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viernes, noviembre 09, 2012

De clubes nocturnos y desautoridad



Luego del crimen en donde un grupo de sicarios asesinó a mansalva a cinco personas en un club nocturno, los funcionarios de la municipalidad de inmediato intentaron deslindar responsabilidad alguna en su labor fiscalizadora aduciendo que el local había sido sancionado en varias oportunidades, cerrado y hasta multado.

Pero más allá de esa excusa poco útil habría que preguntarse, si es que era un lugar que estaba calificado a como infractor ¿por qué seguía funcionando? Parece que la reacción de los funcionarios ediles le ha hecho un flaco favor a su imagen, pues se ha evidenciado claramente que no hay respeto a la autoridad municipal, o en su defecto, las estrategias para controlar a los centros ilegales y fuera de la ley han fallado notablemente.

Cajamarca tiene casi 250 clubes nocturnos -night club en alienado extranjerismo- probablemente los que operen con licencia de acuerdo a ley no pasen de una decena, entonces ¿El resto también están con orden de cierre y han sido sancionados? Una sanción no puede quedar en el campo de la advertencia, tiene que ser efectiva y cumplirse, aplicar la ley y cortar definitivamente su operatividad.

La excusa de los ediles no se la creyeron las rondas urbanas, por eso en una acción inmediata los días posteriores a la tragedia ocurrida en el local conocido como “La Tania” intervinieron a algunos clubes de esa naturaleza y los cerraron definitivamente, textualmente los ronderos decían “nosotros no somos como la municipalidad”, en clara alusión a que los clubes nocturnos se reían de las infracciones y sanciones que aplicaba la municipalidad.

El problema de la prostitución en Cajamarca es endémico, hay una gran cantidad de prostitución clandestina que muchas veces es hasta resguardada por las “fuerzas del orden” como sucede en la primera cuadra del jirón Leguía – solo por citar un lugar resguardado- La prostitución callejera no ha podido ser erradicada. Todos los días las mismas personas, están en las inmediaciones de los jirones Apurímac y Amalia Puga, Apurímac y Amazonas o el jirón el Batán y Sabogal ¿Se hace algo para erradicarla?

Decir “yo notifiqué a tal o cual lugar pero no me hicieron caso” es vergonzoso, porque denota falta de autoridad, una tierra sin ley, nos remite a un pueblo del viejo oeste norteamericano en donde las leyes se hacían cumplir a balazos.

Probablemente la labor vaya más allá y deba ser interinstitucional y bien organizada, porque la prostitución en Cajamarca ha elevado los índices de enfermedades como el SIDA, alarmantemente, y a través de ella sin duda se mata a más personas por día que las que se mató ese sábado de madrugada. No podemos permanecer indiferentes ante situaciones de esta naturaleza.

La formalización de una zona rosa no suena descabellado en una población que ya se proyecta a los 300 mil habitantes, más allá de la cucufatería y mojigatería y hablar de “El Polvorín” a media voz, en las ciudades donde se ha formalizado el comercio sexual existe menos contagio de enfermedades y menos problemas delictivos que en donde permanece informalmente.

Mientras se siga tratando a la prostitución en Cajamarca con pinzas y no afrontándola como un problema real y hasta un mal necesario – aunque particularmente no veo la razón para llamarlo mal si se formaliza y se somete a exámenes periódicos y estándares de higiene y salubridad- seguirá causando incidentes lamentables como el sucedido hace dos semanas que enlutó a varias familias y que dejó una estela de odio y dolor.

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