Hace unos meses el
Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, hizo unas declaraciones polémicas sobre el
uso del lenguaje de los adolescentes en medios como el chat, el Facebook,
Twitter y todas las redes sociales; se refirió al hecho de recortar las
palabras y hasta otorgarles un significado distinto una especie de neologismos
consensuados entre ese grupo adolescente de todas partes de mundo de habla
hispana.
"Si escribes así, es que hablas así; si hablas
así, es que piensas así, y si piensas así, es que piensas como un mono. Y eso
me parece preocupante. Tal vez la gente sea más feliz si llega a ese estado.
Quizás los monos son más felices que los seres humanos. Yo no lo sé", sentenció el
escritor peruano-español sin miramientos.
Lo cierto es que
razón no le falta para preocuparse, sin embargo es preciso reconocer que el
idioma tiene una evolución –o involución –y es cambiante, se reproduce y
también muere, por lo tanto no es posible mantenerlo en un estado de letargo y
de sopor perpetuo.
Los adolescentes
son el grupo principal que cuando quiere comunicarse utiliza términos como: 10
cholas = 10 soles, 10 gringas = 10 dólares, Me guardo = me meto a mi casa, Me
meto al sobre = me meto a mi cama, Toy colga´o = estoy aburrido, En plan
"h" = sin hacer nada, Toy caga´o = estoy mal, Jamear = comer, Jatear
= dormir…
Feo=Federico,
Tula=tú, Yo=Yoni (Pachecco), ¿manyas?= ¿entiendes?, Ronaldo= ron, estar de
boleto=estar de amanecida, Toy aguja= No tengo dinero, Ya fuiste= Estar en
aprietos, Que roche= Que vergüenza, No seas palta = No me avergüences,
gomear=golpear, Cara = carabina, Latear=caminar.
Las palabras se
abrevian o se alargan, lo cierto es que son modificadas adrede con un código
nuevo, lo que definitivamente marca la personalidad del adolescente y sus
ansias de querer cambiar lo establecido por considerarlo aburrido y poco
convincente a su perspectiva. Por otra parte ese lenguaje adolescente tampoco
es un descubrimiento reciente, la jerga existió generaciones atrás y nosotros y
nuestros padres y los padres de los nuestros ya hablaban jergas con cierto
sabor picaresco aunque no tan masivamente como sucede hoy con las redes
sociales y el internet.
Lo explicado solo
muestra que hay un permanente cambio del idioma, que está en movimiento y que
no permanece quieto, mucho menos en el Perú en donde somos tan creativos y en
donde pocas veces nos quedamos satisfechos con lo establecido, aun no siendo
adolescentes.
La gramática sigue
vigente, no podemos hablar de una barbarie sintáctica, pero al menos sería
importante tratar de entender sus significados para poder decodificar los
mensajes de los adolescentes como parte de una labor que no solo debe
involucrar a los padres de familia, sino también a los docentes quienes están
gran parte del tiempo en contacto directo con los alumnos y con quienes podrían
interrelacionarse mejor si más códigos se conocen de esos neologismos que están
marcando una nueva época en cuanto a su lenguaje.
Mientras mayor
capacidad de códigos conozcamos será más fácil poder invitarlos a recorrer
caminos como el de los buenos libros y de los buenos autores, las grandes obras
de la literatura… más moscas se cazan con miel que con hiel, eso podría dar más
frutos que contradecirlos en un buen y magnífico lenguaje.