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jueves, junio 02, 2011

Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere


El derecho a elegir  es un derecho relativo, yo no puedo elegir entre lo blanco y negro si quiero azul, o no puedo elegir entre dos clases de negro si en realidad quiero blanco. El derecho a no elegir, es un derecho digno y válido, nadie puede obligarnos a elegir entre lo que no queremos.

Vargas Llosa en un arrebato poco feliz se dejó llevar por sus impulsos y se equivocó tremendamente, elegir entre Keiko y Ollanta es elegir entre el SIDA y el cáncer dijo, después eligió el cáncer terminal para ser consecuente con sus palabras.

Al ex presidente Alejandro Toledo le sucedió algo similar, dijo que votar por Ollanta era dar un salto al vacío, después de la primera vuelta y de su fulminante derrota no le quedó más opción que saltar al vacío y sumarse a ese grupo de adhesiones variopintas y confusas.

En la Constitución Política del Perú de 1993 en su  Artículo 31°. –   se especifica (…) Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio de este derecho se requiere estar inscrito en el registro correspondiente. El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de esa edad. Es decir es obligatorio.

El voto es obligatorio hasta los 70 años y facultativo después de esa edad. Las sanciones son multas económicas y restricciones de derechos civiles, comerciales, administrativas y judiciales, es decir la muerte civil, sin embargo y pese a ello la decisión de hacerlo o no hacerlo es individual independiente.

Una opción hipócrita podría ser asistir al proceso, viciar el voto o dejarlo en blanco, pero no es una opción prudente, sino más bien contraproducente con la moral misma del hombre, con la formación, la identidad y el verdadero sentido de la elección. El no votar es una opción válida y respetable, mucho más que votar por dar la contra a un candidato y hacerlo sin la menor convicción ni el respeto a uno mismo.

Votar sin estar de acuerdo con ninguna de las dos opciones es legitimar y el hecho de viciar o votar en blanco es la acción misma de votar. En medio de la crisis de representación de los partidos políticos y de los movimientos sociales, la posibilidad de tener una elección con índices de abstención muy altos, puede llevar a una crisis de legitimidad, puesto que son muy pocos los que se ven reflejados en las autoridades elegidas. El alejamiento de los representantes es aún mayor. Además, en un país como el Perú, el voto es para muchos de los ciudadanos su único acto de participación política.

Todos somos libres de elegir, pero de elegir entre lo que queremos, no estamos obligados a elegir entre lo que no hemos buscado, que lo hagan quienes quieren hacerlo, en eso radica la libertad verdadera.

Es verdad también que hay que pagar una multa si se toma la decisión de no ir a votar, una multa que puede ser el equivalente al costo de una consulta con el psicólogo, pero definitivamente tener la conciencia y el alma tranquila, de poder mirar a nuestros hijos sin temores ni vergüenza, por haber elegido por obligación pero no por convicción.

Como decía Mario Benedetti: Cuando era como vos me enseñaron los viejos/ y también las maestras bondadosas y miopes/ que libertad o muerte era una redundancia/ a quien se le ocurriría en un país/ donde los presidentes andaban sin capangas. / Que la patria o la tumba era otro pleonasmo/ ya que la patria funcionaba bien/ en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un corno/ pobrecitos creían que libertad / era tan solo una palabra aguda/ que muerte era tan solo grave o llana/ y cárceles por suerte una palabra esdrújula./ Olvidaban poner el acento en el hombre.

Uno no siempre hace lo que quiere/ pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.



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