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viernes, setiembre 17, 2010

El lado humano y la vulgaridad

El lado humano y la vulgaridad


Los audios propalados de la candidata a la alcaldía de Lima, Lourdes Flores han causado conmoción en los últimos días. Las palabras vertidas por la candidata en una conversación privada han sido usadas como un arma de artillería en esta guerra sucia de la última recta de la carrera electoral.

Si bien es cierto que en la política, como en el amor, todo vale, es más cierto que la privacidad y la intimidad de Lourdes Flores Nano ha sido violada de un modo descarado y con argucias que encubren ese delito con la vieja coartada del interés colectivo, interés electoral o el derecho periodístico a no revelar la fuente, a mantener la reserva a costa de lo que sea – vil chuponeo, en otras palabras-

Se supone, al menos eso suponemos la mayoría, que nuestras conversaciones no son escuchadas más que por nuestro interlocutor, que somos los únicos conocedores y sabedores de lo que conversamos, sean estas conversaciones políticas, afectivas, laborales, de negocios o las más telúricas y febriles. Todos alguna vez, dejándonos llevar por la emotividad del momento hemos lanzado palabras subidas de tono en una conversación privada, eso es natural.

En algún momento de nuestra vida, el más timorato ha lanzado expresiones “groseras” dependiendo siempre del uso que se haga del lenguaje amical de quien nos escucha, del grado de confianza, no por ello merecemos ser excomulgados ni exorcisados.

Lima busca un alcalde no un obispo, aún si lo buscara no encontraría uno que en sus conversaciones más secretas haya tenido un desliz irrelevante como el uso de adjetivos de grueso o mediano calibre.

La ministra de Justicia, Rosario Fernández ha criticado el uso de ese tipo de ardides siniestros como la interceptación telefónica de la interceptación telefónica a Lourdes Flores “Es absolutamente insoportable que hayamos escuchado todo esto, un poco más y solo faltaba que saliera una fotografía bañándose en la ducha de cada uno de los candidatos”. Ha dicho.

Añadió que “Podemos seguir espantándonos de este tema, pero quienes nos brindan la posibilidad de conocer esto es la prensa, creo en la autorregulación y en los criterios de los medios”.

¿Quién no tiene un momento de lisuras en la vida, más si sabe que no es escuchado por medio mundo? No se trata de un acto de hipocresía, es un aspecto muy humano, que no merece ser satanizado, que no debe causar mayor polémica, sin embargo en la guerra sucia de la política el mínimo detalle es válido para los embusteros mediáticos.

Existen hechos escandalosos que si pueden derrumbar una candidatura, hechos terribles que podrían ser causales de la indignación colectiva, pero el pronunciar unas palabras subidas de tono, aún refiriéndose a la alcaldía de Lima, en una conversación estrictamente privada no merece el juego sucio de la prensa.

Si se pudieran repetir las conversaciones de Vladimiro y Fujimori, de Sosa y Rivas, de toda esa mafia de insignes alibabás, no habría ganas de dejarlos un segundo en libertad. Todos tenemos un lado vulgar, el lado B de nuestra esencia, de no ser así estaríamos en un altar, incorruptos, puros y virginales, castos.

Se ha exagerado el tema de las palabras de Lourdes ¿Qué tiene ella que no tenga Natalia Málaga para victimizarla de esa manera? Mientras a la primera se la ha querido mandar a los verdugos de la Santa Inquisición, a la segunda se la aplaude a rabiar y se imita. Si escucháramos las conversaciones secretas de los pastores y de clérigos no tendríamos ganas nunca más de ir a un templo.

La privacidad y la intimidad son los pilares de toda sociedad, violarlas significa volver a las sombras del primitivismo, a la oscuridad de las sociedades.


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