Están en todas partes, fungen de médicos o de estar asesorados por médicos profesionales que garantizan la efectividad de sus productos. Sus jarabes y pastillas, según ellos, lo curan todo, solo hay que tomar unas dosis de esas pócimas extrañas con etiquetas más extrañas en frascos de dudosísima procedencia para que se alivien los males, sean estos cual fueren.
Desde la pérdida de la visión hasta la caída del cabello, de las úlceras gástricas a la impotencia sexual y el cáncer, sin desparpajo se anuncian y publicitan por casi todos los canales ante la indiferencia de todas las autoridades.
Son chamanes, brujos, maestros curanderos, compactados o sanadores, cada uno se publicita de diferente manera y los espacios publicitarios que contratan son extensos, programas completos llenos de mentiras y charlatanerías.
Todo ello demuestra que el negocio es redondo, de lo contrario ya no seguirían aquí y lamentablemente esa complicidad le brindan las instituciones encargadas de velar por los derechos de los ciudadanos. El que calla otorga y estas instituciones han callado hace meses pese a las denuncias reiteradas de varios pobladores estafados, no solo ello, sino que hasta les ha costado la vida creer en esos jarabes milagrosos.
DIGESA, Municipalidad Provincial de Cajamarca, Fiscalía de Prevención del Delito, Indecopi, Policía Nacional de Perú no han dicho nada, han sido permisivos con los timadores y hasta el momento no hay sanciones para esa horda de estafadores que además de engañar a la gente la envenenan lentamente y le dan falsas esperanzas.
Los brujos en las famosas limpias y baños de florecimiento se aprovechan de sus víctimas del sexo femenino; hace solo unos meses un tal maestro amazónico, o con un nombre similar, fue acusado de violar a una de sus pacientes en su “consultorio”, todo ello bajo la anuencia de las instituciones que debieran haber puesto coto a este problema social hace tiempo.
Los brujos y curanderos anuncian siempre que ya se van, y ponen fechas recurrentes para luego aplazarlas ante la prosperidad del sucio negocio gracias a la credulidad de los cajamarquinos. El grueso de sus clientes son personas humildes del campo, presas fáciles para sus embustes y vejaciones.
El incremento de este tipo de pseudo consultorios en la ciudad ha sido alarmante, como son alarmantes los espacios en los que se publicitan con el consabido cintillo previo al programa de que “La empresa no se responsabiliza por las opiniones vertidas en el siguiente espacio”.
La alarma que causa entre los turistas que llegan a diario a la ciudad ese tipo de programas es increíble, los charlatanes anuncian con desparpajo sus triquiñuelas de la salud y lo que es peor, hemos empezado a acostumbrarnos a callar, a no decir nada.
Ojalá que La Fiscalía de Prevención del delito, la Policía Nacional del Perú, Indecopi, y la Municipalidad Provincial de Cajamarca hagan operativos para poner freno a esa publicidad engañosa y se ponga a esos embaucadores en donde merecen estar, tras las rejas.