La destitución inmediata
de los policías que en un penoso estado de ebriedad agredieron a efectivos del
Serenazgo y que además realizaron disparos al aire como si de vulgares
delincuentes se tratará, el sábado último en Cajamarca, sienta un buen
precedente e ilumina el oscuro historial que esa institución tiene.
El director de la Policía,
Raúl Salazar, ha actuado esta vez con tino y aparentemente la sanción se habría
hecho de inmediato, además de la apertura de una investigación a los otros
malos agentes que estuvieron comprometidos en el bochornoso hecho que
trascendió al contexto nacional gracias a los medios de prensa capitalinos.
Los policías borrachos
acusaban a los agentes del Serenazgo de ser “simples civiles”, lo que paradójicamente,
pasan a ser ellos ahora con la aplicación de la sanción. La apertura de una
escuela de suboficiales en Cajamarca ha traído como consecuencia que una serie
de sujetos de dudosa aptitud psicológica ingresen a ella y tenemos como
resultado delincuentes con uniforme y avalados por el Estado.
Hace solo unos pocos meses
una madre de familia y sus dos menores hijas fueron atropelladas en Cajamarca
por un patrullero de policías ebrios. La sanción se dio solo al conductor,
quien purga prisión en el penal de Huacariz además de estar de baja, sin
embargo no se sancionó al policía que indujo a ello al joven policía que
manejaba el vehículo y que solo tenía 20 días de servicio en la institución
policial. El cobarde efectivo, lejos de auxiliar a la madres y las niñas
atropelladas huyó cobardemente de la escena – así quedó registrado en las cámaras de la videovigilancia que había
instalado recientemente la municipalidad- La madre perdió una pierna, una
de las niñas también sufrió la amputación de una pierna y de parte de los
intestinos. El policía solo fue sancionado con un “relevo”. Hoy podrá seguir
delinquiendo con impunidad.
Urge que las fuerzas
policiales hagan una evaluación concienzuda de aquellos que acceden a sus filas
y que se hacen poseedores de un arma de fuego para resguardar el orden público
y garantizar la tranquilidad. Mientras torpemente se manda a los jóvenes recién
egresados como conejillos de indias a morir al VRAEM (Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro),
se tiene a los más viejos y con mayor experiencia – al menos se supone, que tienen más pericia- retozando en las
ciudades declaradas en estado de emergencia como Cajamarca, Celendín y
Hualgayoc.
Por las denuncias que
recientemente hiciera el sub oficial José Millones quien resultó herido durante la Operación
Libertad en la provincia de La Convención, región Cuzco, ha sido sometido a
un sistemático maltrato por parte de la policía por el hecho de haber
denunciado la negligencia y dejadez con la que se trabaja en las fuerzas
policiales y en operativos tan delicados.
El Perú necesita una
fuerza policial que sea el ejemplo a seguir y no aquella que protagoniza
titulares en diarios y noticieros por los escándalos; si bien es cierto que una
golondrina no hace verano, en el caso de las tropelías en las fuerzas policiales ya no podemos hablar
de una golondrina sino de inmensas bandadas de ellas que ya empiezan a
oscurecer el panorama y que amerita un replanteamiento de la estrategia que en la
formación de las nuevas promociones se aplica.