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viernes, enero 25, 2013

Cuando la mala ortografía puede ser útil



A menudo tenemos que cambiar nuestras contraseñas de correos, redes sociales, blogs, páginas web, etc. Debido a que pueden ser vulnerables y alguien puede apropiarse de nuestra identidad y causarnos serios problemas por ello.

Vivimos en un mundo rodeado de temores, de que nos roben el celular, de que nos roben el reloj o cualquier cosa de valor, pero el hecho de violentar nuestra contraseña es uno de los temores mayúsculos por las consecuencias que puede acarrear.

Por eso especialistas de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh (Pensilvania), desarrollaron una investigación sobre la vulnerabilidad de las contraseñas y de qué manera las personas pueden disminuir los riesgos de ser víctimas de los ‘crackers’.

El equipo, dirigido por Ashwini Rao, concluyó que una buena forma de protegerse de estos ataques es eligiendo una contraseña que rompa las reglas de la ortografía y la gramática.

El motivo está en que los ladrones informáticos utilizan correctamente las reglas de escritura para las búsquedas de tipo barrido, conocidas como ‘brute force’, las que ejecutan al combinar palabras de un diccionario.

Es importante tener en cuenta que si la persona con buena redacción decide elegir una contraseña mal escrita, debe recordar cómo la escribió.

A la par de quienes suelen caer en errores gramaticales y ortográficos al momento de escribir, los adolescentes también pueden engañar con mayor facilidad a los ‘crackers’, pues tienden a acortar las palabras, eliminando vocales o modificar letras que suenan parecido pero que se escriben distinto.

De acuerdo con esta investigación, tampoco está recomendado el uso de frases al momento de usar contraseñas largas, pues estas son fáciles de adivinar al ser completadas.

No cabe duda que en este caso y solo en este caso, la mala ortografía es una ventaja que puede ponernos a buen recaudo que nos garantiza de cierta forma la inviolabilidad de nuestras cuentas cibernéticas.

Si por solo un minuto nos ponemos a pensar la cantidad de datos que tienen vínculos con códigos y claves que manejamos diariamente es increíble: Número de celular, el numero de nuestro teléfono fijo, el de nuestro trabajo, el del DNI, la clave de la tarjeta, o peor aun tarjetas, el número de las personas más cercanas, la clave de nuestro e-mail, de nuestro blog, de nuestra web, los canales más sintonizados por cada uno y los favoritos, el número de nuestra casa, nuestra edad, la edad de nuestros hijos –aunque últimamente no recuerdo bien ni la mía ni la de mis hijos, quizás sea el inicio de nuevos olvidos-… es fabulosa la cantidad de información básica que manejamos diariamente, por ello hoy más que nunca poner a buen recaudo nuestras claves y códigos que uno nunca sabe en qué momento un intruso puede acecharnos.

Cuando menos lo esperábamos descubrimos que la mala ortografía que suele ser tan frecuente y tan aterradora en casos como estos puede resultar un arma eficaz y recomendable, empezar a poner en práctica lo sugerido no resulta inoficioso.

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