A Lucecita
Secretaria, la que no
habla, siempre atenta, diciendo nada… dice la canción de
Mocedades, todo un himno para aquellas mujeres que cumplen esa labor tan
eficientemente. Aquellas que deben ser discretas infinitamente, atentas, saber hablar
casi con perfección y redactar perfectamente, responder mil llamadas cada día y
contestar todas las cartas y correos desde una bandeja de entrada.
Muchas veces ignoradas,
acosadas, discriminadas. Nadie sabe de sus silencios y soledades porque siempre
muestran un rostro amable. Nadie sabe de los problemas que dejaron en casa o de
las angustias que tuvieron que dejarse en el hogar al ir a trabajar cada
mañana.
Día a día construyendo una
vida en la oficina, entre sellos y papeles y hasta secretos que deben guardarse
celosamente. La que llega primero, la última en salir. Copiar, escribir,
fotocopiar, redactar, enviar, sonreír, atender, responder, ordenar… y muchas
veces en secreto… hasta llorar.
Hoy la secretaria es una
profesional de carrera con competencias absolutas y es una persona
irremplazable en su puesto. Es la organizadora de todo cuanto sucede en una
oficina y muchas veces debe tomar decisiones tan importantes como su propio
destino.
Una de las principales
virtudes de una secretaria es la discreción que debe tener en su trabajo, los
asuntos que maneja son siempre importantes y muchas veces de ello depende la
estructura misma de una empresa o institución, son guardianas silenciosas
digitando en un teclado el día a día en una oficina.
Cada mañana llegando
temprano con mil cosas y hasta con los ojos húmedos de llanto, repitiendo
tantas historias para no ser infidente. Ordenando en el desorden de archivos,
de las idas y venidas de los días, del pensar qué estará pasando en casa sin
dejar de concentrarse en su ortografía.
Una secretaria, dicen, es
una cuidadora de secretos y es que de sus decisiones muchas veces depende la
solidez de una empresa. Mientras tanto el tiempo pasa, los años la llevan a una
orilla diferente entre papeles y tinteros.
Mientras tanto las fotos
de la familia envejecen en un escritorio hasta que un día se dan cuenta que los
días también eran una larga avenida por donde se les fue la vida y aun así son
felices. Secretaria, secretaria…