Una de las razas más polémicas de los últimos siglos ha sido la que pertenece a los gitanos, la raza zíngara – gipsy en inglés- población diseminada por todo el planeta y que recientemente ha visto vulnerados sus derechos universales al ser expulsada de Francia por una legislación discriminante que la ha etiquetado y generalizado como una raza constituida por ladrones y otras afecciones sociales que han demostrado que en pleno siglo XXI aún existen ideas profanas de razas superiores y razas inferiores.
Los cíngaros son oriundos de la India, de donde fueron desterrados y posteriormente emigraron a países occidentales con respecto a la India y de allí pasaron a todas partes del mundo. La población gitana fue por siglos esclavizada, por una serie de tiranías que veían en ellos la concentración de los males de la sociedad contemporánea.
- Zíngara, raza perteneciente o relativo a un pueblo nómada que habita hoy en Europa, Asia occidental y Latinoamérica, procedentes probablemente de las regiones del Panyab y el Rajastán en la India, desde donde migraron hacia Occidente a partir del siglo X. Han mantenido una identidad cultural bien definida a lo largo de los siglos, y sido objeto de una fuerte discriminación por sus hábitos de nomadismo y su resistencia a la asimilación-.
El Perú no fue la excepción. Fue a fines del siglo XIX que los gitanos se establecen en Perú y surge ese grupo importante de gitanos-peruanos, es decir, gente de la raza gitana pero que se establece en el Perú y por ende su descendencia es peruana, aunque no pierdan la esencia de su tradición, sus bailes, su artes adivinatorias agregadas a una fascinación por la venta de automóviles. Existe en la capital de nuestro país zonas que han sido habitadas por los gitanos en donde se han formado colonias definidas, con espacios determinados, aunque constituyen grupos muy cerrados.
Hoy que miles de candidatos en todo el país viven la incertidumbre de saber cual será su destino en las próximas elecciones, muchos de ellos aceptarían gustosos a que una gitana les tome la mano y adivine entre las líneas de sus palmas el destino que seguirán – Tal cual cita la vieja canción interpretada por Nicola Di Bari: Tómame la mano zíngara…-
Resulta absurdo que después de haber visto imágenes cargadas de dolor, tan abominables como las de La Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración en donde se sacrificaron a millones de seres humanos. Después de haber sido marcados con la muerte de más de 9 millones de indígenas en tres siglos luego del encuentro brutal y salvaje de dos culturas como la hispana y la Inca, aún ahora podamos avalar con comportamientos neo-racistas el maltrato y destierro de los gitanos en el mundo. El Perú como cualquier país civilizado del mundo está en la imperiosa necesidad de condenar ese atentado contra los cíngaros, que empiezan a ser proscritos de un país en donde, hoy más que nunca, está marcado por la corrupción, el desatino y el desvarío racista de una sociedad que como las del resto del mundo condena el latrocinio, pero que no puede atribuir conductas individuales a un colectivo común como lo es una raza.
Una de las pocas razas, si no la única en el mundo, que a lo largo de los siglos ha mantenido incólume sus tradiciones y sus orígenes, que no se dejó absorber por las otras, que no tiene país por que su nación el mundo y que le canta a la libertad cada anochecer a la sombra de una fogata, agitando sus cuerpos y sus almas.