Estamos en un
almuerzo y una amiga pide una bolsita para llevar los restos del suculento
almuerzo que al margen e ser una exquisitez, resulta un exceso grotesco debido
a las proporciones del mismo. Mi amiga se incomoda un poco al sentirse
observada por pedir la ya famosa bolsita en la que se llevará la comida
que no ha podido terminar y aquella que
queda en la mesa y que nadie tuvo la decencia de probar siquiera. Lo que acaba
de hacer me parece una maravilla en un mundo en donde el hambre domina
continentes y se desperdicia una cantidad inmensurable de comida diariamente.
Según algunas
proyecciones la población mundial para el 2045 será de 9000 millones de
personas, lo que obligaría a duplicar la producción de alimentos. Esto
significa además cambiar los patrones de consumo, porque hoy se desperdicia una
importante cantidad de comida.
Según NatGeo, para
el 2045 habrá 9 mil millones de personas en el mundo, lo que obligará a
duplicar la producción de alimentos.
Reducir las
pérdidas de alimentos es un modo de combatir el hambre y mejorar la economía en
todos los eslabones de la cadena alimentaria, después se habla de ayudas a los
países más desfavorecidos que no pueden alimentarse, simplemente con una buena
gestión, obtendríamos un excedente para ello. Es evidente que tirar 1.300
millones de toneladas de alimentos cada año- como sucede hoy en día- , tiene un
importante impacto para la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, el
respeto del medio ambiente, la gestión de los recursos energéticos, etc. Las pérdidas
alimentarias fluctúan dependiendo de la situación de cada país, pero el común
denominador es que en todos se deben mantener bajo mínimos estas pérdidas por
el bien de todos y el bien del planeta en general, tirar alimentos es
desperdiciar recursos, tierra, agua, energía e insumos, a esto añadamos las
pérdidas económicas y las emisiones contaminantes innecesarias que se realizan.
Los expertos en su
informe plantean una pregunta: ¿Cuánta comida se pierde en el mundo en total y
cómo se puede prevenir esta pérdida?, actualmente son preguntas que no pueden
recibir una respuesta concreta y exacta, queda mucho por investigar, pero con
los datos que nos han facilitado previos y sobre una parte del mundo, podemos
hacernos una idea, el desperdicio es brutal.
Sean alimentos
frescos como las frutas y hortalizas, o alimentos envasados, se desperdician
una cantidad de alimentos equivalente a más de la mitad de la cosecha mundial
de cereales, no sólo es lamentable, es una verdadera vergüenza y más sabiendo
las necesidades que se pasan en muchos países. La verdad es que entristece
profundamente conocer este tipo de datos, y no hay que obviarlos, después
estamos hablando de introducir alimentos transgénicos para garantizar la
seguridad alimentaria y resulta que producimos mucha comida, pero no sabemos
gestionarla. Es necesario replantearse un cambio de política y puesta en marcha
de medidas que permitan reducir el volumen de alimentos que se tiran a la
basura. Como decíamos, no sólo se debe pensar en el aumento de la producción
alimentaria, también es necesario desarrollar un plan de gestión adecuado.
Resulta demasiado
complicado a los restauranteros, a los banqueteros y a los hoteleros, el hacer arreglos para que la comida que les
sobra, sea entregada a los desamparados, por eso prefieren votarla. Y lo mismo
pasa con los supermercados. Fruta, verdura, carne, etcétera, es prácticamente
tirada a la basura, simple y sencillamente porque “Ya no tiene buen aspecto” o
porque “ya comienza a verse mal y puede ya no ser atrayente a la clientela”.
Pero es comida en buen estado, tanto nutricional, como en caducidad, sabor,
color, olor, etcétera.
Y de nosotros, ni
que decir, nos morimos de vergüenza para pedir esa bolsita para llevar, comida
que la podemos compartir con quien la necesita o que simplemente podemos
disfrutar en otro momento. Nuestras taras más profundas hacen mucho más daño que bien a un
mudo que agoniza y que se muere de hambre y de sed.