Estamos a dos días
de conmemorar los veinte años de la captura del sanguinario líder de Sendero
Luminoso, Abimael Guzmán (*), sin
duda el logro más contundente del gobierno de Alberto Fujimori y que hay que
reconocer sin mezquindades. Su captura significó para los peruanos el comienzo
del fin de la oprobiosa época del terror en el Perú, época en la que más de 60
mil peruanos murieron en una guerra fratricida que sumió por más de una década
al Perú en el terror impuesto por las armas de los subversivos y a los excesos
de los militares que peleaban con un enemigo que no daba la cara.
Por eso es
preocupante ver ahora que miles de jóvenes desconocen la verdadera historia de
sangre que sembró Abimael Guzmán y sus huestes. Resulta telúrico e indignante
ver que existen jóvenes equivocados que piden la libertad del genocida y que
claman por una inserción de ese loco en la vida política de nuestro país.
Es preciso que en
los colegios se imparta la historia reciente del Perú como es debido. Que se explique
a las nuevas generaciones que el MOVADEF es un grupo subversivo que pretende
dar continuidad a las ideas de Abimael Guzmán y el daño que Guzmán le hizo a
este país. Las generaciones jóvenes no conocen esa historia vivida y si la
conocen la conocen distorsionada. El negacionismo según la PCM, al exponer los
motivos del referido proyecto establece un deslinde del pleno respeto del
Estado a la libertad de expresión de quienes hacen uso de ese derecho con
propósitos vejatorios y que inciten a la violencia; es una propuesta válida
pero su aplicación puede resultar ambigua y hasta confusa.
El ministro Juan
Jiménez ha dicho a propósito del negacionismo que “expresa que la intervención del Derecho
Penal se justifica sobradamente puesto que a diferencia de otras prácticas
antisociales, la violencia terrorista tiene un componente ideológico que no se
agota en su sola expresión, sino que se manifiesta en actos cruentos y
desproporcionados contra derechos fundamentales, reñidos con los valores
democráticos de un Estado de Derecho”. De cualquier modo urge
fortalecer los conceptos y contar la historia como es debida, sin miramientos
ni tapujos, para evitar que se repita.
(*) Guzmán fue buscado por cargos de terrorismo y capturado
el 12 de septiembre de 1992 gracias a un operativo ejecutado por el Grupo
Especial de Inteligencia (GEIN) de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo
(DINCOTE) comandado por un general de la Policía Nacional y sentenciado por un
tribunal militar a cadena perpetua. Dicha sentencia fue anulada en 2003 por el
Tribunal Constitucional que consideró inconstitucionales varios decretos
presidenciales que autorizaban la ejecución de juicios secretos.
En la actualidad,
Guzmán y otros miembros del alto mando de Sendero Luminoso se encuentran
recluidos en la Base Naval de la Marina de Guerra del Perú del Callao, en donde
se llevó a cabo un nuevo juicio contra ellos. Este juicio que transcurrió entre
septiembre de 2005 y octubre de 2006 concluyó con la condena de Abimael Guzmán
a cadena perpetua. Guzmán fue criticado por su violencia contra los campesinos,
dirigentes sindicales y oficiales que consideraba colaboraban con el Estado
peruano. Sendero Luminoso es considerado una organización terrorista por el Perú,
además de la Unión Europea y Canadá los cuales prohíben proveerle de fondos u
otro apoyo financiero. Además se encuentra en la lista de las
"Organizaciones Terroristas Internacionales" designadas por el
Departamento de Estado de los Estados Unidos. Es preciso que se sepa el daño
que esa organización le hizo al Perú para evitar que todo atisbo de ella
vuelva.