Es difícil ser
feliz en un mundo como el actual, en donde se vive a 100 por hora y en donde lo
efímero se hace cada vez más mundano. Sin embargo la felicidad podría estar
ligada al coeficiente intelectual, es decir, a mayor coeficiente mayor
felicidad.
Al menos eso es lo
que asegura una investigación realizada en más de 6.870 personas, y publicada
Psychological Medicine.
Sin embargo, el
trabajo también indica que los que tienen una menor inteligencia tienden a
estar más relacionados con unos ingresos menores y una peor salud mental, lo
que sin duda contribuye a la infelicidad.
Los investigadores,
del University College de Londres (Reino Unido), analizaron los datos de la
Encuesta de Adultos de Morbilidad Psiquiátrica de Inglaterra. El informe
valoraba la sensación de felicidad de las personas, pero también su coeficiente
intelectual.
Los resultados
mostraron que aquellos individuos que aseguraron ser “muy felices”, tenían un
coeficiente intelectual entre 120 y 129 (el 43% de los encuestados dijeron que
estaban muy felices). Sin embargo, la mayoría de los que no "eran felices"
tenían un CI de entre 70 y 79 informa abc.es
Según el estudio,
una menor inteligencia se relacionaba además con ingresos más bajos, peores
condiciones de salud y una necesidad de ayuda en la vida diaria, como ir de
compras o tareas del hogar.
Según la coordinadora
del trabajo, Angela Hassiotis “existe cierta evidencia de que las estrategias a
largo plazo de programas intensivos dirigidos a niños pequeños, especialmente a
aquellos de orígenes sociales desfavorecidos, pueden tener un impacto positivo
no sólo en el CI, sino también su bienestar futuro”.
Para Jonathan
Campion, del NHS Foundation Trust, “el estudio sugiere que un coeficiente
intelectual más alto parece estar asociado con la mejora del bienestar, pero
que esta relación entre el CI y el bienestar se debe, en parte, a que un mayor
coeficiente intelectual está asociado con mejores ingresos y salud en general”.
Sin duda tener un
buen ingreso hacen feliz a cualquiera y al contrario un ingreso exiguo o muy
pobre acabarán deprimiendo al más feliz y no se trata de ser una persona
superficial, se trata de que la economía es importante individualmente y más en
una relación de pareja, el viejo dicho de “cuando el hambre aprieta el amor se
sale por la ventana” no puede ser más idóneo en una situación como esa.
Hay otras cosas que
dan felicidad y que son más duraderas que un ingreso, la mirada de un hijo, el
abrazo tierno de un ser querido, la sonrisa de un niño o la lluvia sonando en
la ventana, llamando desesperada para hacernos notar que ha llegado.
Eso que llamamos
felicidad puede ser otras veces muy difícil de alcanzar, muy esquiva o muy volátil,
eso que llamamos felicidad a veces nunca suele llegar o cuando llega, llega
tarde… porque ya… hay otra más en su lugar.