Cajamarca es el departamento más aficionado a la tauromaquia. Todo el año, los doce meses, cada semana, suceden acontecimientos taurinos en alguna provincia, distrito o caserío. Las corridas de toros o encierros taurinos se suceden uno tras otro en plazas improvisadas, en plazas de ladrillo y de cemento, plazas de madera o plazas cavadas en la tierra, no importa la forma en que ésta se haga ni el material de la que haya sido construida, solo importa ver al toro atolondrado y asustado siendo perseguido por un personaje vestido de mujer, generalmente de traje color rosa, quien luego de aturdir al toro argumentando una supuesta valentía, lo tortura lentamente hasta asesinarlo con impunidad.
Probablemente la tauromaquia sea el legado más vergonzoso que los españoles nos dejaron, costumbre que los siglos convirtieron en tradición hasta cristianizarse en una prioridad. Y lo más triste es que este tipo de espectáculos cuentan con aval del Instituto Nacional de Cultura, porque es un “evento cultural” ¿Qué tiene de cultural un espectáculo en el que un hombre vestido con licras y luces persigue a un animal inerme, asustado y hambriento para luego arponearlo con seis estacas y finalmente incrustarle un sable varias veces en el cuerpo hasta que el pobre animal se desplome y aún estando vivo se le corten las orejas y en algunos casos hasta el rabo?
El alcalde de Cajamarca es un amante pertinaz de la tauromaquia y es libre de elegir sus pasiones por descabelladas que estas nos parezcan, al final es un derecho que le corresponde y hace uso de él. Pero lo que el alcalde de Cajamarca no puede hacer, es pasearse por cuanto ruedo taurino se suscita en provincias, distritos, caseríos, centros poblados, etc. Mientras nunca hace una aparición en los actos culturales como presentaciones de libros o presentaciones artísticas que suceden cada semana en nuestra ciudad.
Peor aún, cerrar el Fondo Editorial Municipal que en la gestión anterior editó decenas de libros de autores cajamarquinos y que muy al contrario se promueva la salvaje afición de la tauromaquia instaurando premios como escapularios y ese tipo de motivadores que a nada conducen.
Un toro de lidia modesto cuesta un promedio de 2 mil dólares americanos, a ello hay que sumarle el pago al torero. El patético espectáculo dura 10 ó 15 minutos por cada animal, con esa cantidad de dinero se puede comprar más de 65 mil panes, más de 70 sacos de arroz, y una cantidad similar de azúcar, o publicar 2 mil libros.
La municipalidad debería fomentar la narrativa, la poesía, la pintura, las danzas, la música. Instaurar premios a la creatividad como lo está haciendo el Comité Femenino del Gobierno Regional, como lo hace Panorama cajamarquino a través de la instauración de premios literarios.
Quizás los nombres influyen en las personas y evocan ancestrales costumbres de circos romanos y de encierros populosos en donde la sangre y la arena se fusionaban entre gritos y aplausos. Pero Roma no solo destacó por sus actos paganos sino también por su cultura. Don Marco: Estamos a tiempo de recuperar el Fondo Editorial Municipal y cambiar algunas pasiones trogloditas que hemos heredado malamente en nuestra historia.