rss facebook twitter linkedin youtube

Síguenos en FACEBOOK

jueves, enero 03, 2013

Lo que nadie quiere decir de lo que está pasando en Celendín



Seguramente que la cucufatería de la provincia de Celendín pondrá el grito en el cielo, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. Hace un buen tiempo que la apacible provincia, siempre reconocida por la bondad de sus pobladores, la grandeza de sus artistas y la trascendencia de sus escritores y de sus hijos más insignes – como aquel que dio fama a los sombreros de Celendín, don Augusto G. Gil Velásquez, filántropo inmensurable e inmenso- o como sus escritores inagotables o pintores, músicos y dibujantes; ha sido agredida y tomada por un problema social que ha surgido entre las luces rojas y verdes de ciertos lugares clandestinos.

No se puede negar que hubo y hay complicidad con las autoridades, el problema de la prostitución en esa provincia surgió, lamentablemente, hace unos breves años y se acentuó con la indiferencia y nuevamente complicidad de municipio, policía y el mismo Estado que hasta la patentó y la subvencionó en los casi dos últimos años.-¿Porqué no interviene el Ministerio Público?-

No se trata de una conjetura lanzada al azahar, se trata de un hecho probado y documentado, que no debe repetirse y que debe condenarse bajo todo punto de vista porque en muchos de los centros de esta naturaleza existentes en Celendín se albergan a menores de edad quienes venden sus caricias entre mediasluces y peligros interminables – sin contar las drogas-.

Para nadie es nuevo que existían conatos de prostíbulos hace tres o cuatro años en esa ciudad, que a la entrada del pueblo una casa sospechosa alumbraba a los viajeros con un foquito verde que daba qué pensar… hasta que uno seguía indagando. Para nadie es nuevo que los registros policiales y otros jefes policiales – esos que sí trabajaban y combatían la prostitución en esa provincia- más de una vez detuvieron a las regentes de esos lugares y que después fueron procesadas por proxenetismo. Sin embargo hoy es una realidad que tenemos que condenar y denunciar, no podemos ser cómplices de un hecho que ensucia el rostro de la que fue la provincia más noble de la región y de la que por su trascendencia, fue la más conocida en otras latitudes.

El Estado militarizó la ciudad de Celendín por más de un año, en realidad fueron casi dos, cuando la ciudad se vio invadida de policías y militares que “resguardaban el orden” y fue el mismo Estado quien bajo un velo de falsa protección a los ciudadanos, luego de instalar a sus huestes, vio la necesidad imperiosa de crear y subvencionar prostíbulos para sus tropas. No se trata de un hecho aislado, se trata de una política de Estado, de una forma de trabajar y de actuar de este y de otros gobiernos, pasa lo mismo en el Vraem y en otros lugares donde “hay tropas acantonadas”, sin embargo lo indignante de esta vez es que se produjo en una provincia de Cajamarca, o sea, el Estado se orinó sobre los cajamarquinos y nos deja una lacra pestífera de un mal social.

No se trata de culpar a Ollanta o a Goyo. Tenemos dos opciones: denunciamos esta sucia política que ha captado a menores de edad para que ejerzan el meretricio en Celendín o nos quedamos callados por temor y por vergüenza y seguimos hablando del secreto a media voz. ¿Hará algo el Ministerio Público de esa provincia, o necesita las direcciones de los prostíbulos?

Balcon Interior

Bienvenidos a este espacio donde compartimos comentarios de opinión de Cajamarca Perú