Había prometido no volver a escribirte alguna línea y aquí estoy de nuevo recordándote inevitablemente. Cuando Ollanta era un candidato hace muchos años esperaba que no fuera elegido nunca porque su esposa me traía tu recuerdo, tu cuerpo, tu sonrisa, tu mirada… solo habría que agregarle unas pecas a su rostro y estarías clonada.
Y así fue, Ollanta no ganó aquella vez, pero pasó el tiempo y después de que Alan García terminó su segundo gobierno tuvo que ganar Ollanta y con él su buena esposa, y con ella ese rostro que me trae tu recuerdo como olas recurrentes cada vez que la veo en la tele, tenía que aparecer la primera dama con sus dientes de conejo - como los tuyos - y hacer que a diario te recuerde.
Hace mucho que dejé de quererte, pero no he podido dejar de recordarte, más desde que la señora Humala aparece a diario en todos los canales, tan metiche como tú lo eras, con esa mirada nerviosa y esos cabellos lacios cayendo sobre sus hombros.
A pesar de que llevo años sin verte, la señora Humala se ha encargado de hacerme que te piense diariamente, cuando la veo en los videos de los diarios por Internet, en las fotos de todos los diarios de papel, en todos los noticieros, en cada noticia en donde ella es la estrella. Yo ya te había sumergido en el olvido hace mucho, otros rostros se encargaron de desdibujar tus facciones y sepultar tu recuerdo, pero llegó Gana Perú con su propuesta nacionalista y ya lo ves… hoy a diario veo tu recuerdo en todas partes.
Para colmo la señora Humala es una persona que disfruta de las cámaras y aparece como nunca lo había hecho una primera dama en el Perú, mañana tarde y noche, tiene su propia agenda y se pasea de norte a sur, de este a oeste; hoy aquí mañana allá. Debo aprender a convivir con esa idea, de casi verte todos los días por la televisión a las diez. De ver tu rostro en cada diario que lea, de pensar que alguna vez tuvimos una casa en donde no fuimos muy felices, por eso hoy la distancia.
Había prometido no escribir nada para ti, nada que hable de ti, nada que me recuerde a ti. Y ya lo ves, aquí estoy sentado frente al computador golpeando el teclado, cincelando tu recuerdo. Recordando las veces que reí por ti y para ti – nunca de ti -.
La vida siempre nos reserva cosas inesperadas. Ahora que veo a diario a la señora Humala y veo que te pareces tanto a ella no entiendo porque mi padre decía aquellos años que eras una mujer fea, en realidad solo eras una mujer desalineada pero nada más y yo entonces estaba sumergido en otros pensamientos. Por eso no te culpo como antes, quizás porque el tiempo cierra las heridas y las cicatrices del alma solo se ven en nuestros sueños, en nuestros más secretos desvelos.
Por eso debo dejar de escribir, porque ya van a ser las diez y el adelanto del noticiero anuncia que la señora Humala inauguró unas obras y luce un traje blanco casi como de farmacia, como aquel que usabas cuando aún entre nosotros no existía la distancia y no sabíamos que un día acabaríamos siendo una burbuja de recuerdo que a veces se rompe como ha pasado esta noche que escribo pensándote a cada instante para de una buena vez y para siempre... lograr olvidarte.