El crimen del
empresario pesquero que fue ejecutado a balazos del 21 de agosto del 2012 abrió
una estela de muerte y crimen en Cajamarca, sucedió en la intersección de los
jirones San Sebastián y Av. Perú, barrio Casurco. Elmer Ausberto Díaz Cabellos
tenía 38 años y era el principal abastecedor de productos hidrobiológicos a las
principales cebicherías de Cajamarca, el crimen sigue irresuelto.
El 28 de octubre
cinco personas fueron victimadas a tiros en el interior de un local nocturno
clandestino, ubicado en la avenida Vía de Evitamiento Sur N° 1796, en donde
murió la conocida como “Tania” quien regentaba un burdel, el crimen también fue
cometido por un grupo de sicarios que llegaron hasta el lugar en motocicletas y
un vehículo negro de donde descendieron y ejecutaron a las víctimas.
El crimen
producido la última semana de noviembre del 2012 donde acabaron con la vida de
Juan Carlos Ruiz Mendoza de 35 años, quien murió de un balazo en la cabeza, en
el terminal pesquero de la Av. Independencia, continuó con la estela negra de
muerte y orfandad.
El más reciente crimen que le costó la vida a Hugo Javier
Culquitana Vigo y que ha dejado heridos gravemente a otras tres personas es
otra prueba más de la inseguridad en la que se vive en Cajamarca. Los sicarios
lo ejecutaron el último sábado a mansalva mientras la desidia de la Policía
Nacional no hace hasta el momento un plan que ponga fin a esa ola de muertes.
Sabemos que en los próximos días las muertes en el
terminal pesquero van a continuar y lo que es peor, los delincuentes también lo saben y saben que pueden actuar sin reparos
porque no parece haber ninguna estrategia de inteligencia ni de nada. Mientras
la Policía Utiliza al “Servicio de Inteligencia” en hacer seguimientos de
periodistas independientes, averiguando sus vidas personales, o incomodando con
citaciones infundadas buscando generar malestar en las denuncias que se hacen
públicas y que a los corruptos no les gustan… los sicarios siguen haciendo de
las suyas en Cajamarca.
Mientras los policías y serenazgos son denunciados por
golpizas sin sentido contra pacíficos ciudadanos y las labores de algunos
gendarmes solo se reducen a capturar a simples carteristas, los crímenes en
Cajamarca siguen siendo un factor recurrente que no tiene cuando acabar.
Como la desfachatez no tiene límites, hubo un gendarme de
alto rango, que felizmente ya no se encuentra en esta ciudad que se atrevió a
negar descaradamente la presencia de sicarios en Cajamarca pese a que las
muertes sucedidas una tras otra evidenciaban otra cosa.
Lo de “estamos tras los pasos de los criminales y su
captura es cuestión de horas” solo suena a frase malhecha y repetida a epílogo
de novela policial o de comic sensacionalista. La verdad es que en Cajamarca no
hay un plan organizado de seguridad que rinda frutos o que pueda siquiera
darnos cierta tranquilidad.
Los próximos muertos sabemos que se producirán en el
terminal pesquero, porque no hay vigilancia y porque los miles de soles que se
mueven diariamente en ese lugar han hecho que nos convirtamos en una ciudad
como cualquiera de México, en donde la muerte ronda y llega sin miramientos.
Curiosamente vivimos en una ciudad insegura porque los policías cuidan las
inversiones mineras que pagan más que cualquier entidad bancaria, tenemos una
escuela de policías de la que cada año ingresan cientos de policías pero no
sabemos a dónde van y los pocos que merodean por la ciudad solo hacen seo,
merodear con cámaras y filmadoras siguiendo a sus fantasmas mientras los
sicarios traman la próxima muerte y ya sabemos en donde será.