Después de revisar la
historia del Perú reciente, resulta difícil que el Perú tuvo alguna vez un
presidente honesto y transparente. Aunque parezca increíble antes e la caterva
de Fujimori y Compañía y la de Alan García encontramos a un hombre de transparente
ejercicio político y de vocación de servicio, quien nunca se enriqueció,
mandaba remendar sus zapatos al zapatero y hasta se dice que alguna vez le
cortaron la luz por falta de pago. Un hombre que nunca robó y cuya honestidad
estuvo a toda prueba
En 1962 Belaúnde estuvo
cerca de ganar las elecciones, siendo superado por decimas de puntos por el
candidato del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre. Las sospechas de fraude y el
antiaprismo llevaron a un golpe de Estado poco después de las elecciones para
convocarse a nuevas elecciones en 1963, en las que Belaúnde consiguió ser
electo presidente en coalición con los democristianos y con el apoyo oficioso
del Partido Comunista.
Siguió una política
moderada y emprendió pequeñas reformas que no contentaron ni a las clases
populares ni a la burguesía. Su trabajo fue obstaculizado por la oposición de
los partidarios del general Manuel A. Odría (agrupados en torno a la
ultraderechista Unión Nacional Odriísta) y el APRA. Esto, unido a su propia
indecisión, impidió la realización de importantes y urgentes reformas como la
agraria.
Durante su mandato se
produjeron levantamientos de campesinos y brotes guerrilleros que reprimió con
el ejército.
Asimismo durante estos
años se vivió una época de notable bonanza económica, que se reflejó en la
realización de una serie de obras de infraestructura (carreteras, centrales
hidroeléctricas, aeropuertos, etc) y de vivienda, además de una importante
inversión en salud y educación, a los que se destinaron la proporción más alta
con respecto a los gastos públicos en la historia del país.
En octubre de 1968, a
meses de terminar su gobierno fue derrocado por militares izquierdistas,
liderados por el general Juan Velasco Alvarado, comandante de las Fuerzas
armadas del Perú, quien lo acusó de no haber tenido la voluntad de realizar las
reformas sociales que se consideraban necesarias.
Deportado a Argentina, en
los siguientes años vivió en el extranjero, trabajando como catedrático
universitario. En 1970, se casó en segundas nupcias con su secretaria y
dirigenta acciopopulista, Violeta Correa –el amor de su vida y de sus días postreros-.
Tras 12 años de gobierno
militar se convocaron a elecciones para mayo de 1980, en las que salió vencedor
con el 45% de los votos, frente al 27% del candidato del APRA Armando
Villanueva.
Belaúnde, de inmediato
devolvió los medios de comunicación expropiados por los militares a sus dueños
y puso fin a la censura, mas no así a la expropiación de las tierras despojadas
por la fallida reforma agraria.
A cien años de su
nacimiento solo nos queda esperar que hombres como él se repitan a menudo en el
Perú y que esa grandeza espiritual que siempre tuvo se transmita en
generaciones posteriores con el tiempo.