Uno de los libros más recientes del
escritor Renato Cisneros. Este es un libro de ficción con ilustraciones de
Robotv que habla sobre un joven universitario de 25 años llamado Raro,
desadaptado social, el cual no se vincula con nadie de forma especial.
Raro tiene veinticinco
años. No hay nada sólido en su vida. Nada seguro. Sus relaciones familiares son
tensas, su novia lo ha dejado, su trabajo en una aerolínea no lo apasiona, es
solo una manera de conseguir dinero. Lo único verdadero que Raro tiene en el
mundo es un amigo. Uno solo. Se llama Sebastián. Él está separado, gana buen
dinero, podría decirse que es un tipo exitoso. Exitoso pero, en el fondo,
solitario. A diferencia de Raro, Sebastián parece tener todo resuelto, y un
punto de vista sumamente cínico. Parece que ya nada podría sacudirlo,
remecerlo. "Te falta sufrir más. Sufrir, desencantarte. No sabes lo bien
que te va a hacer"
Esta es la historia de la inconsistente vida de Raro, de
la incierta vida de Sebastián. Del vínculo entre ambos.
A continuación compartimos un texto que escribe Cisneros
respecto al significado de su último libro:
No es tan simple afrontar ese proceso —oscuro, milagroso, digestivo— a
través del cual aquello que escribiste en la intimidad más cuartelaria, y que
luego reservaste para unos pocos lectores virtuales, irrumpe de buenas a
primeras en la escena pública, asoma, cobra vida y se pone al alcance de
cientos de personas, al lado de cientos de otros títulos más apetecibles, al
centro mismo de un cañón cuya luz no sabes si te iluniará o te será negada.
Ese libro —que claramente te pertenecía mientras era solo un puñado de
hojas impresas vegetando en tu escritorio— deja de ser automáticamente tuyo una
vez que es presentado en sociedad. Es cierto, lleva tu nombre y tu foto, pero,
al momento de circular con un precio encima y una nota de prensa detrás,
desborda el cerco restringido de tu intimidad, se marcha, deja en buena cuenta
de comportarse como un objeto salido de tu cabeza y modelado por tus manos.
Ahora, desde los estantes en donde luce su flamante y colorida
indumentaria editorial, el libro cobra real independencia y autonomía hasta que
—con suerte— alguien lo toma, lo huele, se lo lleva y, al leerlo, lo convierte
en su libro, estableciendo con él una relación en la que tú no tendrás nada que
ver.
Como si fueras uno de esos padres desesperados que espían de lejos al
hijo que ya no pueden tener más consigo, lo máximo que podrás será vigilar a tu
librito en las librerías. Pero de lejos, con disimulo, sin que lo note nadie. Y
lo harás bajo tu propio riesgo, sabiendo que te dolerá ver cómo ciertos
lectores se acercan al mostrador, lo miran con escepticismo, lo revisan con
renuencia y lo descartan para siempre, dejándolo boca abajo.