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lunes, julio 23, 2012

Vientos de cambio



El cambio de ministros oxigena al gobierno de Ollanta Humala, que aunque quiera aparentarlo, no se ajusta a los moldes de la derecha, se siente como el escolar que llega al colegio con un uniforme pequeño, observado, incómodo y poco feliz sin una holgura que le hace mucha falta para tomar decisiones atinadas con el país.

Ollanta Humala no ha vuelto más por Cajamarca y difícilmente lo hará por un buen tiempo, al menos no mientras las turbulentas aguas se calmen. Sin embargo, la oxigenación que le ha dado al Gabinete es muy positiva porque el “militarizar” los puestos claves no le iba  dar mejores resultados mucho menos en un momento en que su popularidad va decayendo rápidamente.

Ollanta ha demostrado no ser un presidente parco, sus discursos, aunque llenos de errores de dicción y de jergas y episodios inesperados, buscan afianzar su popularidad con el común de la gente; si bien no es un Alan García en su discurso, tampoco es una Alejandro Toledo y hay que destacar el rol protagónico – aunque nunca la eligiéramos como nada – de su esposa, quien ha demostrado que tiene grandes dotes intelectuales y una intuición muy fina.

La derechización de Ollanta ha sido sin duda su punto más cuestionable, por eso el punto de quiebre que haga en su discurso de Fiestas Patrias será, o el espaldarazo del pueblo peruano o la ebullición de la gran mayoría del mismo, que al final fue quien lo eligió y lo llevó al poder, aún con sus disonancias ideológicas.

Probablemente la salida de Oscar Valdés eleve en algo la popularidad de Ollanta, la caída de los últimos días se debió a las acciones nada dialogantes y demasiado verticales que Valdés optó como legítimas y lo que conllevó a un promedio de 17 muertos por culpa de su intransigencia. Así se va Valdés, el soberbio, Valdés el terrible el aprendiz de dictador.

Después de esto se viene el 28 de julio y se seguirá hablando sobre la dolosa sentencia del Poder Judicial quien tuvo la osadía de contradecir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Una cosa es que Ollanta se derechice y otra muy distinta que se abran las rejas para la mafia y los asesinos de la Cantuta, el Santa, Barrios Altos… El presidente tiene aún una agenda muy complicada para los próximos días con la serie de sucesos que se dan en el Perú.

Por ahora el cambio de Gabinete es una medida que los peruanos esperábamos con ansias, si bien los cambios hechos por Ollanta antes de su primer año pueden parecer prematuros, hay que considerar que ese viraje virulento que dio al asumir el poder fue tan rápido que aún hoy es difícil tener una estabilidad con un grupo de políticos a los que recién está conociendo y con los que el tema de confianza aun le cuesta.

Los ministros salientes no dieron la talla, cada uno en mayor o en menor medida, esperemos que los nuevos generen el cambio – no el de la gran transformación, porque en ella ya no cree ni Ollanta – que es tan necesario para afianzar la economía en términos tangibles y palpables, en percepciones reales y que la disminución de la pobreza deje de ser meras cifras estadísticas que se muestran en los cuadros mientras en las calles los niños siguen muriendo de hambre o los ancianos y los discapacitados siguen siendo los más excluidos en un gobierno cuyo lema es la inclusión. Esperemos que esos vientos de cambios empiecen a soplar desde ahora.

Balcon Interior

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