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sábado, noviembre 10, 2012

Ni arte ni cultura



Un toro indefenso sale a la arena, un animal asustado por el ruido y por la gente que lo contempla. Un hombre vestido con licras y luces, además de medias rosadas, utiliza un capote para demostrar que es valiente. El toro está espantado y mira desconcertado todo lo que sucede a su alrededor.

Después empieza eso que los taurómacos llaman arte y cultura en medio de oles, muchos aplausos y mucha bulla de los pasos dobles que suelen acompañar las faenas de muerte de los toreros. Después un picador empieza la tortura, luego tres pares de banderillas – una especie de anzuelos gigantes’ se clavan en el lomo del pobre animal,- finalmente uno o varios estoques – todo depende de la habilidad del matador.  Mucha sangre y muchos aplausos.

250 mil toros son masacrados en las corridas de toros cada año, alrededor del mundo. Los países donde están prohibidas son: Argentina, Canadá, Cuba, Dinamarca, Italia, Reino Unido y algunas regiones de España como Cataluña, Tossa de Mar, Prohibidas: Argentina, Canadá, Cuba, Dinamarca, Alemania, Italia, Países Bajos, Nueva Zelanda y el Reino Unido.

Fueron abolidas en Las Islas Canarias y la mayor parte de Francia. La abolición basa su principio en que la crueldad a los animales no tiene un lugar en la sociedad actual.

En lo que va del año más de 500 corridas de toros se han realizado en el Perú, en la actualidad se realiza la Feria de Acho en Lima en donde cada domingo se matan varios toros, pese a la acción recurrente de los antitaurinos que se oponen con justa razón a que se siga cometiendo ese tipo de espectáculos con lemas como “¡La tortura no es arte ni cultura!” y “¡Ninguna tradición por encima de la razón!”.

Los peruanos manejamos una doble moral, cuando hace unos días en los dantescos episodios de la parada un desadaptado quebró la pata de Lamar, una yegua de la Policía Nacional. Todos hicimos una pausa para lamentar el hecho, era tristísimo ver al pobre animal con la patita quebrada, sin poder caminar. Tuvo que ser sacrificada, todos lamentamos el hecho incluso los taurinos, sin embargo se cree erradamente que matar toros en una corrida salvajemente es una cuestión cultural.

Una plaza de toros no es otra cosa que un coliseo romano, en donde la arena se tiñe de sangre y todos miran con devoción un homenaje a la muerte. Se paga por ver, se grita, se aplaude, se sufre…

¿Cuál será el efecto psicológico que causa cuando un niño ve una corrida de toros por primera vez? Probablemente haya una profunda huella en quienes viven ese momento con escenas tan crueles, una absurda herencia de nuestros conquistadores.

Si cada plaza de toros del Perú se convirtiera en una escuela o en una biblioteca seríamos un país más culto, no veríamos con la indiferencia que hoy vemos a esos hechos y quizás nuestros hijos un día lo agradecerían, sin embargo aun estamos muy lejos de eso, nuestro razonamiento aun es primitivo y pensamos que una corrida de toros es un acto cultural en donde existe mucho arte… el arte de matar y de la indolencia y eso le estamos enseñando a nuestros hijos.

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