El arzobispo de
Lima, Juan Luis Cipriani, se refirió al
exsacerdote Marco Arana, líder de Tierra y Libertad, a propósito del conflicto
de Conga y calificó de “lamentable” su actitud. “Se ha hecho famoso siendo
padre y ahora ha fabricado un partido político, ha traicionado su vocación (…)
Que Dios lo perdone, pero el daño que está haciendo es grande”, señaló.
Sin embargo, al
menos el padre Marco Arana ha tenido el juicio de dejar el hábito para hacer
política, a diferencia de Cipriani que hace política a diario y que espeta lo
que su regalada gana le da cada domingo desde el púlpito. No hay lunes en que
Cipriani no esté en los titulares de la prensa por los sermones políticos que
suele dar a los feligreses.
El amigo de
Fujimori, suele visitarlo como en los buenos tiempos cuando se veían en la
Escuela Militar de Chorrillos cuando también sermoneaba y hasta hablaba abiertamente de sexualidad
con los estudiantes de esa escuela. Cipriani es el menos indicado para criticar
la vocación política de Arana porque bajo esa sotana existe un político
anaranjado en potencia. En las últimas elecciones su discurso a favor de Keiko
Fujimori fue evidente.
Los actos de
proselitismo político del Cardenal Juan Luis Cipriani, en las celebraciones
eucarísticas, pronunciándose a favor de la candidatura de Keiko Fujimori, fueron
duramente cuestionados por el presidente de la Conferencia Episcopal en su
momento.
El cardenal Juan
Luis Cipriani criticó que en la pasada campaña electoral se haya incluido el tema
de las esterilizaciones forzadas realizadas durante el régimen de Alberto
Fujimori, pues consideró que con ello se confundía al electorado, con “el único
afán de buscar votos y que rompe el juego limpio que requiere la democracia
peruana” y dijo limpio porque sabía que las esterilizaciones fueron un acto
sucio que él avaló pese a que se rasga las vestiduras por la píldora del día
siguiente.
Definitivamente el
papel de moralizador de la Iglesia Católica no le sienta a Cipriani, pues su trayectoria política es muy
conocida en todas las esferas. Sería preferible que en el conflicto que
atraviesa Cajamarca no meta las narices porque solo entorpece lo avanzado con
comentarios oportunistas. Quien sí tiene mucho que aportar en este conflicto y
que se ha ofrecido voluntariamente es el padre Gastón Garatea, un hombre a
carta cabal, un sacerdote a plenitud y que por cierto ha sido sancionado por
Cipriani con la no
renovación de su licencia ministerial, que le impide celebrar misa y confesar,
por el solo hecho de pensar diferente a Cipriani.
Por su parte el
exsacerdote Marco Arana cuando se le consultó su opinión sobre la carta que
Gregorio Santos envío al presidente Ollanta pidiendo diálogo dijo cifrada y
subliminalmente: “Los cajamarquinos tenemos oídos y boca y no cuernos y cascos, siempre
estuvimos dispuestos al diálogo” No conocíamos a expadre Marco Arana en
esa faceta… Aunque no queda claro si los cuernos y cascos fue para los mineros
o los policías, lo que sí es seguro es que Cipriani sabe mucho de cuernos y cascos.