· La ignorancia es la madre del atrevimiento. ¿Cuántas cosas hemos sido capaces de hacer
por no saber las consecuencias?
El paro ha iniciado
y hasta hoy lo que se ha podido apreciar por todos los medios de prensa, ha
habido una actitud responsable por parte de los participantes a esa
convocatoria, sin embargo resulta lamentable, el actuar de las fuerzas
policiales como los hechos sucedidos el
día jueves en la plazuela Bolognesi.
La actitud irresponsable
de los policías ha sido, felizmente, registrada y ojalá sus superiores apliquen
sanciones ejemplares a esos efectivos desadaptados que en el colmo del absurdo
patearon las ollas en las que los huelguistas cocían sus alimentos, como si con
ello fuesen a ganar el respeto o la admiración de alguien.
Esas repudiables
actitudes se vieron coronadas además con exceso y abuso policial contra civiles
y además mujeres. Acciones como esas pueden encender la mecha y luego ser el
detonante de hechos que pueden convertirse en sangrientos y degenerar en el
caos y el desorden.
Excesos y
provocaciones son una mala dupla, los actos violentos que han protagonizado
efectivos de la Policía Nacional han quedado registrados como testimonio de la
brutalidad policial y de lo que ello puede desatar en medio de unja turba con
los ánimos alterados, como si todo ello fuera poco, el grupo de energúmenos la
emprendió contra los comunicadores sociales Alejandro Huamán y Edwin Lozano a
quienes golpearon salvajemente cuando cumplían con su labor.
Nos solidarizamos
con los citados comunicadores y con todos aquellos que hayan sido víctimas de
vulneraciones similares.
Desde esta columna
hemos avalado una propuesta de paz y siempre dialogante, respeto al Estado de Derecho
y a las normas vigentes, así como a las fuerzas del orden, sin embargo tenemos
que desdeñar y condenar este tipo de actos violentos protagonizados además por
gente cuya finalidad es el control del orden interno de nuestro país.
No se puede apelar
a la legalidad con métodos y prácticas represivas que atentan contra los
derechos ciudadanos y vulneran la paz y
el orden poniendo en riesgo la tranquilidad de esta región.
Toda causa tiene un
efecto. Vivimos en un país democrático y con libertades plenas en donde la
equidad de oportunidades, según se ha podido demostrar en los últimos días en
Cajamarca, ha sido paralela tanto para opositores al proyecto minero como a
quienes lo avalan; romper esa equidad puede encender los ánimos y tener un
costo social incalculable.
Las imágenes
oprobiosas de un policía adefesiero pateando una paila con comida quedará
grabada como una de las imágenes patéticas de quienes piensan que la
provocación y el abuso son instrumentos para resolver un conflicto sin darse
cuenta que esas actitudes pueden acabar encendiendo la pradera.