La vida es sencilla cuando uno es niño y no hay más preocupaciones que las cosas simples de la vida, el anhelar un juguete, una nota baja en la libreta o el estar enamorado de una vecina quien no nos da mucha o ninguna importancia.
La vida no se complica, sucede que crecemos y crecen los problemas un día la tristeza nos busca y decide instalarse en nuestra casa, ocupa los espacios solitarios, se enreda en nuestras gargantas y se queda en nuestra alma, después de eso nada es lo mismo.
La niñez es la etapa más feliz de los seres humanos, nada como tener a los padres y sentirse que más allá de nuestro mundo están en ellos en esa frontera invisible de la vida, nuestro mundo gira en torno a ellos, nuestras esperanzas, nuestra felicidad. Ellos son los cómplices de nuestra alegría la fuente que todo lo sabe los seres invencibles que no tienen imperfecciones.
Los niños viven de amor, sembrar en ellos ternura significará cosechar mañana valores, entregarles paciencia hará de ellos hombres buenos, enseñarles a amar es darles el soplo de la vida como alguna vez lo hizo Dios con el hombre, solo depende de nosotros, los hombres, que caminen por el mundo mañana.
Pocas veces nos detenemos a pensar en cómo ven los niños al mundo, a veces no les damos el espacio suficiente y los obviamos sin pensar que ellos tomarán sus propias decisiones, caminarán por el mundo y se equivocarán, llorarán y descubrirán que la vida no es siempre un camino lleno de rosas.
Los caminos de la vida tienen piedras y espinas, por eso es preferible prepararlos hoy con amor, sin importar las cosas materiales, todo objeto en la vida es reemplazable, la niñez no, tampoco la felicidad de un niño. Cada lágrima de un pequeño es una herida que permanece en el tiempo, cada sonrisa la posibilidad de que sea feliz mañana.
Los niños entienden el mundo como un universo que les pertenece, ellos no saben de fronteras ni de espacios reservados, no entienden el valor de las cosas ni el significado del dinero toman a su paso lo que encuentran, se entretienen con un televisor o al ver caer la lluvia sobre el suelo.
Un niño es una plata frágil al que hasta las hormigas pueden lastimar, pero cuando crecen se hacen fuertes como los árboles, dan frutos y sombra, se aferran a la tierra y le entregan al mundo todo aquello que alguna vez este les dio multiplicado.
Un niño es un caminante que da sus primeros pasos en un sendero que nadie sabe cuánto durará, por eso cada instante que pasa es mejor darles todo el amor del mundo, porque la vida es breve y uno nunca sabe que nos depara mañana la vida y uno no sabe en qué esquina nos espera la muerte, la vida es frágil y uno no sabe nunca que pasará mañana.