Un buen libro para leer es el de los Dichos de Luder,
por su profundidad y su simplesa. Julio Ramón Ribeyro, escritor, periodista y
narrador considerado como uno de los mejores escritores del Perú. Nació en una
familia de clase media limeña. Su primer maestro de literatura fue su padre,
quien le dio a conocer escritores memorables como Dumas, Stendhal, Flaubert. Desde
temprana edad, Julio Ramón Ribeyro mostró su apego a la literatura, ante el
estupor de su familia que consideraba el oficio de escritor como denigrante.
Para tranquilizar a su familia, Ribeyro comienza la carrera de Derecho en la
Universidad Católica, pero a la vez se
involucró en un círculo de escritores en la preparación de la revista
"Letras Peruanas", en 1951. Un año más tarde, gracias a una beca de
ocho meses para estudiar en España, Julio Ramón Ribeyro incursiona en el
periodismo, estando en París (Francia), Amsterdan (Holanda), Londres
(Inglaterra) y Munich (Alemania). Durante esta tiempo, escribe sin parar,
fumando paquetes enteros de cigarrillos sin preocuparse por los problemas que
le ocasiona. Trabajó en diversos oficios: portero de hotel, empleado, vendedor.
Finalmente se estableció en París en 1960 y allí permaneció hasta 1991. Trabajó
en la agencia "France Press", y luego como consultor cultural y
embajador de la UNESCO. En 1974 se le detectó cáncer, enfermedad ocasionada por
su adicción al cigarro. En 1991 vuelve a Lima y sigue publicando sus obras.
Días después de obtener el Premio Juan Rulfo, fallece. La obra narrativa de
Julio Ramón Ribeyro es la expresión más destacada del realismo urbano que
surgió en el Perú durante los años cincuenta, otorgándoles a sus personajes la
voz y el rostro de la clase media y popular peruana.
De los Dichos de Luder:
· Ser el eterno
forastero, el eterno aprendiz, el eterno postulante: he allí una forma para ser
feliz.
· En cada lector
futuro, el escritor renace.
· ¿Por qué escribo?
Para crear, sin otro recurso que las palabras, algo que sea bello y duradero.
· El gran error de la
naturaleza humana es adaptarse. La verdadera felicidad está construida por un
perpetuo estado de iniciación, de entusiasmo constante.
· Cada escritor tiene
la cara de su obra.
· Lo que seremos está
allí, en su configuración y sus objetos. Nada en el mundo abierto y andarín
podrá reemplazar al espacio cerrado de nuestra infancia, donde algo ocurrió que
nos hizo diferentes y que aún perdura y que podemos rescatar cuando recordamos
aquel lugar de nuestra casa.
· Empieza a sobrarme
un poco de pasado -se queja Luder- . Ya no sé dónde meterlo ni qué hacer con
él. Eso quiere decir que me estoy volviendo viejo.
· Una persona sin
amigos corre el riesgo de no llegar jamás a conocerse.
· Un amigo irrumpe en
su casa para anunciarle que ya se firmo el armisticio. - ¡Bah!- comenta Luder.
Ya te darás cuenta que la paz solo consiste en cambiar la guerra de lugar.
· Falta de tradición,
poca capacidad introspectiva, conciencia inmadura de la propia persona,
menosprecio de un tipo de obra cuya repercusión es generalmente póstuma y, en
último término, ¿por qué no? Concepción machista de la literatura, que hace
considerar la redacción de un diario como cosa de señoritas.
· Un amigo es alguien
que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha
olvidado la letra.