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martes, agosto 02, 2011

Malacostumbrada


El 28 de julio, ante la juramentación del presidente Ollanta Humala y sus vicepresidentes, Marisol Espinoza y Omar Chehade, en la que invocaron a la Constitución del 79 una de las brujas del fujimorismo no tuvo mejor idea que armar un papelón memorable. Martha Chávez vociferó a todo pulmón y protagonizó un absurdo ridículo ante los presidentes invitados en una ceremonia protocolar que sucede cada cinco años en la nación.

Su actitud no hizo otra cosa que demostrar la falta de respeto hacia la patria, hacia las acciones protocolares que instituían al nuevo Jefe de Estado y sobre todo a los presidentes de países invitados que observaron atónitos los 45 minutos en que la parlamentaria no dejó de gritar e increpar la juramentación presidencial que no se hizo invocando a la fraudulenta Constitución del 93 en la que su líder, previo fiasco de referéndum, legitimó una Constitución que entre otras trastadas le concedía la reelección al dictadorzuelo en gesta de aquellos años.

Martha Chávez fue, por si alguien lo ha olvidado, aquella que festejó el retiro del Perú de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con sede en San José de Costa Rica cuando Fujimori pretendía violar los derechos humanos sin fiscalizadores y cuando el Cardenal Juan Luis Cipriani decía que “los derechos humanos son una cojudez”. Y fue ella también la que luego de su destitución congresal por haber recibido dinero de Vladimiro Montesinos,  ya en un gobierno demócrata como el de Alejandro Toledo y cuando ya el Perú había retornado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, acudió a este organismo para llorar por lo que ella consideraba la vulneración de sus derechos.  

Antes de la segunda vuelta, la ya electa parlamentaria, Martha Chávez amenazó al presidente del Poder Judicial César San Martín “Para mí César San Martín es responsable de una sentencia donde no hay ninguna prueba (…) entonces no se trata de un juicio justo  y ahora él debe rendir cuentas de sus actos” dijo en un ataque de histeria creyendo que la presidenta del Perú sería Keiko Fujimori, osadía que San Martín respondió de inmediato, poniendo en su lugar a la desubicada Chávez, quien antes de asumir el poder ya daba síntomas de su tendencia dictatorial.

Cuando la iracunda Martha Chávez juró por la Constitución del 93 todos respetaron su posición y no se dijo nada sobre ello, sin embargo cuando el presidente y los vicepresidentes evocaron la constitución del 79 ella hizo una pataleta que merece una sanción ejemplar para evitar que ese tipo de actos sean recurrentes. Las visitas ya se fueron y la parlamentaria merece una sanción para que sepa que el Congreso de la República no es un espacio donde puede hacer lo que se le viene en gana.

Existen diferencias precisas entre ambas constituciones, mientras la Constitución del 79 nace de una Asamblea Constituyente contra la dictadura, la del 93 nace de un dictador y fue arreglada por una mafia que hoy en su mayoría se encuentra en prisión.

La intolerancia demostrada por la parlamentaria ha expresado que sus raíces permanecen intactas, que añora los tiempos de oro en que era la ama y señora del fujimorato  y hacía y deshacía en los ministerios y en el Congreso.

Es hora de que el nuevo Congreso empiece a poner las reglas claras sobre cómo va a funcionar esta institución en los próximos años, que se apliquen sanciones que regulen la disciplina en ese organismo y que se corten de raíz las malas costumbres. El Congreso de la República no puede ser una tierra tomada por la intolerancia, el irrespeto y el mal ejemplo.

Balcon Interior

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