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domingo, agosto 19, 2012

El día después de mañana



El paro convocado para mañana y el miércoles nuevamente llena de incertidumbre a las provincias que se encuentran en estado de emergencia. La intransigencia de los convocantes al paro, la ineptitud de los representantes del Estado y “los carboneros” de ultraderecha una vez más ponen en jaque a la tranquilidad y paz social en las tres provincias cajamarquinas: Cajamarca, Celendín y Hualgayoc.

El Estado ha demostrado desde el año pasado que sus únicos argumentos ante un conflicto son la militarización de las ciudades que protestan y el uso de métodos violentos –métodos que en otros países no se aplicarían más que en un estado de guerra-, La torpeza de sus mecanismos para solucionar conflictos solo ha concluido en la sumatoria de muertos y el incremento vertiginoso de conflictos en todo el país – la huelga de los médicos de EsSalud es el nuevo engendro del gobierno de Ollanta Humala -.

Por su parte, la tozudez de quienes buscan quebrar un estado de emergencia -que fue prefabricado y cuya factura fue de cinco vidas- no tiene límite, se ha seguido poniendo trabas al diálogo y jugando al doble discurso. Gregorio Santos no puede jugar al diálogo con un petardo en la mano, como Ollanta Humala no puede seguir engañando a los Cajamarquinos apuntándonos con sus rifles mientras pide paz.

Por otro lado están los que hablan y hablan y no dicen nada y solo entorpecen y hacen retroceder todo lo avanzado como el fascista cardenal Cipriani para quien los cajamarquinos somos la edad media personificada; otros como el metiche de Bambarén, quien parece que a veces habla porque se siente alienado con respecto a Garatea y Cabrejos y sus comentarios ya lindan con la sandez, harían mejor callándose que opinando torpemente. No pueden faltar, por cierto, nuestros congresistas, algunos que aparecen frescos como una lechuga, después de muchos meses, buscando popularidad; otros hablan desde lejos porque la altura les hace mal, otros hablan y no saben lo que dicen, otros prefieren no decir nada y es mejor.

En todo esto los que pierden son los escolares, con los antecedentes anteriores de huelguistas por un lado, corriendo por todas partes, y policías por todos lados disparando a mansalva gases lacrimógenos y perdigones, mentadas de madre y macanazos a diestra y siniestra. Ir al colegio o volver de él será una tarea difícil o al menos muy lacrimógena.

No sabemos qué pasará mañana, qué sucederá cuando ese velo de dudas se corra y quizás nuevamente tengamos que contar y llorar muertos – y no con balas de goma, como suelen  mentir los ministros desde sus cómodos asientos en ventiladas y tranquilas oficinas en Lima - y quizás Goyo derrame una lágrima por aquellos que nunca conoció – pero de cualquier modo eso da puntos a favor y más si es en una misa donde hay cien cámaras- La estrategia del falso dolor también suele funcionar y Santos lo sabe.

Al final, a los muertos, a sus nombres y sus historias se los llevará el tiempo, se irán a incrementar esa sumatoria negra de las estadísticas de Ollanta y su gobierno, de sus frustraciones con sus métodos en las soluciones de conflictos.

Al final será una frustración y una tragedia más para todos nosotros saber que murió gente que no sabía nada de esa guerra desatada sabe Dios por quién – quizás algunos sí lo saben, quizás sería mejor que quienes convocan se sacrifiquen y no quienes no saben nada del fondo de este asunto no tan santo-

Ojalá que mañana no tengamos que empedrar el camino de retorno a la paz y el silencio con los cráneos de los caídos, ojalá que cuando esto termine no tengamos en la televisión a un ministro diciendo que llovieron balas por un fenómeno climatológico desconocido, que solo fueron balitas de goma; o al desmemoriado de Ollanta Humala inventando algún ardid o al terco de Gregorio Santos inventando un nuevo lema para justificar las innecesarias tragedias que nadie quiere más, nunca más, en Cajamarca.

Balcon Interior

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