Hace algunas semanas el centenario árbol de la plazuela Amalia Puga fue cercenado brutalmente con la intención de que la banda de garzas que había hecho de él su morada se marche a otro lugar.
Suponemos que los sabios asesores de la Municipalidad Provincial de Cajamarca, específicamente del área de Medioambiente, sugirieron la medida luego de que algunos personajes se quejarán de la presencia de las aves y de la suciedad que como consecuencia de ello se acrecentaba.
Los astutos asesores no pensaron en que las aves habían emigrado de distantes lugares debido a que fue justamente el hombre quien le fue recortando su espacio y que en respuesta a eso las aves buscan los últimos parajes de verdor con árboles grandes y frondosos que les puedan brindar seguridad.
Solícitos trabajadores del municipio provistos de sierras eléctricas y material necesario se treparon en los árboles para hacer lo que ellos llamaron una “poda” destruyeron nidos y críos y cumplieron su misión sin miramientos - al final nadie reclamará por ese atropello- pensaron.
Los sagaces y comedidos asesores tampoco pensaron en que las garzas iban a ocupar los árboles aledaños como respuesta al eco-cidio y efectivamente, cuando las aves retornaron del valle cajamarquino como cada tarde encontraron que sus nidos ya no estaban, que sus polluelos habían sido arrancados y su habitad destruido. De inmediato empezaron a anidar los árboles contiguos.
Todo esto muestra que los asesores de medioambiente con esa falta de capacidad para resolver un problema han demostrado que ellos también tienen garzas en su cabeza, bandadas completas que han llenado sus cerebros de miasma y estiércol y para corroborar eso, por si alguna duda cabía; han hecho cortar nuevamente los árboles colindantes al vetusto Pajuro y cuando las garzas se apoderen de la Avenida del Maestro harán lo mismo con ellos y así hasta depredar todo árbol que se atreva a cobijarlas.
La eficiencia con la se hacen las podas en los árboles indefensos es fulminante, luego de la orden los hechos se ejecutan sin dudas ni murmuraciones. Ojalá que esa misma eficiencia se aplicara para podar a los malos funcionarios que han hecho de esas mismas instituciones lugares llenos de mojones, atiborrados de boñiga y deyección.
Pero es iluso pensar que con la misma eficiencia se cortarán las putrefacciones inmundas de las instituciones, porque estas a diferencias de las garcitas tienen abogados ad-honorem, o abogados a cincuenta cincuenta, mitad y mitad a medias de la utilidad, de lo recaudado, de lo percibido…
Por el momento solo nos queda rogar a que las garzas no tomen las cúpulas de las iglesias como refugio, porque si fuera así imaginamos que los asesores sugerirían una demolición inmediata de los templos para dar ejemplo de eficacia, eficiencia y poder.