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miércoles, junio 18, 2014

Secretaria






A Lucecita

Secretaria, la que no habla, siempre atenta, diciendo nada… dice la canción de Mocedades, todo un himno para aquellas mujeres que cumplen esa labor tan eficientemente. Aquellas que deben ser discretas infinitamente, atentas, saber hablar casi con perfección y redactar perfectamente, responder mil llamadas cada día y contestar todas las cartas y correos desde una bandeja de entrada.

Muchas veces ignoradas, acosadas, discriminadas. Nadie sabe de sus silencios y soledades porque siempre muestran un rostro amable. Nadie sabe de los problemas que dejaron en casa o de las angustias que tuvieron que dejarse en el hogar al ir a trabajar cada mañana.

Día a día construyendo una vida en la oficina, entre sellos y papeles y hasta secretos que deben guardarse celosamente. La que llega primero, la última en salir. Copiar, escribir, fotocopiar, redactar, enviar, sonreír, atender, responder, ordenar… y muchas veces en secreto… hasta llorar.

Hoy la secretaria es una profesional de carrera con competencias absolutas y es una persona irremplazable en su puesto. Es la organizadora de todo cuanto sucede en una oficina y muchas veces debe tomar decisiones tan importantes como su propio destino.

Una de las principales virtudes de una secretaria es la discreción que debe tener en su trabajo, los asuntos que maneja son siempre importantes y muchas veces de ello depende la estructura misma de una empresa o institución, son guardianas silenciosas digitando en un teclado el día a día en una oficina.

Cada mañana llegando temprano con mil cosas y hasta con los ojos húmedos de llanto, repitiendo tantas historias para no ser infidente. Ordenando en el desorden de archivos, de las idas y venidas de los días, del pensar qué estará pasando en casa sin dejar de concentrarse en su ortografía.

Una secretaria, dicen, es una cuidadora de secretos y es que de sus decisiones muchas veces depende la solidez de una empresa. Mientras tanto el tiempo pasa, los años la llevan a una orilla diferente entre papeles y tinteros.

Mientras tanto las fotos de la familia envejecen en un escritorio hasta que un día se dan cuenta que los días también eran una larga avenida por donde se les fue la vida y aun así son felices. Secretaria, secretaria…

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