y esa larga lista de
violadores de derechos humanos que también tuvieron su lado humano y sus
pasiones, sus afectos y sus amores, sus momentos aciagos en los que intentaban
olvidar de sus crímenes.
Fujimori no es un
ciudadano superior a nadie, por lo tanto no tiene preferencia alguna con
respecto a nadie, si se le concede el indulto igual lo podría pedir Momón o los
miles de enfermos terminales que agonizan en las cárceles peruanas.
Fujimori ha
mostrado ayer un cuadro con su rostro en el que se muestra una inscripción que
dice “Perdón por lo que
no llegué a hacer y por lo que no pude evitar”. Realmente patético.
Lo que no llegó a
hacer nunca lo sabremos, lo que no pudo evitar todos los sabemos y estamos
asqueados y más lo están las miles de familias que vieron a sus familiares
desaparecer y después de años aparecer sus osamentas acribilladas a balazos
enterradas en un arenal. El perdón debería pedirlo a la gente torturada,
secuestrada asesinada, a los huérfanos viudas y madres dolidas para siempre.
Mientras tanto los
fujimoristas buscan el indulto, y se desgañitan por el exdictador tratando de hacerlo
pasar como un viejito bueno… al final, como dice la canción: Todo
tenemos parientes, tenemos/ Todos por algo lloramos, lloramos/ Somos de una
vida corta, sabemos/ Todos siempre nos buscamos.