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martes, noviembre 27, 2012

“Se intoxican con leche fresca”



Nuevamente el Pronaa en el ojo de la tormenta, más de cuarenta niños de una escuela primaria en la comunidad de Pingullo, en el distrito de Hualgayoc se intoxicaron luego de consumir alimentos de la cuestionada institución.

Los niños fueron internados en el hospital de Bambamarca y algunos en el de Cajamarca gracias a la oportuna intervención de los padres que se percataron del hecho, aunque ya la Fiscalía de Prevención del Delito realiza las investigaciones ojalá que esta vez se llegué al fondo del asunto y no quede impune esta negligencia como la sucedida el año pasado en el caserío de Redondo, en la provincia de Cajabamba, en donde murieron tres niños por la negligencia de los funcionarios del Pronaa.

Si ya por sí el problema de la masiva intoxicación de los menores de una comunidad muy pobre es preocupante, resultó histriónica la manera tan burda en que el Pronaa a través de su oficina de Imagen Institucional trató de quedar bien librada de lo que, de comprobarse responsabilidades, merecería un cambio absoluto de los negligentes.

La Oficina de Imagen Institucional emitió rápidamente una nota de prensa titulada textualmente ALUMNOS DE PINGUYO BAJO EN HUALHAYOC CAJAMARCA SUFRIERON DOLORES DE CABEZA Y ESTÓMAGO LUEGO DE CONSUMIR LECHE FRESCA” – está escrita tal cual la enviaron-  y como si de una broma o de la travesura de los niños se tratara, una patética línea que agregaba: “Todos saldrán de alta antes del mediodía”.

La nota en cuestión dice una sarta de sandeces en la que se excluye en todo momento la palabra “INTOXICACIÓN”, que es la esencia de lo sucedido,  buscando dejar bien librados a los funcionarios del Pronaa, un programa que se ha caracterizado por entregar productos vencidos, o con fechas de vencimiento adulteradas o con pastillas que al gasificarse matan los gorgojos… y en donde la desratización de los almacenes se hace con Racumín… Un programa que tiene en su historia las tres muertes de Redondo y en donde nadie fue a la cárcel por ese descuido.

Trabajar con alimentos que se reparte como parte de un programa que busca ayudar a los más pobres, requiere de mucha responsabilidad, de un tino infalible para evitar que hechos lamentables puedanocurrir. Gracias a Dios en la comunidad de Pingullo no ha muerto un solo niño, pero pudo suceder y si se sigue aplicando esa política descuidada va  a suceder en cualquier momento.
Reconocer los errores es parte fundamental en cualquier cadena laboral. Todos somos falibles, pero el tratar de maquillarlos tan burdamente y decir que los niños se enfermaron porque tomaron leche fresca es una burla inaceptable, una cobardía sin nombre que ha buscado proteger a los responsables, o irresponsables que no hicieron un adecuado control y revisión  de los alimentos que se reparten a los niños de Pingullo.

Lamentablemente la comunidad, que pertenece al distrito de Hualgayoc, se encuentra en el desamparo, dado que el alcalde distrital es un semianalfabeto cuya única actividad actual es la de la compra de casas en Hualgayoc – con evidentes fines de lucro para comercializar luego con alguna empresa interesada, más claro ni el agua – Por eso urge que la investigación que haga sobre la intoxicación masiva de niños que realiza el Ministerio Público determine las causas y los responsables y que una vez más rueden las cabezas de quienes trafican con el hambre y la necesidad de los niños más pobres del Perú.

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