El escritor Manuel
Scorza, quien al igual que Ciro Alegría y José María Arguedas se involucró con
la causa indigenista y formó parte de la corriente literaria que intentó
abordar las razones que llevaron a los indígenas a afianzar sus raíces ante el
desarrollo de la cultura occidental, nació en Lima el 9 de septiembre de 1928.
Durante su niñez y
juventud, este representante de la Generación del 60 que vivió por algún tiempo
en el distrito peruano de Acoria, asistió al Colegio Militar Leoncio Prado (la
misma institución a la que concurriría, años más tarde, su colega Mario Vargas
Llosa) y, en 1945, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Tres años después,
este poeta y novelista peruano que, a lo largo de su vida, recibió una gran
cantidad de reconocimientos, se vería obligado, como consecuencia de un golpe
de estado, a abandonar su tierra natal. Así fue entonces que, en condición de
exiliado, fijó su residencia en París, donde aprendió francés y comenzó a
ganarse la vida en la Escuela Normal Superior de Saint Cloud como lector de
español.
“Las
imprecaciones”, “Redoble por Rancas”, “Historia de Garabombo el invisible”, “El
jinete insomne”, “Cantas de Agapito Robles”, “La tumba del relámpago”, “La danza
inmóvil” y “El vals de los reptiles” son sólo algunas de las obras de su
autoría que consiguieron trascender más allá del tiempo y las fronteras ya que
varias de ellas no sólo fueron traducidas a más de cuarenta lenguas, sino que
también lograron consolidarse como unas de las muestras más destacadas de la
literatura peruana del último siglo.
La muerte de este
respetado autor que participó de forma activa en un movimiento político de
perfil indigenista, tuvo lugar el 27 de noviembre de 1983 como consecuencia de
un accidente aéreo que se produjo cerca de Madrid.
Pese a que es más
conocido como un formidable narrador, su poesía destaca y es más profunda y
hermosa que muchos de los acostumbrados clásicos peruanos. Lamentablemente ha
sido silenciada en los colegios por alguna corriente perturbada. Su libro “Los
adioses” es sin duda el mejor libro de poesía amorosa que jamás un peruano
escribió. A continuación una muestra de su lírica.
SERENATA
Íbamos
a vivir toda la vida juntos.
Íbamos
a morir toda la muerte juntos.
Adiós.
No
sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós
quiere decir ya no mirarse nunca,
Vivir
entre otras gentes
Reírse
de otras cosas,
Morirse
de otras penas.
Adiós
es separarse, ¿entiendes?, separarse,
Olvidando,
como traje inútil, la juventud.
¡Íbamos
a hacer tantas cosas juntos!
Ahora
tenemos otras citas.
Estrellas
diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La
lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está
bien: adiós.
Contra
el viento el poeta nada puede.
A
la hora en que parten los adioses
El
poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
Que
vuelen sin cesar sobre tu sueño.