Cajamarca ha soportado casi un mes de
estado de emergencia, mientras los radicales de la derecha siguen pidiendo a
gritos que se continúe con esa declaratoria, la gran mayoría de los
cajamarquinos estamos en contra de un estado de excepción que solo genera temor
y que proyecta una imagen negativa en todo el país.
Más allá del pedido de algún aventurero
que ha dicho que Cajamarca necesita de este estado para que el turismo pueda
ser atractivo, a ningún ser humano con sentido común le va a parecer atractiva
una ciudad llena de soldados y policías y más si está adiestrados para golpear,
patear, insultar como se ha visto en todas sus indecentes intervenciones a lo
largo de estos días.
Amnistía Internacional en varias
ocasiones ha solicitado al gobierno peruano que se disponga la prohibición a
las Fuerzas Policiales de emplear armas de fuego, salvo que sea estrictamente
inevitable para proteger la vida, como señalan los Principios Básicos sobre el
Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de
Hacer Cumplir la Ley, aprobados por las Naciones Unidas en 1990.
Juan Jiménez Mayor, ha dicho que el
suyo será un Gabinete dialogante y es lo que necesitamos los cajamarquinos y
los peruanos en general después de la patética actuación de Oscar Valdés, quien
será recordado como uno de los ministros más obstinados de la historia y por la
estela de muertos que dejó por su impericia y su actitud dictatorial.
Otro que se sumó a ese coro de voces
contrarias a la paz en Cajamarca fue Wilmer Calle, tristemente célebre
recordado como el ministro de las “balitas de goma”, el hombre que pensaba que
estábamos en Vietnam y ordenó disparar desde helicópteros a los hermanos de
Celendín, - Así murió Joselito, de un
balazo en la boca- Wilmer Calle en
los años 1986 y 1987 lideró el BIM Zepita Nº 7 acantonado en Baños del Inca,
era una autoridad en Cajamarca, parece que de nada le sirvió pasar unos años
por aquí; su actitud con esta región ha quedado registrada en las páginas del
oprobio, la ignominia y la vileza.
Nos encontramos en vísperas de Fiestas
Patrias, ad portas de los 191 años que festeja con alegría la libertad de
nuestra nación, no podemos pasar esta fecha en estado de emergencia, aunque los
masoquistas sigan pidiendo a gritos esa medida. ¿Cómo vamos a poder decir Somos
libres seámoslo siempre? si tenemos a policías y soldados furiosos por las
calles mentándonos a la madre por gusto y gana.
¿Cómo vamos a poder decir y ante niegue
sus luces el sol? Si estamos en un estado de opresión rodeados de gente extraña
que camina por las calles con ropas y armas extrañas. ¿Cómo van a caminar
nuestros hijos libremente por las calles si a cualquier mequetrefe de esos
uniformados se le puede escapar una bala?
Pasar Fiestas Patrias en estado de
emergencia va a ser una experiencia degradante, humillante, al menos para los
verdaderos peruanos, para los que sabemos el himno nacional completo y alguna
vez, aunque sea cuando niños, lo cantamos con devoción.
Señor presidente, está bien que su
formación castrense le haga creer que esos métodos funcionan, que la opresión
puede dar resultados en los cuarteles y en las escuelas de suboficiales… los
cajamarquinos somos gente más inteligente, nuestra vida no está supeditada a
hacer ranas y planchas y a decir tres, cuatro cuando un brigadier dice un, dos…
Mande a sus “cachacos y tombos” – esas palabras todos las entendemos- a
pasar Fiestas Patrias con los suyos,
deje ya en paz a Cajamarca y que las palomas vuelvan a volar sobre nuestras
plazas sin temor a ser asustadas por las balas de ningún rifle homicida, que no
hay razón para seguir infestando nuestras provincias de botas que dejan una
estela de odio y resentimiento.