El anuncio que hicieran el Ministro de Salud, Oscar Ugarte, acompañado de la titular del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, Nidia Vílchez, quienes indicaron que la píldora del día siguiente se volvería a entregar gratuitamente en los establecimientos de salud del Estado, se ha convertido en un dolor de cabeza para el Tribunal Constitucional debido a que éste había resuelto suspender su entrega por considerar que cabía la posibilidad de que fuera abortiva.
La noticia fue lanzada a propósito del Día Internacional de la Mujer y fue recibida con algarabía por un sector de la sociedad peruana, mientras que otro salió a criticar duramente a la propuesta del ministro Oscar Ugarte. La Iglesia Católica, con la vehemencia que la caracteriza no hizo esperar sus mordaces comentarios y monseñor Luis Bambarén salió a la prensa a decir que “la píldora es un medicamento abortivo que impedía que se instale cualquier cuerpo en el útero”.
La ministra de la Mujer, hizo una precisión muy importante cuando defendía el libre acceso de las mujeres peruanas de escasos recursos a la píldora del día siguiente, “cuando la píldora se prohibió, su costo que era de 22 soles en las farmacias, se elevó a 45” indicó, haciendo una clara referencia que con ello se habían beneficiado los laboratorios.
El uso del Anticonceptivo Oral de Emergencia (AOE) ha sido un dolor de cabeza no solo para el Tribunal Constitucional, quien ha visto ahora desestimada su resolución, sino que también lo ha sido para el gobierno debido a las críticas que ha recibido desde que decidió repartirlas de manera gratuita hace unos meses.
Lo cierto es que la (AOE) es un beneficio que repercute directamente en las mujeres más pobres del país, las que son violentadas y agredidas sexualmente no solo por los casos que son denunciados, sino por aquellos que casi nunca se denuncian y que suelen darse por parte de sus mismas parejas, esposos, convivientes…
No faltan los sectores mojigatos que opinan que la píldora del día siguiente es un aval a la promiscuidad, un acto ignominioso o un desacato a la ley de Dios, como el buen cardenal Juan Luis Cipriani que habla de temas políticos abusivamente en sus homilías o como el afable Rafael Rey, prominente representante del Opus Dei igual que el Cardenal, quienes instan a tener hijos a los sectores más pobres – mientras ellos, claro, no tienen ni los tendrán- hablan de la defensa a la vida de medio lado, con espanto e hipocresía y por lo bajo aguzan a los actos bélicos en contra de las comunidades nativas acusándolas de cualquier cosa olvidando que ellos también tienen vida.
Se habla mucho de la mujer, sobretodo en espacios como los concedidos esta semana en foros, medios de comunicación, municipios, gobiernos regionales y todo lugar útil para hacer apología y, por supuesto, proselitismo a favor de determinada línea política, pero cuando se habla de la píldora del día siguiente, cuyo beneficio repercute única y directamente en la mujer y de manera especial en las mujeres pobres del Perú, sectores cerrados de la sociedad agitan la bandera de la falsa moral y de los principios ecuménicos de la vida.
La mujer en el Perú vive una violencia aberrante, parte de esa violencia es impedirle decidir si usa o no la píldora, solo ella es quien debe tomar esa decisión, el Estado no debería intervenir en algo tan personal que aún la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ratificado no es abortiva. El estado deja al libre albedrío a millones de peruanos que deciden suicidarse a pausas con el alcohol o el cigarrillo sin ninguna intervención, ahí debería intervenir, pero seguramente nadie lo permitiría.