Concluido el estado
de emergencia en Cajamarca y ante la imposibilidad de una nueva prórroga -porque
ya el gobierno había quemado su último cartucho- se han anunciado
nuevamente una serie de marchas y han vuelto las posturas radicales e
intransigentes cerrando toda posibilidad al diálogo.
El oportunismo de
quienes mimetizados en una lucha social, de la que hacen gala, es cuantioso.
Hoy por ejemplo, se sumarán a las marchas del Sutep. Mientras tanto a Ollanta
le saltan nuevos conflictos por todas partes, la huelga médica, la huelga de
docentes, el aeropuerto de Junín, el conflicto de Conga… -hasta uno generado por 350 gatos
en un parque del distrito de Miraflores en Lima, que ha hecho que los vecinos y
hasta la iglesia crucen palabras y algo más por la atípica presencia de los
felinos-.
Si bien el derecho
a la protesta es legal, todo exceso y abuso cansa. Estamos de acuerdo en la
defensa del agua porque somos seres vivos que dependemos de ella, pero de ahí a
usarla como caballito de batalla para intereses personales resulta preocupante,
más aún cuando los que resultan afectados son terceros como ha sucedido con los
escolares de la región que ya perdieron un mes, sus vacaciones de medio año,
los sábados hasta fin de año, los feriados cortos y largos; con esta nueva
huelga del magisterio los estudiantes podrían perder el año.
Los facilitadores del
diálogo, Garatea y Cabrejos, venían
cumpliendo un trabajo importante y algunos avances se habían dado. A estas
alturas se necesita hacer concesiones de ambas partes, cualquier diálogo será
disfuncional si no se hacen concesiones que conlleven a un término aceptable
para ambas partes. El cerrase tercamente solo degenera la situación y causa
daños colaterales terribles a la región Cajamarca. El turismo está quebrado, el
índice de desempleo se ha incrementado, la economía se tambalea y los escolares
ven en peligro su año escolar debido a la sumatoria de paralizaciones, que aún
logrando concluirlo no habrán alcanzado la totalidad de sus objetivos lo que
generará deficiencias a futuro.
Se le están dando
motivos a Ollanta para nuevas medidas represivas en las que siempre pagan los
inocentes, como aquellos que murieron en Celendín y Bambamarca, eran gente que
estaba mirando, eran personas curiosas en una multitud de manifestantes, fueron
los que no tuvieron tiempo de correr cuando llegaron las balas.
Los cajamarquinos
no nos sentimos representados por posiciones intransigentes, aquellos que creen
que el uso de la protesta va a tener un final feliz se equivocan. Lo curioso y
triste a la vez es que los líderes que incitan a la multitud nunca dan la cara
cuando las manifestaciones desbordan en violencia. Los que mueren o quedan tullidos
son los otros, aquellos que muchas veces son las personas equivocadas en el
lugar equivocado.
Las posturas
extremistas siempre son malas, no creo que nadie se sienta representado por los
extremos de este conflicto, hace falta una actitud dialogante, razonar y dejar
las propuestas obtusas. Mucho ruido y pocas nueces ha habido en este conflicto
en cuanto al diálogo, tarde o temprano la historia dará cuenta de esos errores
imperdonables y juzgará como es debido.