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viernes, julio 20, 2012

Armados van, armados vienen y en el camino no se detienen



No se trata de la adivinanza  de primaria que decía “cargadas van, cargadas vienen y en el camino no se detienen”, para referirse a las hormigas. Desde la declaratoria del Estado de Emergencia el relevo de militares y policías ha sido una constante, a diario se ven los buses cargados de hombres armados que se van y otros que llegan.

La situación generada por el conflicto se hace cada vez más intransigente y un clima de zozobra permanece instalado en las provincias de Cajamarca, Hualgayoc y Celendín. Si bien es cierto que la presencia de Gastón Garatea y Miguel Cabrejos han suavizado en algo los problemas y han mejorado las relaciones entre los grupos opositores no todos están contentos con la medida.

El radical Wilfredo Saavedra, por ejemplo, no reconoce ni acepta la posibilidad del diálogo, Idelso Hernández igual. Hay que destacar sí, la postura asumida por el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, quien se ha mostrado en todo momento voluntarioso con los facilitadores Garatea y Cabrejos y ha conducido las reuniones sostenidas con tino y mucha prudencia.

No se trata de echar leña al fuego, nadie quiere que Cajamarca sea un polvorín al que le caiga una chispa, pero es preciso mencionar que la actitud del gobierno en todo el proceso ha sido desastrosa, fallaron sus interlocutores y la estrategia del gobierno falló sucesivamente por los métodos castrenses que aplicó Óscar Valdés con desparpajo y desatino.

Resulta sorprendentemente indignante que en el Baguazo, la población fue atacada desde helicópteros de donde se disparó a matar, la misma técnica se aplicó en Celendín, en donde murieron 4 personas que no tenían absolutamente nada que ver con las protestas, como se quiso hacer creer después.
No se puede mantener a un pueblo bajo el asedio militar, sitiado por la torpeza de sus políticos y el incumplimiento sistemáticos de las leyes que deben gobernar una nación. Las escenas diarias de comandos armados llegando, partiendo, relevando… no le hacen bien a Cajamarca y en esto no tienen que ver los revoltosos en esto tiene que ver el Estado. No solo los manifestantes y los paros le hicieron daño a Cajamarca y su turismo. A sus artesanías y sus productos; hoy solo los policías y militares que se van de Cajamarca compran quesos y rosquitas de Campos o se toman fotos frente a las iglesias o junto a las mujeres bonitas de esta región.

Al turismo también le afecta el que la gente que quiere venir a Cajamarca sabe que va a llegar a una ciudad militarizada, con policías y gendarmes que – seamos honestos- a nadie les caen bien, porque nadie pasea libremente mientras te apuntan con un fusil al que se le puede escapar una “balita de goma” como dijo ese ministro Calle que realmente estaba en la calle o porque pretendió maquillar la terrible verdad, maquillar cinco muertos -patética labor la del señor Wilver Calle, hay quienes maquillan cifras, pero el maquilla muertes-

Cuando veo esas escenas no se qué explicarle a mis hijos, no sé cómo explicarle a mi hija Azul que en la plaza de Celendín -esa en donde jugamos los fines de semana mientras comemos un helado-, hay tantos hombres con fusil mirándonos y también tengo miedo de que se les escapé una de sus “balas de goma”, porque sé que matan de verdad, como lo saben esas cinco personas a las que nunca conocí y a las que tampoco conoceré.

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