El poeta Mario Florián, uno de los más insignes hombres de letras que tuvo el Perú fue también uno de los más ilustres soberbios literatos, varias anécdotas hacen referencia a sus desatinos cuando esgrimía su vanidad. Al profesor Sanramonino Francisco Sarmiento le negó una entrevista por el sólo hecho de que éste no ostentaba el título de periodista. Al reconocido Luzmán Salas le increpó que antologara a más de cien poetas su monumental obra “Poetas de Cajamarca” cuando, según Florián, Cajamarca en toda su historia sólo había tenido a tres poetas notables, por supuesto él, Garrido Malaver y Amalia Puga.
Es noche de viernes y dos amigos, poetas importantes me han invitado a presentar el libro de un tercero, a quien no conozco pero tengo referencias que es sobrino de Mario Florián, que ha vivido en Europa por varios años y que está en Cajamarca para presentar un nuevo libro.
Faltan diez minutos para las ocho de la noche, el ambiente iluminado y apacible y noble espera a los invitados para la presentación del poemario, alguien me presenta al poeta que debutará en Cajamarca esta noche, él me dice que se acostumbró a la hora inglesa con un tono amenazador. En diez minutos empezamos con los que haya, sentencia. Yo creo que esta loco porque solo habemos cinco personas a esa hora. Tiene un aire a Toledo, el ex presidente.
La gente va llegando y a las 8 con 30 empezamos a presentar el libro, él está disgustado. Ha pedido de mi amiga Marcela que es la directora del INC funjo de maestro de ceremonias, hablamos todos un poco, también el poeta venido de Europa y sobrino de don Mario. Y empieza el castigo. Su libro ha sido edición agotada en varios países, nos dice. No quise publicarlo pero me quitaron unos norteamericanos y unos árabes y lo publicaron, prosigue. Yo empiezo a sentir vergüenza ajena. Nos habla de Europa como si aquí en Cajamarca viviéramos en la prehistoria. Empieza a desvariar ebrio de soberbia, nos habla de su inglés y de su libro bilingüe. De su departamento y del dueño del departamento que es un Pakistán dice, por decir pakistaní, empiezo a darme cuenta que se está burlando de nosotros. Pregunta a los poetas cuajados que están a su lado y que le hicieron el favor de presentar su… libro, si han leído a autores con nombres impronunciables en inglés, quiere humillarlos. Algunos se ponen de pie y se marchan.
Exige una rueda de preguntas porque se cree un sabio. Un despistado le pregunta por Vallejo y él responde que en Inglaterra existe un tal Shakespeare y que es mejor. Sin embargo en el colmo de su desfachatez dice que conoció a un vecino de Vallejo que tenía 105 años. Me indigno, nos ha visto la cara de tontos a todos, se burla de nosotros y ni siquiera ha podido pronunciar con claridad el nombre de Ferdinand De Saussure, el lingüista suizo. Me siento incómodo, avergonzado de haber presentado a alguien que piensa que escribimos en piedras y vestimos pieles.
Debo concluir la presentación de tan patética noche, antes advierte que sus libros cuestan 20 soles y ni un sol menos porque ha traído solo siete desde Londres. Yo pienso que es el mismo número de libros que va a regresar a Londres, porque nadie va a comprarle ni uno solo. Porque es igual a su tío, porque se ha reído agudamente de nosotros. Por engreído.
Antes de terminar la presentación le aclaro que en Cajamarca ya tenemos Internet, que ya sabemos leer, que tenemos una asociación de poetas y escritores. Me hubiera gustado decirle que el gentilicio de Pakistán es pakistaní y que Ferdinand De Saussure es suizo y no francés, pero no valía la pena ya. Por eso prefiero dejar mi copa de vino y me escabullo entre la noche cargando una ajena vergüenza, arrepentido de haber venido.