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martes, enero 31, 2012

Amistades peligrosas


Tras el fatídico incendio en el centro de rehabilitación clandestino “Cristo es Amor”, que causó la muerte de 27 personas, el ministro de Salud, Alberto Tejada, pidió a los centros terapéuticos que se formalicen para brindar una mejor atención y evitar tragedias como esta.

Lo cierto es que los “centros de rehabilitación” son pequeños campos de concentración en su gran mayoría, lugares donde viven en hacinamiento personas con problemas de alcohol o drogas y a quienes sus mismas familias ante la desesperación de verlos en ese estado deciden internarlos contra su voluntad y a la fuerza; si bien es muy difícil que los mismos involucrados acepten buenamente su internamiento, lo cierto es que el 90% de estos centros no tienen las condiciones mínimas para tal fin, menos la asistencia profesional para la recuperación de los internos.

Hablamos de presidios, porque ellos no pueden salir, cárceles en donde los internos padecen crisis por abstinencia y en donde no reciben ningún tratamiento, excepto, -y lo hemos visto aquí en Cajamarca en las intervenciones que ha hecho el Ministerio Público a estos lugares,- algunos tarritos de Terokal y muchos tratos vejatorios e inhumanos según han denunciado algunos exinternos que lograron fugar.

Lo cierto es que ante una falta de política en el país para este tipo de personas con problemas de drogas y alcohol surgieron clandestinamente los mal llamados “centros de rehabilitación” en donde se combinan situaciones como la religión manejada de una forma extraña, vinculada más a los cánticos como aspecto más de forma que de fondo. Además se hacen llamar hermanos.

Algunos, quienes parecen estar registrados en lo alto de esa sociedad y son parte de la élite que goza de autorización para salir a las calles venden caramelos y golosinas para “solventar los gastos de su institución”, instituciones siempre con nombres parecidos “Dios es Amor”, “Casa de Dios”, “Casa de la Juventud”, “Cristo es amor”, “Paz y Amor”…

El ministro de salud acertadamente a catalogado al hecho de las drogas como un Drama Humano en el que están inmersos miles de peruanos y razón no le falta, pero lo que no se debe permitir es que gente sin escrúpulos se aproveche de ese drama y recluya en viviendas enrejadas a seres humanos a cambio de cincuenta soles semanales que paga una familia para librarse de una persona con adicción.

Parece que el tema no solo es competencia del Ministerio de Salud sino que otros ministerios tienen responsabilidades directas, empezando porque no solo son centros no autorizados, sino que varios de estos lugares en todas partes del país han denunciado violaciones de derechos humanos, de la libertad, tortura y hasta homicidio.

Habría que empezar por indagar sobre todas esas denuncias, por verificar si los “profesionales” que laboran en esos centros son realmente lo que afirman o se trata de un exdrogadicto o de un drogadicto que funge de psicólogo o terapeuta; o si quienes dirigen estos centros están preparados para ello o al menos poseen condiciones mínimas para el fin.

Parece que tras los fatídicos hechos sucedidos el sábado hay mucho que develar, no se trata de exculpar a todo el mundo porque todos tienen algo de culpa, desde el municipio hasta los ministerios y en Cajamarca están pasando cosas similares hace tiempo denunciadas. Ojala que no tenga que suceder una tragedia o que otro interno “tenga que resbalar y morir accidentalmente” como ya ha sucedió tantas otras veces en esta ciudad en un conocido centro de esa naturaleza.

Más allá del drama humano está la responsabilidad que tiene el estado con este tipo de personas y cerrar todos los mal llamados centros de rehabilitación que operan clandestinamente sin las mínimas condiciones en todo el país.

Balcon Interior

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