A menudo tenemos
que cambiar nuestras contraseñas de correos, redes sociales, blogs, páginas
web, etc. Debido a que pueden ser vulnerables y alguien puede apropiarse de
nuestra identidad y causarnos serios problemas por ello.
Vivimos en un mundo
rodeado de temores, de que nos roben el celular, de que nos roben el reloj o
cualquier cosa de valor, pero el hecho de violentar nuestra contraseña es uno
de los temores mayúsculos por las consecuencias que puede acarrear.
Por eso especialistas
de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (Pensilvania), desarrollaron
una investigación sobre la vulnerabilidad de las contraseñas y de qué manera
las personas pueden disminuir los riesgos de ser víctimas de los ‘crackers’.
El equipo, dirigido
por Ashwini Rao, concluyó que una buena forma de protegerse de estos ataques es
eligiendo una contraseña que rompa las reglas de la ortografía y la gramática.
El motivo está en
que los ladrones informáticos utilizan correctamente las reglas de escritura
para las búsquedas de tipo barrido, conocidas como ‘brute force’, las que
ejecutan al combinar palabras de un diccionario.
Es importante tener
en cuenta que si la persona con buena redacción decide elegir una contraseña
mal escrita, debe recordar cómo la escribió.
A la par de quienes
suelen caer en errores gramaticales y ortográficos al momento de escribir, los
adolescentes también pueden engañar con mayor facilidad a los ‘crackers’, pues
tienden a acortar las palabras, eliminando vocales o modificar letras que
suenan parecido pero que se escriben distinto.
De acuerdo con esta
investigación, tampoco está recomendado el uso de frases al momento de usar
contraseñas largas, pues estas son fáciles de adivinar al ser completadas.
No cabe duda que en
este caso y solo en este caso, la mala ortografía es una ventaja que puede
ponernos a buen recaudo que nos garantiza de cierta forma la inviolabilidad de
nuestras cuentas cibernéticas.
Si por solo un
minuto nos ponemos a pensar la cantidad de datos que tienen vínculos con
códigos y claves que manejamos diariamente es increíble: Número de celular, el
numero de nuestro teléfono fijo, el de nuestro trabajo, el del DNI, la clave de
la tarjeta, o peor aun tarjetas, el número de las personas más cercanas, la
clave de nuestro e-mail, de nuestro blog, de nuestra web, los canales más
sintonizados por cada uno y los favoritos, el número de nuestra casa, nuestra
edad, la edad de nuestros hijos –aunque últimamente no recuerdo bien ni la
mía ni la de mis hijos, quizás sea el inicio de nuevos olvidos-… es
fabulosa la cantidad de información básica que manejamos diariamente, por ello
hoy más que nunca poner a buen recaudo nuestras claves y códigos que uno nunca
sabe en qué momento un intruso puede acecharnos.
Cuando menos lo
esperábamos descubrimos que la mala ortografía que suele ser tan frecuente y
tan aterradora en casos como estos puede resultar un arma eficaz y
recomendable, empezar a poner en práctica lo sugerido no resulta inoficioso.