rss facebook twitter linkedin youtube

Síguenos en FACEBOOK

domingo, octubre 21, 2012

La inclusión exclusiva



El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y es lo que se ha descubierto en los famosos programas sociales que hablan de la inclusión social.

Los programas apuntaban inicialmente a cubrir necesidades básicas de los más pobres, es decir, de aquellas personas que se encontraban en el cinturón de extrema pobreza y que cada día tenían serias limitaciones y penosas angustias para poder cubrir necesidades básicas de alimentación. A este amplio sector de peruanos se había dirigido el término INCLUSIÓN, sin embargo en estos programas se incluyeron muchos que nada tenían que ver con el perfil de los que participaban en estos programas, y como una nube de golondrinas se fueron uniendo personas con una economía solvente, con ingresos diarios nada despreciables, con sueldos del Estado y hasta con negocios que les reportan cantidades importantes de dinero diariamente.

Los programas sociales siempre fracasan en el Perú debido a mal denominado “viveza criolla” que en realidad debería llamarse “tristeza criolla”, porque el hecho de que personas que tienen ingresos económicos aceptables le roben a personas que se encuentran en extrema pobreza y que además las excluyan de este tipo de programas debido a favoritismos inaceptables e imperdonables, es algo que no se puede permitir en un país en donde existen sectores golpeados duramente por desempleo y grandes necesidades que polarizan a una sociedad en donde los ricos se hacen cada día más ricos y los pobres  cada vez son más pobres; mucho menos se puede llamar a ello viveza.

Lamentablemente en la sociedad peruana existe una estirpe de vividores, de ladinos que ha hecho que los programas sociales estén plagados de gente inescrupulosa que no tiene el menor reparo en arrebatarle el pan a niños y ancianos que realmente lo necesitan y se encuentran en una situación deplorable. Existe aquí una complicidad condenable de ciertos gobernadores, autoridades, alcaldes y evaluadores que han hecho de estos programas patéticos ejemplos de cómo robarle al estado o ganar dinero sin trabajar. Existen familias enteras inscritas en programas como Juntos o Pensión 65 cuyos perfiles no se adecuan para nada a los que exige la ley para ser parte de ellos.

Mientras esto siga sucediendo, a vista y paciencia de poblaciones enteras, la sociedad se seguirá  polarizando más y los conflictos se agudizarán cada vez más y más. Las buenas intenciones del gobierno se han visto traicionadas y burladas por su misma gente, aquella que contrató para evaluar a quienes tenían reales necesidades.

En la región Cajamarca los casos denunciados en contra de quienes delinquen robando al Estado en complicidad con una cadena de personas que en vez de velar por los programas sociales los han acabado prostituyendo son muy conocidos. Una vez más los más pobres y necesitados son los excluidos de la inclusión que tanto se habla y un grupo de sinvergüenzas se reparte el botín mal habido.

Historia aparte es la de los politiquillos que usan los programas sociales como resortes para activar sus “portátiles” y chantajear a los verdaderos pobres de los programas sociales cada vez que necesitan hacer creer que sus marchas y discursillos fueron multitudinarios. Citando al gran Cesar Vallejo nos preguntaríamos ¿Hasta cuándo la cena durará?

Balcon Interior

Bienvenidos a este espacio donde compartimos comentarios de opinión de Cajamarca Perú