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lunes, marzo 22, 2010

El colonialismo instaurado en el INC



Hace un tiempo la Dirección del Instituto Nacional de Cultura fue asumida por un joven profesional que más allá de las críticas a su labor emitidas desde este espacio, debemos reconocer que los fondos con los que cuenta el Instituto Nacional de Cultura son modestos y los pocos que se reúnen se depositan diariamente en una cuenta que pertenece al Instituto Nacional de Cultura con sede en Lima.

Los espacios arqueológicos que son el emblema de los cajamarquinos, como El Cuarto del Rescate, el Complejo Monumental de Belén, y otros monumentos de gran importancia sirven para costear los gastos del INC Lima y solo para cubrir requerimientos básicos de la sede de Cajamarca. Ello significa que tenemos una dependencia colonialista, que pese a los años transcurridos, no ha cambiado, esto ha generado que seamos incapaces de generar fondos que permitan un mantenimiento adecuado de los monumentos que a diario son visitados por decenas de turistas y cuya conservación sea una realidad.

La profunda crisis económica que atraviesa el INC lo ha convertido en una entidad absolutamente dependiente, sin el menor sustento que le permita proyectarse progresivamente y la crisis que se arrastra en la actualidad ya tiene orígenes desde otros tiempos, Jorge León, ex director de la institución, trató de hacer una sólida masa de Casas de la Cultura desde cada provincia de la región, propuesta que lamentablemente fracasó debido a la falta de presupuesto, lo mismo sucedió con la licenciada Marcela Oliva, todos sus intentos quedaron atrapados en buenas intenciones, utopías que el tiempo se encargó de deshacer, por culpa de un centralismo dirigido desde Lima.

Las Casa de la Cultura de las provincias sucumbieron ante la falta de un sustento y se han cometido crímenes culturales atroces como el sucedido en Hualgayoc donde EsSalud derribó la casa del poeta Oscar Imaña, ubicada en la Plaza de Armas para dar paso a una moderna construcción de ladrillo y cemento, algo similar ha sucedido en la provincia de Celendín, en donde la fisonomía de su Plaza de Armas de esa pintoresca ciudad ha empezado a cambiar aceleradamente con la destrucción de varios inmuebles representativos de la zona, los mismo que tienen una vieja data.

La falta de presupuesto para la protección de monumentos históricos ha puesto en grave riesgo a muchos de ellos, el bosque de piedra de Chucumaca, del Timbo, las ventanillas de Arascorgue y Bellavista, el Castillo, los restos de Pacopampa, la ciudad minera del Purgatorio y la casona de Pilancones - aquella que fue propuesta por Marcela Oliva para que sea declarada como patrimonio de Cajamarca-

Cajamarca debe tomar un consenso inmediato sobre la protección de sus monumentos y actuar como lo han hecho otras ciudades, el Cuzco, por ejemplo ha logrado una independencia económica de esa tiranía centralista y dominante que no solo avasalla a sus provincias, sino que las destruye sistemáticamente en cuanto a patrimonio al no permitir partidas presupuestales que permitan a los responsables de dirigir los destinos de la cultura en Cajamarca actuar con mayor contundencia, ante la destrucción permanente de nuestra reserva patrimonial y cultural.

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